ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 27 de junio de 2009
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ESPIRITUALIDAD
Evangelio del domingo: Levantarse de la muerte
DOCUMENTACIN
De la mano de San Pablo
Iglesias y elecciones
Solidaridad con Benedicto XVI
Evangelio del domingo: Levantarse de la muerte
Por monseor Jess Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de JacaHUESCA, sábado, 27 junio 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio de este domingo , 28 de junio (Marcos 5, 21-43), que ha escrito monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.
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La Palabra de Dios de este domingo comienza haciendo una proclama a favor de la vida, diciendo que el Creador ama a su criatura, que no quiere que perezca ni se malogre en ningún sentido (Sab 1,13-15). El hombre de todos los tiempos podrá decir que en esto coinciden tanto el designio de Dios como el corazón humano: ni Creador ni criatura quieren la muerte.
Pero es demasiado evidente la crónica negra que a diario pinta de luto oscuro la realidad de los vivientes. La muerte de tantos modos. Sin embargo, más allá de todas nuestras trampas e incoherencias, seguimos soñando con el proyecto de Dios, tantas veces truncado y censurado: hemos sido creados para la vida y para el amor, para ser felices, dichosos, bienaventurados.
Jesús en este Evangelio nos sale al paso para darnos de nuevo la palabra. Él vuelve con los suyos a la otra orilla, tras un viaje de ida que veíamos el domingo pasado en el que se puso de manifiesto la fe tan inmadura de los discípulos. La escena de hoy también nos habla de fe: la de un jefe de la sinagoga, y la de la mujer que sufría hemorragias. Jesús no desea ni el dolor ni la muerte: ahí está su actitud ante el dolor de la enfermedad de una mujer y ante el desgarro de la muerte de la niña.
La hemorroísa quedará curada por la fe y también será la fe de Jairo, el padre de la pequeña, la que obtendrá el milagro de su resurrección: "no temas, basta que tengas fe" dirá Jesús a Jairo cuando le comunican el fatal desenlace. Hay un pequeño grupo de personas muy significativas en la casa de Jairo, que pertenecían a la usanza y folklore judíos: los flautistas y las plañideras. Su labor constituía en crear un ambiente dramático al del por sí drama de la muerte. Al entrar Jesús, estas personas tienen que salir: son incompatibles quienes cantan a la vida y quienes plañen a la muerte.
En nuestro mundo de cada día, hay muchas muertes de tantas formas, naturales y artificiales, manifiestas y aterciopeladas, y abundan también las plañideras y flautistas de turno que crean y fomentan el terror, la corrupción en todas sus variantes, la tristeza y el desencanto, pero también hay gente que generan alegría, esperanza, vida. Los testigos de la fe hemos de pedir incesantemente la ayuda del Señor para que desaloje la muerte y a sus músicos y plañideros, y trabajar para que nuestra presencia sea prolongación de la de Jesús, porque la sanación y vivificación de Jesús pasa por nuestras manos a través de las cuales Él bendice, amonesta, acoge y acaricia.
Por monseor Jos Ignacio Munilla Aguirre
PALENCIA, sábado, 27 junio 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de Palencia, al concluirse el Año de San Pablo.
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Coincidiendo con la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, hace un año se inauguraba el Jubileo del Año Paulino, convocado por Benedicto XVI con motivo del dos mil aniversario del nacimiento del "Apóstol de los gentiles". Llegado el momento de su clausura, damos gracias a Dios porque, pasados estos doce meses, nos hemos familiarizado más con la vida y el legado espiritual de San Pablo, cuyas Cartas escuchamos con tanta asiduidad en las Eucaristías dominicales.
A lo largo de este año, se ha realizado un notable esfuerzo a distintos niveles, para dar a conocer su figura y su doctrina: homilías dominicales, publicación de biografías, conferencias divulgativas, congresos académicos, cursillos formativos sobre sus diversas Cartas, peregrinaciones tras las huellas de San Pablo por la llamada Ruta Paulina, películas, etc. De una forma especial, cabe destacar las veinte catequesis impartidas por el Papa, en los habituales encuentros que mantiene los miércoles con los peregrinos que acuden a Roma. La editorial de la Conferencia Episcopal Española (Edice), ha publicado estas bellísimas y profundas catequesis en un libro tituladoAprender de San Pablo, que bien pudiera servirnos para dejar grabado en nosotros el legado de este Año Paulino que ahora finaliza. Mención aparte merece la incorporación de las iglesias ortodoxas a este Jubileo convocado por el Papa, tal y como anunció el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.
Sólo los enamorados enamoran
La fuerza de San Pablo nace de su profunda experiencia interior: "Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Fundado en la conciencia de saberse amado incondicionalmente por Cristo, Pablo vive con radicalidad los consejos evangélicos: "Por mi parte, muy gustosamente me daré y me desgastaré totalmente por vosotros" (2 Co 12, 15). La consecuencia lógica de todo esto es que la figura de Pablo "arrastró" en su tiempo -y lo sigue haciendo en el presente- a muchísimas personas, al seguimiento de Cristo: "Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo" (1 Co 11, 1).
He aquí una de las intuiciones que más ha sido subrayada en este Año Paulino que llega a su fin: La Nueva Evangelización sólo podrá ser acometida con éxito por quienes estén "enamorados de Cristo". Las características del momento en que vivimos acentúan más, si cabe, esta convicción. La secularización interna de la Iglesia se caracteriza por un estilo de vida relajada, "alérgico" a cualquier sacrificio y renuncia, que se expresa con un discurso plano, en el que sólo se desarrollan los puntos de consenso con la cultura dominante. La experiencia nos demuestra que por este camino, todos los proyectos pastorales están condenados a la esterilidad.
San Pablo no buscó gratuitamente conflictos, pero tampoco los rehuyó cuando se presentaron. Nunca cedió a la tentación de procurar una falsa armonía con su entorno, sino que "combatió" decididamente con la espada de la palabra. En su ministerio apostólico no faltaron incomprensiones y disputas, tal y como él mismo reconoce:"Tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas... Como sabéis, nunca nos presentamos con palabras aduladoras" (1 Ts 2, 2. 5).
Sin embargo, no podemos olvidar que la clave del ministerio de San Pablo no está en su espíritu combativo; sino que, más bien hemos de decir que, la clave del espíritu combativo de Pablo se explica por su "encuentro" con el Resucitado: "Todo lo juzgo como pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús. Por Él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo" (Flp 3, 8). Lo que motiva a San Pablo es el hecho de ser amado por Cristo, de donde se deriva un celo apostólico inagotable. El espíritu de lucha que muestra el Apóstol de los gentiles en sus Cartas, así como su capacidad de sufrimiento, es proporcional a su amor por Cristo.
La sabiduría de la cruz, cumbre del amor
La vida de San Pablo es un ejemplo práctico del mensaje evangélico que nos introduce en la sabiduría de la cruz: "Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para nosotros (...), fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1 Co 11, 23). Aunque pueda parecer paradójico, la cruz es "sabiduría" para los judíos, porque revela el auténtico rostro de Dios, que el Antiguo Testamento sólo había podido mostrar parcialmente. Al mismo tiempo, la cruz es "sabiduría" frente a la filosofía griega, demasiado segura de sí misma y de su lógica.
Gracias a Jesucristo, la cruz se ha convertido en la llave humilde que nos abre al misterio de la gracia divina. Así lo ha experimentado San Pablo a lo largo de toda su vida: "«Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo (...) porque cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Co 12, 10).
Este es el regalo que nos da San Pablo como conclusión de su Año Jubilar: la sabiduría de la cruz, reveladora del amor. La cruz es el camino que certifica y autentifica el amor... ¡No te tengamos miedo a la cruz, porque sería tanto como tenerle miedo al amor! Es imposible acercarse a la figura de San Pablo sin recibir una invitación a la conversión. ¡Glorifiquemos a Dios por la vida de Saulo de Tarso, testigo del amor apasionado de Dios por cada uno de nosotros y de la respuesta ardiente de quienes se dejan alcanzar por la llamada divina!
Por monseor Felipe Arizmendi Esquivel
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado 27 de junio de 2009 (ZENIT.org-El Obsevador).- Con el título "Iglesias y elecciones", el obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ha emitido un documento que ayuda a clarificar la postura de los fieles ante el próximo proceso electoral que se vivirá en México el domingo 5 de julio.
La Iglesia católica ha emprendido una campaña para que los ciudadanos acudan a las urnas y le den seguimiento a los candidatos triunfadores pues es la única forma, decían los obispos en su último comunicado de mayo pasado, de consolidar la democracia.
México enfrenta hoy una fuerte campaña de grupos y organizaciones de intelectuales que están llamado al voto en blanco o el voto nulo, para que la gente exprese su desilusión ante el desempeño de los políticos. Sin embargo, la Iglesia ha sido puntual en recordar que si no hay votación, no hay limitaciones, y los representantes populares se sentirán a sus anchas al haber sido elegidos con el voto de sus incondicionales.
A continuación, publicamos completo el documento de monseñor Arizmendi Esquivel.
Iglesias y elecciones
VER
Los obispos y ministros de culto de otras religiones, hemos recibido un exhorto de la Secretaría de Gobernación, en que nos recuerda los "ordenamientos que establecen la prohibición de realizar proselitismo político o inducir el voto a favor o en contra de candidatos o partidos políticos".
En fechas cercanas a las elecciones, no faltan voces airadas y repetitivas que nos reclaman por qué hablamos de estos temas. Quisieran que la Iglesia no predicara su doctrina y que para nada interviniéramos, como si este acontecimiento nada tuviera que ver con la religión, con la fe cristiana; como si la ética no tuviera lugar en la política; como si el laicismo significara marginar la religión de la vida social; como si la separación Iglesia-Estado significara desconocer que somos ciudadanos con plenos derechos. Nos deberían agradecer que estamos promoviendo la participación ciudadana en la construcción de la democracia. Deberían reconocer que estamos ayudando al país en la dignificación de la política, que muchos han desvirtuado. Deberían valorar que estamos promoviendo el voto, consciente, crítico, maduro y libre, en contra de quienes se empeñan en desaconsejarlo, o nulificarlo.
JUZGAR
Los obispos y los pastores protestantes que integramos el Consejo Interreligioso de Chiapas, emitimos en días pasados una exhortación, cuyos puntos centrales son:
Estamos convencidos de la sabiduría de la palabra de Jesús: "Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Mt 20,25). Por ello, es legítima la separación entre las Iglesias y el Estado. Defendemos el sano laicismo, entendido como el respeto a la pluralidad religiosa y la no imposición de una sola religión para todo un pueblo; como la no intervención del Gobierno en asuntos internos de las Iglesias, y el respeto de éstas a las justas disposiciones de las leyes.
Nuestra fe cristiana nos compromete en la construcción de una sociedad más justa, libre y fraterna. Como pastores, nuestra misión implica defender los derechos de Dios y de su obra más perfecta, el ser humano, la familia y la sociedad. Por esto, es muy importante elegir legisladores que, como personas y como miembros de un partido político, respeten esos derechos. Traicionaríamos nuestra responsabilidad si calláramos cuando estos derechos fueran violentados. Somos respetuosos de las leyes, pero éstas deben respetar el derecho a la plena libertad religiosa.
Nuestro sistema democrático requiere avances significativos, para lograr una mayor participación de la sociedad, mediante procesos ya comprobados en otros países y en comunidades indígenas. Para ello, se requieren legisladores maduros y creativos, que propongan nuevos mecanismos de participación ciudadana.
La elección es libre y secreta, consciente y razonada. Por tanto, ninguna Iglesia, ningún líder religioso, pueden hacer campaña a favor o en contra de un candidato o de un partido. No debemos presionar, ni directa ni indirectamente, a nuestros fieles a votar en un sentido u otro; mucho menos favorecer a alguien por intereses personales o de grupo, pues haríamos depender del César a esa Iglesia.
ACTUAR
Exhortamos a los fieles de nuestras Iglesias y a todo el pueblo de Chiapas, a participar con su voto en el día de las elecciones. Aunque cada persona es libre de votar o no, de incluso anular su voto, si lo hace responsablemente, nosotros consideramos que abstenerse es dejar que otros, unos pocos, decidan por la mayoría. La construcción de la democracia exige la participación de todos en la toma de decisiones, y un momento trascendente, aunque no el único, es la elección de quienes hacen las leyes que a todos nos han de regir.
Exhortamos respetuosamente a que cada quien elija al candidato que es de su confianza y es conforme a sus criterios personales, iluminados por su fe. Hay que analizar críticamente las promesas de los candidatos en sus campañas electorales y la publicidad que hacen en los medios de comunicación, para escoger a quienes hayan demostrado en su vida un auténtico amor y servicio al pueblo, en particular a los pobres.
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