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El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 01 de agosto de 2009
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MENSAJE A NUESTROS LECTORES
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
DOCUMENTACIÓN
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Mensaje a nuestros lectores
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Como en años anteriores en estas fechas, la redacción de ZENIT disfrutará de las vacaciones anuales del 2 al 17 de agosto. ZENIT agradece a los lectores la fidelidad demostrada nuevamente en este año.
Documentación
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Ante el Senado de Italia
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., secretario de Estado, al presentar ante el Senado de la República de Italia la encíclica "Caritas in veritate", el martes 28 de julio de 2009.
* * *
Premisa
La encíclica de Benedicto XVI se abre con una introducción que constituye una densa y profunda reflexión en la que retornan los términos del título mismo, el cual vincula de forma estrecha la caritas y la veritas, el amor y la verdad. Se trata no sólo de una especie de "explicatio terminorum", de una aclaración inicial, sino que se pretenden indicar los principios y las perspectivas fundamentales de toda su enseñanza. De hecho, como en una sinfonía, el tema de la verdad y de la caridad vuelve a lo largo de todo el documento, precisamente porque, como escribe el Papa, aquí se halla "la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (Caritas in veritate, 1).
Pero -nos preguntamos- ¿de qué verdad y de qué amor se trata? No cabe duda de que precisamente estos conceptos hoy suscitan sospechas -sobre todo el término "verdad"- y se malentienden -lo cual vale sobre todo para el término "amor"-. Por eso es importante aclarar de qué verdad y de qué amor habla la nueva encíclica. El Santo Padre nos explica que estas dos realidades fundamentales no son extrínsecas al hombre o incluso impuestas a él en nombre de una visión ideológica cualquiera, sino que están profundamente enraizadas en la persona misma. De hecho, "amor y verdad -afirma el Santo Padre- son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano" (ib.), del hombre que, según la Sagrada Escritura, precisamente es creado "a imagen y semejanza" de su Creador, es decir, del "Dios bíblico, que es a la vez "Agapé" y "Lógos": Caridad y Verdad, Amor y Palabra" (ib., 3).
Esta realidad no sólo se nos manifiesta a través de la Revelación bíblica, sino que también la puede conocer todo hombre de buena voluntad que utiliza rectamente su razón al reflexionar sobre sí mismo ("La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad", ib.). Al respecto, parecen ilustrar bien esa visión algunos contenidos de un documento significativo e importante, publicado poco antes de la Caritas in veritate: la Comisión teológica internacional nos ofreció, en los meses pasados, un texto titulado "En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural". Ese documento afronta temas de gran importancia, que me permito señalar y recomendar de modo especial en este contexto del Senado, es decir, de una institución cuya función principal es la producción legislativa.
Como dijo el Santo Padre en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, durante su visita del año pasado al Palacio de cristal a propósito del fundamento de los derechos humanos: "Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos" (Discurso a la Asamblea general de la ONU, 18 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 10).
Estas consideraciones no sólo valen para los derechos humanos, sino para toda intervención de la autoridad legítima llamada a regular según la verdadera justicia la vida de la comunidad mediante leyes que no sean fruto de un mero acuerdo convencional, sino que busquen el bien auténtico de la persona y de la sociedad y por eso hagan referencia a esta ley natural.
Ahora bien, la Comisión teológica internacional, al exponer la realidad de la ley natural, explica precisamente que la verdad y el amor son exigencias esenciales de todo hombre, enraizadas profundamente en su ser. "En su búsqueda del bien moral, la persona humana se pone a la escucha de lo que ella misma es y toma conciencia de las inclinaciones fundamentales de su naturaleza" (En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 45), las cuales orientan al hombre hacia los bienes necesarios para su realización moral.
Como es sabido, "tradicionalmente se distinguen tres grandes conjuntos de dinamismos naturales... El primero, que es común a todo ser sustancial, comprende esencialmente la inclinación a conservar y a desarrollar su propia existencia. El segundo, común a todos los seres vivos, comprende la inclinación a reproducirse para perpetuar la especie. El tercero, propio del hombre como ser racional, conlleva la inclinación a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad" (ib., n. 46).
Profundizando en este tercer dinamismo que se halla en toda persona, la Comisión teológica internacional afirma que "es específico del ser humano como ser espiritual, dotado de razón, capaz de conocer la verdad, entrar en diálogo con los demás y entablar relaciones de amistad. (...) Su bien integral está tan íntimamente vinculado a la vida en comunidad, que se organiza en sociedad política en virtud de una inclinación natural y no de una simple convención. El carácter relacional de la persona se manifiesta también con la tendencia a vivir en comunión con Dios o el Absoluto. (...). Ciertamente, la pueden negar quienes no admiten la existencia de un Dios personal, pero permanece implícitamente presente en la búsqueda de la verdad y del sentido presente en todo ser humano" (ib., n. 50).
Así pues, el hombre está hecho para conocer mediante la "razón ampliada" (cf. Benedicto XVI, Discurso del 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona) la verdad en toda su extensión, es decir, sin limitarse a adquirir conocimientos técnicos para dominar la realidad material, sino abriéndose hasta encontrar al Trascendente, y para vivir plenamente la dimensión interpersonal del amor, que "no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas" (Caritas in veritate, 2).
Precisamente son la "veritas" y la "caritas" las que nos indican las exigencias de la ley natural, que Benedicto XVI pone como criterio fundamental de la reflexión de orden moral sobre la actual realidad socioeconómica: "Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral" (ib., 6). Con expresión eficaz, el Santo Padre afirma por eso que "la doctrina social de la Iglesia (...) es "caritas in veritate in re sociali", anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad" (ib., 5).
La propuesta de la encíclica ni es de carácter ideológico ni está reservada sólo a quienes comparten la fe en la Revelación divina, sino que se funda en realidades antropológicas fundamentales, como son precisamente la verdad y la caridad correctamente entendidas, o como dice la encíclica, dadas al hombre y recibidas por él, y no producidas por él arbitrariamente ("La verdad, que como la caridad es don, nos supera, como enseña san Agustín. Incluso nuestra propia verdad, la de nuestra conciencia personal, ante todo nos ha sido "dada". En efecto, en todo proceso cognitivo la verdad no es producida por nosotros, sino que se encuentra o, mejor aún, se recibe. Como el amor, "no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano"", ib., 34).
Benedicto XVI quiere recordar a todos que sólo anclándose en este doble criterio de la "veritas" y de la "caritas", inseparablemente unidas, se puede construir el auténtico bien del hombre, hecho para la verdad y el amor. Según el Santo Padre, "sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador" (ib., 9).
Después de esta premisa indispensable, en la que he querido poner de manifiesto algunos aspectos antropológicos y teológicos del texto pontificio, tal vez menos comentados en las notas periodísticas, deseo exponer ahora sólo algunos puntos, sin la pretensión de cubrir el vasto contenido de la encíclica, que, por lo demás, ya han profundizado de modo específico comentaristas autorizados, tanto en las páginas de "L'Osservatore Romano" como en otras publicaciones.
Superar antiguas y obsoletas dicotomías
Un mensaje importante que nos transmite la Caritas in veritate es la invitación a superar la ya obsoleta dicotomía entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio y moverse sobre todo por el propio interés; equivale a decir que no se es plenamente empresario si no se persigue la maximización del beneficio. En caso contrario, habría que contentarse con formar parte de la esfera de lo social.
Esta conceptualización, que confunde la economía de mercado, la cual es el genus, con una de sus species, como es el sistema capitalista, ha llevado a identificar la economía con el lugar de la producción de la riqueza (o del rédito) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma.
La Caritas in veritate nos dice, en cambio, que se puede hacer empresa también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-social. Esta es una manera concreta, aunque no la única, de colmar la brecha entre lo económico y lo social dado que una gestión económica que no incorporara en su interior la dimensión de lo social no sería éticamente aceptable, como también es verdad que una gestión social meramente redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos, a la larga no sería sostenible, pues antes de poder distribuir es necesario producir.
Hay que dar las gracias a Benedicto XVI de modo particular por haber subrayado que la gestión económica no es algo separado y ajeno a los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, que son: la centralidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común. Es preciso superar la concepción práctica según la cual los valores de la doctrina social de la Iglesia únicamente deberían encontrar espacio en las obras de índole social, mientras que a los expertos en eficiencia les correspondería la tarea de guiar la economía. Esta encíclica tiene el mérito, ciertamente no secundario, de contribuir a colmar esa laguna, cultural y política a la vez.
Al contrario de lo que se piensa, la eficiencia no es el fundamentum divisionis para distinguir lo que es empresa de lo que no lo es, y esto por la sencilla razón de que la categoría de la eficiencia pertenece al orden de los medios y no al de los fines. En realidad, hay que ser eficientes para conseguir lo mejor posible el fin que libremente se ha escogido para la propia acción. El empresario que se deja guiar por una eficiencia que sea fin en sí misma corre el peligro de caer en el eficientismo, que en la actualidad es una de las causas más frecuentes de destrucción de la riqueza, como tristemente confirma la actual crisis económico-financiera.
Ampliando un instante la perspectiva del discurso, decir mercado significa decir competencia, en el sentido de que no puede haber mercado donde no hay praxis de competencia (aunque lo contrario no sea verdad). Y no hay quien niegue que la fecundidad de la competencia está en el hecho de que implica la tensión, la dialéctica que presupone la presencia de otro y la relación con otro. Sin tensión no hay movimiento, pero el movimiento -esta es la cuestión- que produce la tensión puede ser también mortífero, es decir, generador de muerte.
Cuando la finalidad de la gestión económica no es la búsqueda de un objetivo común -como se deduciría de la etimología latina "cum-petere"- sino la "mors tua, vita mea" de Hobbes, el vínculo social se reduce a la relación mercantil y la actividad económica tiende a hacerse inhumana y, por lo tanto, en último extremo ineficiente. Así pues, igualmente en la competencia, la "doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o "después" de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente" (ib., 36).
Ahora bien, la Caritas in veritate nos ofrece el beneficio, ciertamente no pequeño, de tomar en gran consideración aquella concepción del mercado, típica de la tradición de pensamiento de la economía civil, según la cual se puede vivir la experiencia de la sociabilidad humana dentro de una vida económica normal y no fuera de ella o al margen de ella. Esta es una concepción que se podría definir alternativa, sea respecto a la que ve el mercado como lugar de la explotación y del atropello del fuerte sobre el débil, sea respecto a la que, en línea con el pensamiento anárquico-liberal, lo ve como lugar capaz de dar solución a todos los problemas de la sociedad.
Este modo de hacer empresa se diferencia de la economía de tradición smithiana, según la cual el mercado es la única institución realmente necesaria para la democracia y para la libertad. La doctrina social de la Iglesia nos recuerda, en cambio, que una buena sociedad ciertamente es fruto del mercado y de la libertad, pero que existen exigencias, atribuibles al principio de fraternidad, que no se pueden eludir ni remitir únicamente al ámbito privado o a la filantropía. Más bien, propone un humanismo de más dimensiones, en el que no se combate o "controla" el mercado, sino que se contempla como momento importante de la esfera pública -esfera que es mucho más amplia de lo meramente estatal- que, si se concibe y se vive como lugar abierto también a los principios de reciprocidad y del don, puede construir una sana convivencia civil.
A partir de la fraternidad el bien común
Abordo ahora uno de los temas presentes en la encíclica que, a mi parecer, ha suscitado cierto interés público por la novedad que implican los principios de fraternidad y de gratuidad en la gestión económica. "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano -dice Benedicto XVI-, necesita dar espacio al principio de gratuidad" (ib., 34). Hacen falta "formas económicas solidarias". En este sentido, es significativo el capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia", por lo cual "dicho pensamiento obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación". Y también: "El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz" (ib., 53-54).
La palabra clave que hoy expresa, mejor que cualquier otra, esta exigencia es la fraternidad. Fue la escuela de pensamiento franciscana la que dio a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo y que constituye el complemento y la exaltación del principio de solidaridad. De hecho, mientras la solidaridad es el principio de organización social que permite a los desiguales llegar a ser iguales en virtud de su igual dignidad y de sus derechos fundamentales, el principio de fraternidad es el principio de organización social que permite a los iguales ser diferentes, en el sentido de que pueden expresar de modo diverso su proyecto de vida o su carisma.
Lo aclaro más: las épocas que hemos dejado atrás, como el siglo XIX y sobre todo el XX, se caracterizaron por grandes batallas, tanto culturales como políticas, en nombre de la solidaridad, y esto fue algo bueno; piénsese en la historia del movimiento sindical y en la lucha por la conquista de los derechos civiles. Lo importante es que una sociedad orientada al bien común no puede contentarse con la solidaridad, sino que necesita una solidaridad que refleje la fraternidad, dado que, mientras la sociedad fraterna también es solidaria, lo contrario no es verdad necesariamente.
Si se olvida el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que decae el sentido de fraternidad y en la que todo se reduce a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes o a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de carácter público, se cae en la cuenta de por qué, a pesar de la calidad de las fuerzas intelectuales que actúan, no se ha llegado aún a una solución creíble del gran trade-off entre eficiencia y equidad. La Caritas in veritate nos ayuda a tomar conciencia de que la sociedad no es capaz de futuro si se disuelve el principio de fraternidad; es decir, no es capaz de progresar si existe y se desarrolla sólo la lógica del "dar para tener" o del "dar por deber". Por eso, ni la visión liberal-individualista del mundo, en la que todo -o casi- es intercambio, ni la visión estado-céntrica de la sociedad, en la que todo -o casi- constituye un deber, son guías seguras para poder salir del atolladero en el que se encuentran hoy nuestras sociedades.
Se plantea entonces la cuestión: ¿por qué vuelve a emerger como un río cárstico la perspectiva del bien común según la formulación que le ha dado la doctrina social de la Iglesia, después de al menos un par de siglos durante los cuales de hecho había desaparecido? ¿Por qué el paso de los mercados nacionales al mercado global, verificado durante el último cuarto de siglo, está actualizando de nuevo el discurso sobre el bien común? Anoto, de paso, que cuanto sucede forma parte de un movimiento de ideas más amplio en economía, un movimiento cuyo objeto es el vínculo entre religiosidad y performance económica. Partiendo de la consideración de que las creencias religiosas son de importancia decisiva para forjar los mapas cognoscitivos de las personas y para plasmar las normas sociales de comportamiento, este movimiento de ideas trata de investigar hasta qué punto el predominio en un determinado país -o territorio- de cierta matriz religiosa influye en la formación de categorías de pensamiento económico, en los programas de welfare, en la política escolar y así sucesivamente. Después de un largo período de tiempo, durante el cual la célebre tesis de la secularización parecía haber dicho la última palabra sobre la cuestión religiosa, al menos por lo que atañe al campo económico, lo que está aconteciendo hoy resulta verdaderamente paradójico.
No es muy difícil explicarse que haya vuelto al debate cultural contemporáneo la perspectiva del bien común, auténtica cifra de la ética católica en el ámbito socioeconómico. Como aclaró Juan Pablo ii en varias ocasiones, la doctrina social de la Iglesia no se debe considerar una teoría ética más entre las muchas que ya existen, sino una "gramática común" a todas ellas, porque está fundada en un punto de vista específico: interesarse por el bien humano. En realidad, mientras las diversas teorías éticas ponen su fundamento en la búsqueda de reglas (como sucede en el iusnaturalismo positivista, según el cual la ética deriva de la norma jurídica) o en la gestión (piénsese en el neo-contractualismo rawlsiano o en el neo-utilitarismo), la doctrina social de la Iglesia toma como su punto de Arquímedes el "estar con". El sentido de la ética del bien común explica que para poder comprender la acción humana es preciso situarse en la perspectiva de la persona que actúa (cf. Veritatis splendor, 78) y no en la perspectiva de la tercera persona (como hace el iusnaturalismo) o bien del espectador imparcial (como había sugerido Adam Smith). En efecto, dado que el bien moral es una realidad práctica, lo conoce principalmente no quien lo teoriza, sino quien lo practica: este es el que sabe identificarlo y, por lo tanto, escogerlo con certeza cada vez que está en discusión.
El principio del don en economía
Pasemos ahora a hablar del principio del don en economía. ¿Qué implica, en la práctica, acoger la perspectiva de la gratuidad dentro de la actuación económica? Benedicto XVI responde que mercado y política necesitan "personas abiertas al don recíproco" (cf. Caritas in veritate, 35-39). La consecuencia que se deriva de reconocer al principio de gratuidad un puesto de primer orden en la vida económica guarda relación con la difusión de la cultura y de la praxis de la reciprocidad. Junto a la democracia, la reciprocidad -definida por Benedicto XVI "la constitución íntima del ser humano" (ib., 57)- es valor que funda una sociedad. Más aún, también se podría sostener que la regla democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último.
¿En qué "lugares" la reciprocidad es de casa, o sea, dónde se practica y alimenta? La familia es el primero de esos lugares: piénsese en las relaciones entre padres e hijos, y entre hermanos y hermanas. En torno a la propia familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y las diferentes formas de asociaciones. ¿No es verdad que las relaciones entre los miembros de una familia o entre los socios de una cooperativa son relaciones de reciprocidad? Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente de cuán difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad. En la actualidad hay una inmensa necesidad de cooperación: precisamente por eso necesitamos extender las formas de gratuidad y reforzar las que ya existen. Las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia.
¿Cuál es la función propia del don? Hacer comprender que junto a los bienes de justicia están los bienes de gratuidad y, por consiguiente, que no es auténticamente humana la sociedad que se contenta únicamente con los bienes de justicia. El Papa habla de "la sorprendente experiencia del don" (ib., 34).
¿Cuál es la diferencia? Los bienes de justicia son los que nacen de un deber; los bienes de gratuidad son los que nacen de una obligatio. Es decir, son bienes que nacen del reconocimiento de que yo estoy unido a otro, el cual en cierto sentido es parte constitutiva de mí. Precisamente por eso la lógica de la gratuidad no se puede reducir, de forma simplista, a una dimensión puramente ética, pues la gratuidad no es una virtud ética. La justicia, como ya enseñaba Platón, es una virtud ética, y todos estamos de acuerdo en la importancia de la justicia, pero la gratuidad atañe más bien a la dimensión supra-ética de la acción humana porque su lógica es la sobreabundancia, mientras que la lógica de la justicia es la lógica de la equivalencia. Pues bien, la Caritas in veritate nos dice que una sociedad, para funcionar bien y para progresar, necesita que dentro de la praxis económica haya sujetos que comprendan qué son los bienes de gratuidad; en otras palabras, que se comprenda que es preciso hacer que en los circuitos de nuestra sociedad vuelva a fluir el principio de gratuidad.
Benedicto XVI invita a restituir el principio del don a la esfera pública. El don auténtico, afirmando el primado de la relación sobre su exoneración, del vínculo intersubjetivo sobre el bien donado, de la identidad personal sobre lo útil, debe poder encontrar espacio de expresión en todas partes, en cualquier ámbito de la acción humana, incluida la economía. El mensaje que nos deja la Caritas in veritate es pensar la gratuidad y, por tanto, la fraternidad, como cifra de la condición humana y por consiguiente ver en el ejercicio del don el presupuesto indispensable para que Estado y mercado puedan funcionar teniendo como objetivo el bien común. Sin prácticas difundidas de don, se podrá también tener un mercado eficiente y un Estado autorizado -e incluso justo-, pero ciertamente no se ayudará a las personas a realizar la alegría de vivir. Porque eficiencia y justicia, aunque vayan unidas, no bastan para asegurar la felicidad de las personas.
Las causas remotas de la crisis financiera
La Caritas in veritate analiza las causas profundas -y no sólo las causas próximas- de la crisis actual. No pretendo ahora repasarlas; me limitaré a sintetizar los tres factores principales de crisis identificados y analizados.
El primero se refiere al cambio radical en la relación entre finanzas y producción de bienes y servicios que se ha consolidado en el curso de las tres últimas décadas. Desde la mitad de los años 70 del siglo pasado, varios países occidentales han condicionado sus promesas en el ámbito de las pensiones a inversiones que dependían del aprovechamiento sostenible de los nuevos instrumentos financieros, exponiendo así a la economía real a los caprichos de las finanzas y generando la necesidad creciente de destinar a la remuneración de los ahorros invertidos en ellos cuotas de valor añadido. Las presiones sobre las empresas, derivadas de las bolsas y de los fondos de private equity, se han extendido en más direcciones: sobre dirigentes, inducidos a mejorar continuamente la performance de sus gestiones con el fin de recibir volúmenes crecientes de stock options; sobre los consumidores, para convencerlos a comprar cada vez más, aun sin poder adquisitivo; sobre las empresas de la economía real, para convencerlas a que aumenten el valor para el accionista. Así, ha sucedido que la demanda persistente de resultados financieros cada vez más brillantes ha repercutido sobre todo el sistema económico, hasta convertirse en un auténtico modelo cultural.
El segundo factor causal de la crisis es la difusión, en el ámbito de la cultura popular, del ethos de la eficiencia como criterio último de juicio y de justificación de la realidad económica. Por un lado, ello ha acabado por legitimar la codicia -que es la forma más conocida y difundida de avaricia- como una especie de virtud cívica: elgreed market que sustituye al free market. "Greed is good, greed is right" (la codicia es buena, la codicia es justa), predicaba Gordon Gekko, el protagonista de la célebre película "Wall Street", de 1987.
Por último, la Caritas in veritate analiza también la causa de las causas de la crisis: la especificidad de la matriz cultural que se ha ido consolidando en los últimos decenios, por un lado, sobre la ola del proceso de globalización y, por otro, por la llegada de la tercera revolución industrial, la de las tecnologías info-telemáticas. Un aspecto específico de esa matriz es la insatisfacción, cada vez más generalizada, respecto al modo de interpretar el principio de libertad. Como es sabido, son tres las dimensiones que constituyen la libertad: la autonomía, la inmunidad y la capacitación. La autonomía implica libertad de elección: no se es libre si no se está en condición de elegir. La inmunidad, en cambio, implica ausencia de coerción por parte de cualquier agente externo. Fundamentalmente es la libertad negativa, es decir, "estar libre de". Por último, la capacitación -literalmente, capacidad de acción- implica capacidad de elección, de conseguir, al menos en parte o en alguna medida, lo que el sujeto se propone. No se es libre si nunca -o al menos en parte- se logra realizar el propio proyecto de vida.
Como se puede comprender, el desafío que hay que afrontar es hacer que coexistan las tres dimensiones de la libertad; por esta razón, el paradigma del bien común se presenta como una perspectiva muy interesante que conviene explorar.
A la luz de lo dicho se puede comprender por qué la crisis financiera no se puede considerar como un hecho inesperado ni inexplicable. Precisamente por eso, sin quitar nada a las indispensables intervenciones de regulación y a las necesarias formas nuevas de control, no lograremos impedir que surjan en el futuro episodios análogos si no se extirpa el mal de raíz, es decir, si no se interviene sobre la matriz cultural que sostiene el sistema económico. A las autoridades de gobierno esta crisis les transmite un doble mensaje. En primer lugar, que la crítica sacrosanta al "Estado intervencionista" de ningún modo puede hacer que se desconozca el papel central del "Estado regulador". En segundo lugar, que las autoridades públicas situadas en los diversos niveles de gobierno deben permitir, más aún, favorecer el nacimiento y el reforzamiento de un mercado financiero pluralista, o sea, un mercado en el que puedan actuar en condiciones de igualdad objetiva sujetos diferentes en lo que atañe al fin específico que atribuyen a su actividad. Pienso en los bancos del territorio, en los bancos de crédito cooperativo, en los bancos éticos, en los distintos fondos éticos. Se trata de entidades que no sólo no proponen en sus ventanillas finanzas creativas, sino que sobre todo desempeñan un papel complementario, y por tanto equilibrador, respecto a los agentes de las finanzas especulativas. Si en las últimas décadas las autoridades financieras hubieran eliminado los numerosos vínculos que pesan sobre los sujetos de las finanzas alternativas, la crisis actual no habría tenido el poder devastador que estamos conociendo.
Conclusión
Antes de concluir, deseo dar las gracias al presidente del Senado de la República Italiana, el honorable Schifani, por haberme permitido ilustrar a este cualificado auditorio algunos rasgos de la última encíclica de Benedicto XVI.
De algún modo, es como si volviera hoy el Santo Padre a esta sede del Senado de la República, donde el entonces cardenal Joseph Ratzinger impartió el 13 de mayo de 2004, en la biblioteca del Senado mismo, una lectio magistralis, que no se ha olvidado, sobre el tema: "Europa. Sus fundamentos espirituales ayer, hoy y mañana".
Es interesante notar cómo en aquella intervención el futuro Pontífice abordó, entre otros, algunos temas que volvemos a encontrar hoy en su última encíclica. Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de la razón profunda de la dignidad de la persona y de sus derechos: estos -dijo el entonces cardenal Ratzinger- "no son creados por el legislador, ni conferidos a los ciudadanos; "más bien, existen por derecho propio y el legislador debe respetarlos siempre, pues se le han dado previamente como valores de orden superior". Esta validez de la dignidad humana previa a toda acción política y a toda decisión política remite en definitiva al Creador: sólo él puede establecer valores que se fundan en la esencia del hombre y que son intocables. El hecho de que existan valores que no pueden ser manipulados por nadie es la verdadera garantía de nuestra libertad y de la grandeza humana; la fe cristiana ve en ello el misterio del Creador y de la condición de imagen de Dios que él ha conferido al hombre".
En la Caritas in veritate Benedicto XVI repite que "se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos" cuando "se les priva de su fundamento trascendente" (ib., 56), es decir, cuando se olvida que "Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente" (ib., 29).
También en esa lectio magistralis impartida hace cinco años, el actual Pontífice recordó que "un segundo punto en el que aparece la identidad europea es el matrimonio y la familia. El matrimonio monógamo, como estructura fundamental de la relación entre un hombre y una mujer, y al mismo tiempo como célula en la formación de la comunidad estatal, se ha forjado a partir de la fe bíblica. Este matrimonio ha dado a Europa, tanto a la occidental como a la oriental, su rostro particular y su humanidad particular, también y precisamente porque la forma de fidelidad y de renuncia aquí trazada debió ser conquistada siempre de nuevo, con muchos esfuerzos y sufrimientos. Europa no sería ya Europa si esta célula fundamental de su edificio social desapareciera o se modificara esencialmente".
En la Caritas in veritate esta advertencia se extiende hasta alcanzar una dimensión universal, podríamos decir global, y se dirige a todos los responsables de la vida pública. En ella leemos: "Se convierte (...) en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los Estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional" (ib., 44).
Ciertamente la Caritas in veritate, como afirma en su título oficial, se dirige a todos los miembros de la Iglesia católica y "a todos los hombres de buena voluntad". Con todo, me parece que, por los principios que ilumina, por los problemas que afronta y por las directrices que ofrece, este documento pontificio, que suscitó tanta expectativa antes, y después tanta atención y tanto aprecio, de modo particular en el ámbito social, político y económico, puede encontrar un eco singular en esta sede institucional que es el Senado de la República.
Estoy convencido de que, más allá de las diferencias de formación y de convicciones personales, quienes tienen la delicada y honrosa responsabilidad de representar al pueblo italiano y de ejercer por mandato suyo el poder legislativo, pueden hallar en las palabras del Papa una elevada y profunda inspiración en el cumplimiento de su misión, a fin de responder adecuadamente a los desafíos éticos, culturales y sociales que hoy nos interpelan y que con gran lucidez y plenitud nos presenta la encíclicaCaritas in veritate.
Mi deseo es que este documento del Magisterio eclesial, que hoy he tratado de ilustraros, al menos en parte, encuentre en esta sede la atención que merece y así dé frutos positivos y abundantes por el bien de cada persona y de toda la familia humana, comenzando por la querida nación italiana.
ZENIT
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El Papa, feliz en Castel Gandolfo
MUNDO
La emigración desafía a la paz, según un obispo en tierras musulmanas
Estados Unidos: Buscando un terreno común para hablar sobre el aborto
Roma recuerda a San Ignacio en su día
Un museo de Canadá expone al público 17 documentos de Qumrán
Canadá: movilización contra la legalización de la eutanasia
La Institución Teresiana prepara su primer centenario
Hallado el cuerpo sin vida de un sacerdote en el sur de la India
El cardenal Hummes presidirá en Ars la misa de la fiesta del santo cura
El Centro Don Bosco en el Congo, premiado por Unicef
Mil millones de personas sufren hambre mientras disminuyen las ayudas
ESPIRITUALIDAD
Y al séptimo día descansó
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ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 27 de julio de 2009
SANTA SEDE
El Papa quiere ir a Turín a ver la Sábana Santa
Nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional
El colombiano Luis R. Zarama, obispo auxiliar de Atlanta
MUNDO
Denuncian que una norcoreana fue ejecutada por tener una Biblia
La India: Se celebrará en Orissa la Jornada para la Paz y la Armonía
Costa Rica celebra el Día Nacional de la Vida antes de Nacer
Arzobispado apela a la libertad religiosa ante ataques a iglesias de Barcelona
Campaña multimedia del episcopado mexicano a favor de la familia
Jóvenes apóstoles: frutos del Congreso Juvenil Misionero en México
La Eucaristía, prioridad pastoral de los obispos de Asia
INFORME ESPECIAL
Testigos de Jehová y rechazo de la sangre: el punto de vista bíblico
DOCUMENTACIÓN
Homilía de Benedicto XVI en Aosta: Dios nunca nos abandona
Santa Sede
El Papa quiere ir a Turín a ver la Sábana Santa
Confirmó este domingo al arzobispo de esta ciudad
LES COMBES, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pretende ir a Turín para ver la Sábana Santa con motivo de la exposición que tendrá lugar el próximo año, según él mismo ha confirmado al arzobispo de esa arquidiócesis.
Así lo ha revelado el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en una declaración de este lunes, en la que confirma que el Papa almorzó este domingo en Les Combes con algunos invitados, entre los que se encontraba el cardenal Severino Poletto, y el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi.
"El cardenal Poletto actualizó al Papa sobre la preparación de la exposición de la Sábana Santa en la primavera del próximo año, y el Papa le confirmó su intención de visitar Turín con ese motivo, en una fecha por precisar", informa el portavoz vaticano.
La exposición de la Sábana Santa, después de la última, que tuvo lugar hace diez años, está prevista del 10 de abril al 23 de mayo de 2010, según ha confirmado la arquidiócesis, que ha abierto una página dedicada a esta reliquia desde el que se podrán hacer las reservas (http://www.sindone.org).
En el año 2010, por primera vez, será posible ver directamente la Sábana Santa tras la intervención de restauración a la que fue sometida en 2002, en la que se extrajeron los bordes de tejido quemados en el incendio de 1532 en Chambéry, descosidos los "remiendos" aplicados por religiosas clarisas, despegado el paño de Holanda sobre el cual había sido fijada en 1534. El Sudario ahora es expuesto en un nuevo soporte.
En esta ocasión, se ha previsto también un nuevo recorrido para informar a los visitantes sobre la historia y significado del lienzo, complementado con documentos fotográficos inéditos de alta resolución.Según explica la arquidiócesis durante el período de la exposición se espera que el Papa celebre la misa en el atrio de la catedral.
Últimos días de vacaciones para el Papa
Después de haber presidido este domingo el Ángelus junto a unos cinco mil peregrinos y del almuerzo con sus huéspedes, el Santo Padre realizó este domingo un breve paseo.
En este lunes y martes, el Papa no tenía "compromisos particulares", según revela el padre Lobardi. Son días dedicados "a la oración, el estudio y la lectura".
El Papa se despedirá en la mañana de este miércoles de Les Combes, en particular, de las personas que han hecho posible estos días de descanso, en particular, las fuerzas de seguridad, los bomberos, la protección civil, así como a las autoridades locales.
Hacia las 5 p.m, el Papa viajará en helicóptero al aeropuerto de Turín, Caselle, para tomar un avión a Roma (aeropuerto de Ciampino). Desde allí viajará en coche a la residencia de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma, donde trabajará el resto del verano.
Nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional
Mario Ángel Flores, Javier Prades y Guillermo Zuleta forman parte de la entidad
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado a nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional y ha renovado en el cargo a los demás del pasado quinquenio, informó este sábado la Oficina de Información de la Santa Sede.
La Comisión fue instituida por el Papa Pablo VI, respondiendo a la propuesta realizada por el primer Sínodo de los Obispos, celebrado tras el Concilio Vaticano II, el 11 de abril de 1969.
La función de la Comisión es ayudar a la Santa Sede, especialmente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a examinar cuestiones doctrinales de mayor importancia.
La Comisión se compone de teólogos de diversas escuelas y naciones, eminentes por ciencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.
Está presidida por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, actualmente el cardenal William Joseph Levada.
Los miembros -en número no superior a 30- son nombrados por el Santo Padre por cinco años a propuesta del cardenal prefecto de la Congregación y tras consulta con las Conferencias Episcopales.
Tras los nombramientos y renovaciones de los miembros, la Comisión Teológica Internacional ha quedado compuesta por los siguientes miembros:
- Charles MOREROD, O.P., Secretario General.
- Peter Damian AKPUNONU (Nigeria), profesor de exégesis bíblica en la Universidad St. Mary of the Lake de Mundelein (Estados Unidos)
- Serge Thomas BONINO, O.P., profesor de filosofía en el Estudio Dominico y el Institut Catholique de Toulouse (Francia).
- Geraldo Luis BORGES HACKMANN, profesor de teología sistemática en la Universidad de Puerto Alegre (Brasil).
- Sara BUTLER, M.S.B.T., profesora de teología sistemática en el Seminario St. Joseph de Nueva York (Estados Unidos).
- Antonio CASTELLANO, S.D.B. (Chile), profesor de teología sistemática en la Universidad Pontificia Salesiana, Roma.
- Adelbert DENAUX, profesor de teología bíblica en el Seminario León XIII de Lovaina (Bélgica).
- Marco DOLDI, profesor de teología moral en la Facultad Teológica de la Italia Septentrional, Sección de Génova.
- Gilles EMERY, O.P., profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza).
- Mario Angel FLORES, profesor de teología sistemática en la Facultad Teológica Mexicana (México).
- Francis GUSTILO, S.D.B., profesor de teología y espiritualidad en el Centro de Estudios Don Bosco de Parañaque, Manila (Filipinas).
- Barbara HALLENSLEBEN (Alemania), profesora de teología y de ecumenismo en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza).
- Savio HON TAI-FAI, S.D.B., profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico de Hong Kong (China).
- Tomislav IVANČIĆ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Zagreb (Croacia).
- István IVANCSÓ, profesor de teología oriental en Nyíregyháza (Hungría).
- Tony KELLY, C.S.S.R, profesor de teología moral en la Universidad Católica Australiana de Canberra (Australia).
- Jan W. M. LIESEN, profesor de teología bíblica en el Seminario de Rolduc (Países Bajos).
- Monseñor Paul McPARTLAN (Gran Bretaña), profesor de teología sistemática en la Universidad Católica de América, Washington (Estados Unidos).
- Thomas NORRIS, profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico Saint Patrick's College de Maynooth (Irlanda).
- Javier PRADES LÓPEZ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Madrid (España).
- Johannes REITER, profesor de teología moral en la Facultad de Teología de Maguncia (Alemania).
- Paul ROUHANA, O.L.M., profesor de teología espiritual en la Universidad Espíritu Santo de Jounieh (Líbano).
- Leonard SANTEDI KINKUPU, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Kinshasa (República Democrática del Congo).
- Michael SCHULZ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de la Universidad de Bonn (Alemania).
- Pierangelo SEQUERI, profesor de teología fundamental en la Facultad Teológica de la Italia Septentrional, Milán.
- Thomas SOEDING, profesor de exégesis del Nuevo Testamento en el Seminario Católico Teológico de Wuppertal (Alemania).
- Monseñor Jerzy SZYMIK, profesor de teología sistemática en la Universidad de Katowice (Polonia).
- Philippe VALLIN, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de la Universidad de Estrasburgo (Francia).
- Dominic VELIATH, S.D.B., profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Bangalore (India).
- Guillermo ZULETA, profesor de teología sistemática y de derecho canónico en la Universidad de Medellín (Colombia).
El colombiano Luis R. Zarama, obispo auxiliar de Atlanta
Era vicario general de la arquidiócesis estadounidense
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado al colombiano Luis R. Zarama nuevo obispo auxiliar de la arquidiócesis estadounidense de Atlanta, informó este lunes la Oficina de Información de la Santa Sede.
Zarama era hasta ahora vicario general de la misma arquidiócesis de Atlanta. Benedicto XVI le ha asignado la sede titular episcopal de Bararo.
El nuevo obispo nació el 28 de noviembre de 1958 en Pasto (Colombia), en cuyo Seminario estudió. Se licenció en filosofía y teología en la Universidad Mariana, y en Derecho Canónico en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Fue ordenado sacerdote para la arquidiócesis de Atlanta el 27 de noviembre de 1993. Tras ejercer su ministerio en varias parroquias de esta arquidiócesis del norte del estado de Georgia, trabajó como abogado en el Tribunal de Apelación del Tribunal metropolitano de Atlanta.
Ha ejercido como Defensor del Vínculo desde 1997 y como vicario judicial desde el año 2008. Desde el año 2000 es subdirector de Vocaciones y ocupaba el cargo de vicario general desde el año 2006.
Habla inglés y español y el 4 de julio de 2004 se convirtió en ciudadano americano. El 10 de febrero de 2007 fue nombrado Capellán de Su Santidad.
Zarama ayudará al arzobispo Wilton D. Gregory, S.L.D., en el gobierno de la diócesis de Atlanta, que incluye 69 condados, entre ellos Lincoln, McDuffie, Warren, Hancock, Baldwin, Punam, Jasper, Monroe, Upson, Meriwether y Troup.
Mundo
Denuncian que una norcoreana fue ejecutada por tener una Biblia
Aumentan las ejecuciones de cristianos según grupos de derechos humanos
PYONGYANG, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos en Corea del Sur han denunciado el aumento de las ejecuciones de cristianos en Corea del Norte, algunas de ellas en público.
El informe de varias organizaciones surcoreanas destaca el caso de una mujer que fue ajusticiada en público el mes pasado, en una localidad norcoreana cercana a la frontera con China.
Según indica Andre Vornic, corresponsal de BBC en Asia, la mujer fue acusada de distribuir biblias, espiar para Corea del Sur y Estados Unidos y colaborar con disidentes.
El gobierno de Estados Unidos sostiene que el hecho de poseer una biblia en el país comunista puede ser motivo de torturas y desaparición, afirma Vornic.
De acuerdo a las denuncias, los padres de esta mujer, su marido y sus hijos fueron enviados a un campo de detención. El corresponsal de la BBC añade que aunque estas informaciones son muy difíciles de comprobar, Corea del Norte es conocida por su intolerancia hacia la religión.
Según informa la agencia AP, la mujer ejecutada era una madre de tres hijos, Ri Hyon-ok, de 33 años. Fue ajusticiada en la ciudad del noroeste de Ryongchon el 16 de junio, según un informe de la Comisión Investigadora de Crímenes contra la Humanidad, publicado el viernes. El informe no ha podido ser verificado.
Pero sigue a los testimonios de disidentes norcoreanos e informes de grupos de derechos humanos que exponen cada vez con más frecuencia la persecución religiosa y violaciones de derechos en el país comunista.
El mes pasado, la Voz de los Mártires (VOM) advirtió que, a través de un fax anónimo aparentemente de la embajada norcoreana de Finlandia, decía que "algo muy malo sucedería" a los trabajadores de VOM si la organización continúa su proyecto de compartir el Evangelio. La advertencia era la respuesta a la obtención de VOM de números fax de Corea del Norte y su envío de faxes conteniendo mensajes cristianos y pasajes de la Escritura.
Corea del Norte ha sido calificada como el peor perseguidor de cristianos durante siete años consecutivos en la Lista de 2009 de Open Doors Watch.
Los norcoreanos son obligados a practicar un culto a la personalidad que incluye a Kim Jong-Il y su difunto padre. Cualquier otra religión, en especial la cristiana está prohibida.
Si se descubre que alguien es cristiano o posee una Biblia, es enviado a los campos de trabajo administrados por el Gobioerno o debe afrontar la ejecución pública.
Se cree que decenas de miles de cristianos están actualmente sufriendo en los campos de prisioneros de Corea del Norte, según Open Doors. Se sospecha que el régimen tiene detenidos a más prisioneros políticos y religiosos que cualquier otro país del mundo.
Hay algunas iglesias en la capital, Pyongyang, pero son principalmente para enseñarlas. No está claro si estas iglesias están abiertas sólo cuando los extranjeros las visitan o son sólo usadas por extranjeros. De todos modos, este puñado de iglesias no son para los ciudadanos norcoreanos, según los disidentes.
La Comisión Investigadora de Crímenes contra la Humanidad, una coalición de 50 grupos activistas, está pidiendo que el líder norcoreano Kim Jong-Il sea acusado de crímenes contra la humanidad.
A pesar de la persecución, se estima que unos treinta mil norcoreanos practican el cristianismo en sus hogares y en secreto.
Por Nieves San Martín
La India: Se celebrará en Orissa la Jornada para la Paz y la Armonía
El 23 de agosto, en el escenario de atentados contra los cristianos
BHUBANESWAR, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- A un año de la oleada de violencia contra los cristianos que sacudió al estado de Orissa, la India, los cristianos piden que se celebre el próximo 23 de agosto una Jornada para la Paz y la Armonía.
La violencia se desencadenó a raíz del asesinato del swami (título respetuoso de exponentes hindúes) Laxamananda Saraswati, del que se culpó injustamente a los cristianos.
La propuesta hecha a las autoridades civiles, informa el diario vaticano "L'Osservatore Romano", es fruto del empeño del fórum ecuménico presidido por el arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, Raphael Cheenath.
En un comunicado del organismo, se afirma que "la paz y la armonía se rompieron por el horrible homicidio del swami, tras el cual estalló la violencia contra hombres, mujeres y niños en el distrito de Kandhamal y en todo Orissa. Los criminales mancharon la imagen de Orissa y de India a los ojos de la comunidad internacional".
El comunicado subraya además que "los cristianos esperan con paciencia que los verdaderos culpables sean castigados según la ley" pero que es también importante que "semejantes eventos no se repitan" y, por esto, añade "es necesario declarar el 23 de agosto como día de paz y armonía, para que los planes diabólicos de los criminales de dividir la sociedad por motivos religiosos sean detenidos".
"Debemos --añade-- perdonar y olvidar el pasado y construir una fuerte e integrada sociedad civil que no sea devastada por los planes de los criminales".
El fórum, al que se han adherido incluso los líderes de las minorías de Orissa, Swarupananda Patra y el portavoz del Consejo Cristianos Utkal, Bibhudata Das, ha propuesto además un plan con varios puntos para "desarraigar la campaña de odio y violencia de la pacífica Orissa".
En este sentido, convoca a la sociedad civil a la unidad, para combatir los planes que promueven discordia y divisiones. Además solicita al Gobierno que garantice la necesaria seguridad a las minorías y extender la protección también a los swamis, a sus seguidores y a los asrhams (lugares religiosos), porque la violencia contra los líderes hindúes es utilizada como pretexto por los criminales para atacar a las minorías.
El fórum subrayar la dramática situación de los numerosos refugiados que viven todavía en los campos de socorro montados por el Gobierno, sobre todo en la zona de Kandhamal.
El arzobispo Cheenath exhorta a las autoridades estatales a tomar las necesarias medidas para asistir de manera adecuada a los refugiados que tienen miedo de volver a sus aldeas a causa de la persistencia de amenazas por parte de los extremistas hindúes.
"Queremos dar a todos los hombres de buena voluntad --afirma el arzobispo-- un mensaje positivo, de perdón y reconciliación, para construir juntos una sociedad pacífica, justa y fraterna".
"Unámonos --concluye el prelado-- por la paz y la armonía en el estado de Orissa y en toda la India".
En Orissa, como en otros estados de la India, aún no habiéndose repetido las oleadas de violencia contra los cristianos, se registran todavía episodios aislados pero repetidos de agresiones y amenazas.
El reciente informe provisional de la comisión investigadora del Gobierno de Orissa sobre la violencia fue acogido con desilusión por la comunidad cristiana.
El arzobispo Cheenath a este propósito declaró que "no hace falta una investigación para conocer mejor la verdad, sino que hace falta la intención política de poner en práctica lo que dice la Constitución india y la ley".
El prelado recordó que "la Iglesia es víctima de la violencia" y que ni él ni la comunidad cristiana fueron consultados para la publicación del informe provisional.
Para el arzobispo "las investigaciones realizadas de este modo corren el riesgo de convertirse en una pérdida de tiempo y de justificar la penosa tendencia a evitar dar los nombres de los culpables y arrestarles enseguida".
Mientras tanto, otras dos personas, un joven y su mujer, del partido comunista-maoísta, se entregaron a la policía admitiendo su implicación en el asesinato del swami Laxamananda Saraswati, de cuya muerte son todavía falsamente acusados los cristianos.
Anteriormente otras tres personas, dos hombres y una mujer, también seguidores del partido, se presentaron a la policía admitiendo su implicación en el homicidio.
Por Nieves San Martín
Costa Rica celebra el Día Nacional de la Vida antes de Nacer
La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto, dicen los obispos
SAN JOSÉ, lunes, 27 de julio 2009 (ZENIT-org).- Hoy 27 de julio Costa Rica celebra el Día de la Vida antes de Nacer, cuya fecha se creó por decreto ejecutivo por la presidencia de la República desde 1999.
Con este motivo, los obispos que integran la Junta Directiva de la Conferencia Episcopal publicaron el 24 de julio un comunicado en el que afirman que "la vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto".
En un comunicado enviado a ZENIT, los obispos de Costa Rica señalan que, como pastores, se unen "a quienes han optado por Cristo como fuente inagotable de vida y a todas las personas de buena voluntad, que de manera valiente se enfrentan a la cultura de muerte que el mundo secularizado pretende imponer".
La radicalidad de los valores del Reino, según los pastores costarricenses, no admite ambigüedades: "La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción".
"Dado que el matrimonio natural --añaden--, es el ambiente querido por Dios desde el principio para que se engendren nuevas vida, vemos con mucha esperanza que todavía son muchas las mujeres y hombres que han preparado y se preparan adecuadamente para la vida matrimonial, mediante un noviazgo serio, honesto y virtuoso. Garantizando así a la sociedad un futuro mejor, pues al prepararse para la unión indisoluble se mantendrá firme la estructura social fundamental de la sociedad y el desarrollo integral de los ciudadanos".
Así mismos felicitan "a las mujeres y hombres que son generosos, y ofrecen su vida por sus hijos, tesoro que han recibido como don gratuito de Dios".
Afirman que estas personas "trabajan sin cesar por la construcción de la Civilización del Amor y la Cultura de la Vida, porque son discípulos de Cristo y misioneros en la iglesia doméstica, en la familia".
"Los cónyuges que son conscientes de que los hijos son más importantes que muchos
lujos y comodidades --añaden--, pero que al mismo tiempo son responsables en la educación y atención de sus hijos, cumplen con la vocación a la que han sido llamados y hacen un bien invaluable a la sociedad".
"Cada niño y niña es una esperanza para la humanidad", afirman los prelados.
En ésta ocasión, felicitan a las mujeres, "que según el plan de Dios, admiran y respetan el maravilloso proceso del embarazo".
"Indudablemente --subrayan--, cada ser humano inicia su vida en el momento de la concepción (unión del óvulo con el espermatozoide), y desde ese instante experimenta biológicamente los cambios más admirables e importantes de toda su vida".
No obstante, señalan los obispos, "en no pocas ocasiones, los futuros padres de frente a un embarazo inesperado pueden ver agravada su situación de vida por la pobreza, la agresión, la carencia de empleo, reducidas oportunidades de estudio, la soledad y el vacío afectivo, la falta de apoyo familiar y social".
Pero, según los prelados "el origen de la crisis no es el embarazo en sí, sino las circunstancias adversas. Por lo que el Estado, la sociedad civil y la Iglesia misma se deben esforzar por ofrecer la ayuda necesaria, para que el mismo signifique siempre motivo de alegría y de esperanza, desechando todo intento de eliminar aquella vida inocente".
Afirman que "desde el embarazo se inicia una relación entre la madre y el padre con su hija o hijo".
"Esta relación --subrayan-- se hará cada vez más sólida con el nacimiento y las diferentes etapas de la vida que vivirán juntos los progenitores y sus hijos. Cada etapa requerirá de una donación por parte de los padres, y una educación integral que
asumirán todos los miembros de la familia".
Los obispos de Costa Rica expresan su deseo de manifestar su "compromiso con los padres y madres, que se esfuerzan por vivir el Evangelio de la Vida".
"La Iglesia en nuestro país --concluyen--, a través de las Parroquias y su acción pastoral, les extiende la mano para apoyarlos durante el embarazo, en la educación de la niñez y juventud, la preparación para el matrimonio y el acompañamiento, para que la su unión conyugal sea imagen y semejanza de Dios uno y trino".
Arzobispado apela a la libertad religiosa ante ataques a iglesias de Barcelona
Pintadas y candados en una veintena de templos
BARCELONA, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El respeto y la defensa del ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto de los ciudadanos es "un elemento integrante de una sociedad auténticamente democrática", destacó el arzobispado de Barcelona tras los ataques de un grupo anarquista a una veintena de iglesias de la ciudad.
Un grupo anarquista realizó pintadas ofensivas y amenazantes en las fachadas de una veintena de iglesias de distintos barrios de Barcelona y colocó candados en las puertas que impedían el acceso a algunas de ellas, la noche del sábado al domingo.
Como respuesta, el arzobispado de Barcelona emitió este lunes un comunicado a través del cual "lamenta profundamente estas actuaciones y manifiesta que el derecho a la libertad religiosa y de culto de los ciudadanos es un derecho fundamental reconocido en la Constitución española".
Un portavoz del arzobispado de Barcelona, Jordi Piqué, explicó a ZENIT que las acciones van más allá de las pintadas porque se ha dificultado la entrada a algunas iglesias, tratando de impedir el culto, es decir, el derecho a la libertad religiosa.
Un grupo autodenominado La Gallinaire ha reivindicado la autoría de estas acciones, perpetradas "para conmemorar una semana de lucha popular que los curas bautizaron como trágica", indica el grupo en un comunicado.
Por Patricia Navas
Campaña multimedia del episcopado mexicano a favor de la familia
La Iglesia alza la voz con el Evangelio contra la violencia
MÉXICO, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Al poner en marcha la campaña "Familia, sé lo que eres", el episcopado mexicano anunció, también, la puesta en marcha próxima de una campaña para "alzar la voz" contra la inseguridad y la violencia.
La Iglesia católica en el país confía en que la efectividad del Evangelio traiga paz al caos que se vive en México, aseguraron el padre Omar Sotelo Aguilar y el padre Carlos Cardona, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para la Comunicación y titular de Pastoral de Comunicación de la arquidiócesis de Tlanepantla, respectivamente.
Ambas campañas, a favor de la vida y en contra de la violencia, se producen en momentos --dijo el padre Sotelo Aguilar-- en que la Iglesia católica está siendo parte del tema de la inseguridad que experimenta el país, "pues en casi todas las 18 provincias eclesiásticas (de México) se experimenta la violencia del narcotráfico".
La campaña, al igual que la que comenzó este domingo para exaltar los valores de la familia y que lleva por nombre "Familia sé lo que eres", "será trasmitida por todos los órganos de difusión con que cuenta la Iglesia, desde impresos hasta Internet, y con la expectativa de que, más tarde, puedan sumarse otras innovaciones tecnológicas", agregó Sotelo Aguilar.
Para lograr ese objetivo, la Iglesia católica mexicana recurrirá a las redes sociales en Internet y al envío de materiales interactivos que se puedan descargar en teléfonos móviles y dispositivos de nueva tecnología. Entre los materiales a trasmitir serán diveras oraciones, el Evangelio del día e, incluso, el Rosario, así como formar parte de redes sociales de Iglesia, como ha diseñado ya la qruidiócesis de Tlanepantla.
"La intención --dijo el padre Carlos Cardona-- es hacer llegar el Evangelio de forma más moderna a la feligresía, sobre todo a los más jóvenes, así como las campañas de la Iglesia católica, como la campaña sobre la familia" que inició este domingo 26 de julio en todo el país.
Según Sotelo Aguilar, "hay que empezar a evangelizar de una manera más moderna; el mensaje es el mismo, lo que cambia es la forma en la que llega: es hablarle al hombre de hoy con los medios de hoy". En ese sentido, se ha creado ya el Centro Católico Multimedial y se buscará entrar en la red 2.0 para trabajar sobre todo con los jóvenes.
Durante la próxima asamblea general de la CEM, a celebrarse en noviembre de 2009, se presentará la iniciativa de crear la Comisión Episcopal de Pastoral de la Informática, adelantó el secretario ejecutivo de Pastoral de Comunicación de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien agregó que además de recurrir a redes como Twitter o Facebook, los obispos prevén tener una red propia.
Por lo que respecta a la campaña "Familia sé lo que eres", arrancó con cinco anuncios interactivos en los que se presentan diversas situaciones de conflicto familiar, que deben (y pueden) ser resueltas por los padres de familia.
Dichos promocionales se pueden consultar en: http://www.familia2009.riialmexico.org.mx y en www.cem.org.mx
Por Jaime Septién
Jóvenes apóstoles: frutos del Congreso Juvenil Misionero en México
Chicos y chicas reflexionan sobre su vocación a la luz de Aparecida
TEPIC, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Alrededor de diez mil jóvenes participaron el décimo Congreso Nacional Juvenil Misionero (Conajum) de México, que se realizó del 23 al 26 de julio en la ciudad de Tepic.
Durante este evento, los jóvenes reflexionaron sobre su vocación misionera en campos concretos como la comunicación social, la pastoral, nueva evangelización, la madurez humana, la espiritualidad y la educación.
Provenían de diversas diócesis de México así como del sur de Estados Unidos y de algunos países latinoamericanos. Por medio de charlas, paneles y foros analizaron temas como la la formación, la familia, una cultura de la vida, la vocación, el fenómeno de la globalización, el cambio de época, los valores, la cristología, la eclesiología y el Espíritu Santo.
El evento comenzó con una marcha hacia de las instalaciones de la Feria de Nayarit, sede de este evento, a la Catedral principal de Tepic.
Con pancartas, banderas de las diferentes delegaciones, globos y cantos, los participantes del evento manifestaron su alegría por su encuentro con Cristo y por la experiencia de discipulado y misión, temas centrales en este congreso.
Cinco trailers, adaptados como carros alegóricos, decorados y con escenas que representaban los cinco continentes, abrían la marcha que durante una hora paralizó el tráfico de esta población mexicana.
La comitiva la encabezaban varios obispos, entre ellos monseñor Ricardo Watty, obispo de Tepic; monseñor Oscar Roberto Domínguez, de Tlapa; monseñor José Francisco González, auxiliar de Guadalajara y monseñor Alfonso Humberto Robles, Emérito de Tepic.
También estaban al frente de esta multitudinaria marcha cinco jóvenes cargando una cruz grande de madera y otros cuatro jóvenes cargando la imagen de la Virgen de Nuestra del Rosario de Talpa.
La marcha culminó con una fiesta al costado de la catedral en la que se presentaron bailes de la región que ofreció el Ballet Folklórico de Mezcaltitlán, música de banda, fuegos artificiales y momentos de alabanzas a Dios.
"Nuestra identidad católica, queridos jóvenes, es identidad misionera", dijo durante la homilía de la misa de apertura el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico del Papa en México.
"Sólo si se es misionero, se es católico, porque la Iglesia es, por naturaleza, misionera, y sus miembros, cada discípulo, es católico en la medida en que logre hacer que su corazón palpite con dimensión universal", aseguró el Nuncio.
Varios jóvenes dieron su testimonio en la página oficial del evento (http://conajumtepic.org). Entre ellos José Antonio Romero Leyva, de 20 años, proveniente de Puerto Vallarta, confiesa que al regresar a su casa espera que este congreso "me ayude a tomar las herramientas necesarias: la oración y la Palabra, para ser un buen misionero y seguidor de Cristo"
Misioneros alimentados por la Palabra
Según los testimonios de los participantes, en la escucha de la Palabra es en donde surge la vocación del Discípulo-Misionero. Una vocación que debe entenderse como "camino de confección permanente de nuestra propia vida, donde el misionero siempre está aprendiendo".
"Actualmente el mundo se encuentra cada vez mas deshumanizado"dice Mónica Cisneros, una de las participantes, proveniente de Querétaro.
"Parte de la formación que nos están compartiendo aquí nos va ayudar a implementar esa espiritualidad que hace falta en todos lados, desde la familia, hasta en la casa", aseguró la joven participante.
Jóvenes misioneros de los jóvenes
En la clausura, monseñor Ricardo Watty Urquidi, obispo de Tepic, explicó a los jóvenes que deben convertirse en los nuevos misioneros de Cristo, como pidieron los obispos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe celebrada en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007.
"Necesitamos predicar, dejar de ser simples bautizados, desde Aparecida, los obispos decimos: hemos bautizado pero no evangelizado", afirmó en la homilía de la celebración eucarística de clausura.
"En Aparecida, los obispos reiteramos la opción por los jóvenes. Aun nos quedamos limitados por ustedes, ayúdennos a sus pastores a optar por los jóvenes como en Aparecida, para ayudarles a ustedes a ser discípulos de Jesús, para que lo escuchen y se enamoren".
"Jóvenes evangelizadores de los jóvenes, eso queremos los obispos", concluyó, afirmando que el espíritu que surgió de Aparecida debe convertirse en un nuevo Pentecostés.
La Eucaristía, prioridad pastoral de los obispos de Asia
Asamblea Plenaria de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia
BANGKOK, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- La novena edición de la Asamblea Plenaria de la Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas (FABC) se celebrará en Manila (Filipinas) del 10 al 16 de agosto.
El tema que tratarán los obispos y delegados del continente asiático en la reunión que celebran cada cuatro años será "Vivir la Eucaristía en Asia".
Los obispos y los teólogos de los distintos países han elaborado ya un borrador del Instrumentum laboris.
Ese documento se utilizará como base para las sesiones de trabajo de la Asamblea, tras ser modificado en los próximos días.
El documento refleja las indicaciones expresadas por Benedicto XVI sobre la Eucaristía (en particular las que surgieron durante el Sínodo de los Obispos), y en las encíclicas de naturaleza social como la "Deus Caritas est" y "Caritas in veritate".
En Asia, la Eucaristía es vista como "una experiencia única del diálogo de Dios con nosotros y nuestra respuesta a Dios como un diálogo de vida y amor", según informa la web de la FABC.
El texto está dividido en varios capítulos titulados "Vivir en la comunidad", "Vivir en la fe", "Vivir en la esperanza", "Vivir en el amor"y "Vivir en la misión".
Esos capítulos reflejan los desafíos que la Iglesia en Asía enfrenta y el lugar central que la Eucaristía ocupa en la vida de la Iglesia.
La Asamblea constituye un momento importante de intercambio de experiencias, de confrontación y de programación para las Iglesias de Asia.
En las sesiones, se recogerán los aportes de las numerosas naciones y de las distintas zonas geográfico-culturales del continente asiático.
Los participantes también visitarán diversas parroquias de Manila en las que conocerán cómo viven la Eucaristía las comunidades del lugar.
La Asamblea ha estado precedida por seminarios preparatorios organizados por la FABC y por la preparación de textos de reflexión teológica y pastoral.
La Federación de las Conferencias Episcopales del Asia (FABC) es la asociación de las Conferencias Episcopales de Asia y fue instituida con aprobación de la Santa Sede.
Trabaja por la promoción de la solidaridad y de la corresponsabilidad entre sus miembros, por el bienestar y el crecimiento de la Iglesia en Asia y por el bien común de los pueblos asiáticos.
Informe Especial
Testigos de Jehová y rechazo de la sangre: el punto de vista bíblico
Por Vicente Jara Vera
MADRID, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Una mujer de 61 años, testigo de Jehová, falleció este sábado en Sevilla tras haber sufrido un accidente de tráfico, pues en un documento de voluntades anticipadas rechazaba recibir cualquier tipo de transfusión sanguínea debido a sus convecciones religiosas.
¿Se basa en la Biblia la prohibición de comer o tomar sangre, incluso por transfusión, o de cualquier otra forma? A esta cuestión responde en este análisis Vicente Jara Vera, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), director del programa "Conoce las sectas", emitido quincenalmente por Radio María en España.
* * *
El problema
Son numerosas las noticias sobre negativas de miembros de la secta de los Testigos de Jehová para realizar transfusiones de sangre, y de complicaciones, a veces con fallecimiento del paciente, al no poder atenderles debidamente en un hospital ante una operación quirúrgica o un transplante de órgano, llegándose incluso a la fabricación de morcillas sin sangre para sus miembros ante la negativa -basada en algunos textos bíblicos que interpretan en este sentido- de poder tomar sangre. Recuento de no pocos de estos acontecimientos pueden seguirse en la documentación de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), especialmente en el boletín electrónicoInfo-RIES.
Un apunte sobre la secta de los Testigos de Jehová
Recordemos que los Testigos de Jehová no son cristianos. Son un secta, ya que se hacen pasar por lo que no son, por cristianos. Y no pueden ser una Iglesia cristiana porque no creen en el dogma de la Trinidad y en el de la divinidad de Jesús como hijo de Dios encarnado, al cual consideran como una criatura excelsa, primera en el plan de Dios, que para ellos es similar, lo identifican, al arcángel san Miguel.
Los Testigos de Jehová han cambiado varios pasajes de la Biblia para adaptarla a sus propias ideas, ideas que ningún estudioso de los textos bíblicos, creyente o no, podría encontrar en los textos originales. Por lo tanto, son un grupo con expresiones y formas religiosas, con parecidos con los cristianos, pero que intentan hacerse pasar por una Iglesia cristiana sin serlo. En definitiva, son una secta, que pretende tener más y más adeptos y más y más dinero de ellos, y así mayor influencia.
¿En qué basan los Testigos de Jehová su negativa a la toma de sangre?
Los textos que ellos manejan para negarse a la ingesta, toma, bebida o transfusión de sangre son los siguientes, principalmente del Antiguo Testamento, y uno del Nuevo Testamento -éste último lo veremos posteriormente en otro apartado; vayamos ahora a los textos del Antiguo Testamento:
Génesis 9, 3-6: "Todo moviente dotado de vida os servirá de alimento; os lo he dado todo lo mismo que la hierba verde. Sólo no habéis de comer la carne con su alma, [es decir], su sangre; pues, en verdad, yo pediré cuenta de vuestra sangre como de vuestras almas: de mano de cualquier animal las reclamaré; reclamaré asimismo el alma del hombre de la mano del hombre, de la mano de cada hermano suyo. Quien vertiere la sangre del hombre, por los hombres su sangre será vertida; pues a imagen de ´Elohim hizo ´El al hombre".
Levítico 3, 17: "Es un estatuto perpetuo para vuestras generaciones en todas vuestras residencias: grasa alguna ni sangre alguna habéis de comer."
Levítico 17, 10: "En cuanto a cualquier individuo de la casa de Israel o de los extranjeros residentes en medio de ellos, que comiere cualquier clase de sangre, volveré mi rostro contra esa persona que hubiere comido la sangre y le exterminaré de en medio de su pueblo".
Levítico 17, 13-14: "Cualquier hombre, así de los hijos de Israel como de los extranjeros que moran entre vosotros, que cazare pieza de pelo o pluma que es lícito comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra, porque el principio vital de toda carne es su sangre y he dicho a los hijos de Israel: ‘No comeréis la sangre de ninguna criatura, pues el espíritu vital de toda carne es su sangre; cualquiera de los que la comieren será exterminado'".
Deuteronomio 12, 23-25: "Sólo mantente firme en abstenerte de sangre, pues la sangre es la vida, y no has de comer la vida con la carne."
Todos ellos son claros y rotundos en su prohibición: no es lícito comer sangre animal porque es comer la vida. Analizaremos a continuación su sentido y los situaremos en su contexto, dejando para más adelante el texto del Nuevo Testamento que también esgrimen para apoyar sus ideas.
El significado de la sangre para los pueblos semíticos
En los pueblos semitas del Próximo y Medio Oriente se vio la sangre como el elemento donde residía la vida, el elemento vital y vitalizante de los seres vivos. Al matar un animal, o en la muerte de cualquier persona, o en un sacrificio, el vertido de sangre indicaba claramente que la vida se marchaba conforme salía aquélla. La pérdida de sangre era también síntoma de debilidad, de pérdida de vitalidad, de vida. La sangre para los antiguos brota del corazón, y la parada del latido indicaba la muerte de la persona. Recordemos además cómo la mitología de Mesopotamia cuenta que el dios Marduk (deidad babilónica), el principal de los dioses, se propuso crear a los hombres para que adoraran a las divinidades; para ello amasó arcilla con la sangre de un dios rebelde -posteriormente considerado un demonio- de nombre Kingu.
Con este transfondo mesopotámico queda claro que en los antiguos sacrificios animales del pueblo de Israel se ofrecía vida a Dios, y esto significaba derramar la sangre del animal sacrificado. La sangre era la vida, y ella era propiedad de Dios, de ahí que no se pudiera tomar lo que pertenecía a Dios. El pecado, la infracción, estaba por lo tanto en tomar por el hombre lo que no le correspondía, lo que es de Dios.
Esta visión de la sangre como vida es también la razón de que del más terrible de los demonios mesopotámicos, Lilitu o Labartu, que en el Poema de Gilgamesh se denomina como Lillake, se decía que mataba a los niños y bebía de ellos su sangre, es decir, su pecado era arrancarle la vida, propiedad de Dios, siendo por ello la primera figura vampírica de la historia conocida.
Y no olvidemos cómo "el Señor Jesús, la noche en que era entregado, cogió pan, rezó la acción de gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi cuerpo, el entregado a favor vuestro; haced esto en memoria de mí'. De la misma manera también el vaso, después de cenar, diciendo: ‘Este vaso es la Nueva Alianza ratificada con mi sangre; haced esto, siempre que lo bebáis, en memoria de mí.'". (1 Cor 11,24b-25). Recordemos que en la Antigua Alianza el pan y el vino se ofrecían como sacrifico entre las primicias de la tierra en señal de ofrenda a Dios. También ofreció pan y vino el sacerdote Melquisedec (Gn 14, 18), figura de Cristo. Junto con ello, la salida de Israel de Egipto y el contexto del Éxodo dan al vino -en el que nos centramos- un carácter festivo al final del banquete judío y una dimensión escatológica de espera mesiánica. El vino es "verdadera bebida", y beberlo es "tener la vida, vida en Cristo, que es Dios, y permanencia en Él" ( Jn 6,53-56).
En la antropología semita el principio vital de la sangre se relaciona con el suspiro o la respiración, es el "ser viviente", la vida, y se designa como "nefesh". La nefesh aún permanece en la carne muerta, en el cadáver, de ahí que se pueda tomar esa vitalidad si se toma la sangre del animal o de la persona muerta. Cosa distinta ocurre con su espíritu, el "ruaj", que al morir el hombre va al más allá o "sheol". De ahí que en la antropología semítica exista tanta unidad entre la carne ("basar") y el principio vital o "nefesh", pero es la ausencia de la "ruaj" la que al no estar tras la muerte del ser humano la que lo hace no vivo. Por otro lado los animales no tienen "ruaj" sino "basar" y "nefesh". Apuntemos que los griegos tradujeron "nefesh" por "psykhé", y este término pasó al latín como "anima", que es nuestro castellano "alma", aunque es más acertado decir que el alma está en la "ruaj" (que se castellanizó como "espíritu"), y no en lo psíquico, en el "nefesh", que como decimos, aún permanece en el cadáver.
La sangre en sí misma
Aunque es un tejido muy conocido en su existencia, no ha sido hasta los siglos XIX y XX cuando se ha logrado entender su verdadero significado fisiológico, siendo el que más ha motivado la inventiva y el que mayor impacto ha tenido en el pensamiento popular, mítico y religioso durante todas las épocas y culturas a lo largo y ancho del mundo.
Como cualquier pueblo, el pueblo de Israel se desarrolló bajo una influencia y una cultura centradas en las civilizaciones del Próximo Oriente, lo que le llevó a asumir muchas ideas pre-científicas propias de su entorno. Las leyes sobre la sangre se enmarcan en una época determinada, una cultura, una mentalidad; y así ocurrió con los demás pueblos y civilizaciones. Plinio el Viejo contaba que en torno al año 100 de nuestra era en el circo la gente se lanzaba a la arena para beber la sangre de los gladiadores aún moribundos y así poder adquirir su fuerza y valentía. Otros grupos étnicos de Asia y de Centroamérica, o del Canadá, tenían por costumbre hace dos milenios el tomar la sangre de sus enemigos y de animales para fortalecerse y adquirir las propiedades de los animales.
Investigadores y científicos en el siglo XVII que empezaban a realizar las primeras transfusiones sanguíneas a veces daban sangre animal a personas con el fin de variar el carácter del receptor, habiendo incluso historias de alguna mujer que habiendo recibido sangre de gato maullaba por las noches sobre el tejado de su casa.
Quitando lo insostenible de alguna de estas historias, sí hemos de decir que hasta hace muy poco se ha considerado por la ciencia, en su desconocimiento de la sangre, su función, utilidad y variedad en tipos, que verdaderamente de alguna forma poseía en sí misma la propiedad de aquel de quien provenía, lo que se confirma en los dos casos recién comentamos, muy cercanos en el tiempo a nuestra actualidad, lo que nos debe de llevar a no caer en la rápida crítica histórica, anacrónica e injusta por lo tanto, de las leyes del Antiguo Testamento referentes a la toma de sangre animal, por considerarse como sede de la vida, de lo vital, el alma del animal. Creer que en la sangre residía la vida, la "psykhé", de su propietario ha sido algo supuesto hasta hace 300 años por hombres de ciencia en Europa.
La Biblia no es un libro científico, ni de medicina,
ni de astronomía, ni de matemáticas ni de biología
Como dijo el Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática "Dei Verbum", en sus números 11 y 12, "los Libros Sagrados [la Biblia] enseñan firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra. [...] El intérprete indagará con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar por sus palabras, para comprender lo que Él quiso comunicarnos. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas, hay que atender a los "géneros literarios", porque la verdad se propone y se expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, por medio de los géneros literarios usados en su época."
La Biblia no se ha de leer como un libro de ciencia ni sacarlo del contexto cultural de su época. Como dijo S. Agustín en el siglo V, "la Biblia no enseña cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo".
El Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento
Leer el Antiguo Testamento ha de llevar a leer el Nuevo. La Biblia (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento) es el libro del Pueblo de Dios, el medio por el que Dios ha ido educando y sigue educando a sus hijos. La salvación se desarrolla en el tiempo y se ha ido revelando en la historia. Como dice la carta a la Hebreos en su inicio, "Dios, que en los tiempos pasados muy fragmentaria y variadamente había hablado a los padres por medio de los profetas, al fin de estos días nos habló a nosotros en la persona del Hijo, [...]" (Hb 1,1-2).
El Concilio Vaticano II en la "Dei Verbum" dirá que "Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo." (DV cap. 4. 16) Además, justo antes apuntó que "La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Además los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina." (DV cap. 4. 15)
La lectura, por lo tanto, de los pasajes del Antiguo Testamento ha de hacerse siempre, especialmente en los pasajes que revisten un punto de vista dogmático o moral, bajo la luz del Nuevo Testamento, ya que la perfección ha llegado con Cristo. Queda claro que la lectura de la Biblia ha de hacerse desde la totalidad de ella.
Algunos pasajes pertinentes del Nuevo Testamento
Ya el apóstol san Pablo dejó claro en la Carta a los Gálatas que "antes de llegar la fe estábamos custodiados bajo la vigilancia de la fe, encerrado con vistas a la fe que iba a revelarse. De manera que la ley fue nuestro pedagogo para ir a Cristo, a fin de quedar justificados por la fe; pero una vez que llegó la fe, ya no estamos bajo el dominio del pedagogo." (Gal 3, 23-25).
Un texto similar de la Carta a los Hebreos recuerda la inutilidad de los sacrificios animales ante el único y solamente válido sacrificio de Cristo en la Cruz: "Pues conteniendo la ley una sombra de los bienes que habían de venir, no la expresión real de las cosas, no puede jamás, con los mismos sacrificios que sin cesar ofrece año tras año, dar cumplida perfección a los que se llegan; al contrario, con ellos se renueva el recuerdo de los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados." (Hb 10, 1.3).
Jesús da perfecto cumplimiento a las leyes de Moisés, a la Ley en su conjunto, la Torah, porque como nos recuerda el evangelista Mateo, "yo os digo que aquí hay algo más grande que el Templo. [...] pues el Hijo del Hombre es dueño del sábado." (Mt 12, 6.8).
El texto del Nuevo Testamento que citan a su favor los Testigos de Jehová
Anteriormente dejamos para más adelante un pasaje del Nuevo Testamento que avalaba la teoría de los Testigos de Jehová. Ahora es el momento de considerarlo, en vistas a lo comentado en las secciones anteriores.
Sólo existe un pasaje donde expresamente se hace mención a la toma de sangre dentro del Nuevo Testamento, y es en el relato del Concilio de Jerusalén, donde tras discutirse los distintos puntos de vista entre las facciones o comunidades cristianas de Pedro, Pablo y Santiago en referencia al comportamiento impuesto a los gentiles y a los cristianos provenientes del judaísmo -es la apertura de la evangelización más allá de los límites judíos y el reconocer qué prácticas del judaísmo podían permanecer y cuales mantenerse ante la irrupción que el mensaje y la persona de Jesucristo ha supuesto- se llega a la conclusión siguiente tras hablar el representante de las comunidades más cercanas al judaísmo, Santiago: "Pues hemos decido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros ninguna carga más, fuera de éstas necesarias: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de carne de animales estrangulados y de la fornicación; [...]" (Hch 15, 28-29)
Para comprender este texto analicemos alguno más que dará luz a lo que ha ocurrido aquí:
Posteriormente Pedro y Pablo se encuentran en Antioquía, y Pedro, que seguía normas de comida de gentiles, al llegar miembros de las comunidades cristianas de Santiago, dejará de comer con ellos y se sentará a la mesa de los cristianos provenientes del judaísmo. Ante ello Pablo echará en cara a Pedro su comportamiento y le dirá que la justificación es por la fe y no por las obras de la ley (de Moisés) (Gal 2,11-21). Ciertamente no se hace aquí mención de la sangre ni de qué preceptos alimenticios se estaban considerando, aunque es de suponer que algunos miembros volvían a comportarse como antes, sin tener en cuenta lo dicho en el Concilio de Jerusalén.
En la Carta a los Romanos (Rom 14,1-23) Pablo ofrece una solución conciliadora para que las costumbres alimenticias de los gentiles no "entristezcan" (Rom 14,15) a los cristianos venidos del judaísmo, pidiéndoles que no escandalicen a los "débiles en la fe" (Rom 14,1): "Acoged al que es débil en la fe, no para discutir opiniones. Mientras uno cree poder comer de todo, el débil come hortalizas. [...] Pues si por una comida se entristece tu hermano, ya no caminas conforme a la caridad. [...] pues el Reino de Dios no consiste en comida ni en bebida, sino en justicia, paz, y alegría en el Espíritu Santo".
Y ya en una carta pastoral como la de Timoteo, aunque en un contexto contra las ideas de los gnósticos, podemos leer que "porque toda criatura de Dios es buena y no hay que rechazar [manjares que Dios creó] nada que se tome con acción de gracias, pues se santifica por la palabra de Dios y la plegaria" (1 Tim 4, 3-5).
Las transfusiones sanguíneas
Acerca de las transfusiones sanguíneas, que no existían en la época de Antiguo Testamento y del Nuevo, no se dice nada en la Biblia. Sin embargo, en tanto que la negación de la toma de sangre por considerarse como sede de la vida y algo ligado a la propia persona en su cultura semítica, podemos pensar que la transfusión de sangre debería negarse por igual principio: No debe ponerse sangre de una persona en otra, no debe ponerse el "nefesh", la "psykhé" de una persona en otra; es algo obvio.
Personalmente no estoy de acuerdo en considerar que como la Biblia no habla de transfusiones, las transfusiones se permiten por ella. Es más, acabamos de decir, que si hubieran existido transfusiones en aquella época, también habrían sido negadas. Pero no es éste el criterio de lectura e interpretación bíblica, sino la búsqueda del sentido de la prohibición mosaica, el cual reside como hemos venido diciendo en la creencia científica errónea -hoy la sabemos- de la residencia de lo vital del ser humano, o del animal, en la sangre. Por lo tanto, esta ley moral y alimenticia está basada en una concepción científica errónea, que incluso en el siglo XVII hemos visto con algún ejemplo, era considerada por la misma ciencia médica hematológica.
La lectura correcta la Biblia ante las transfusiones es que es una práctica puramente médica ante la que la Biblia y la Iglesia no tienen nada que decir al no ir en contra de la moral natural ni la Ley positiva de Dios, siendo en todo caso una práctica adecuada y necesaria ante la que la Iglesia se pronunció favorablemente una vez que científicamente se estableció en el siglo XX cuáles eran sus clases, con el descubrimiento de los tipos A, B, O y AB y se empezó a comprender la ciencia de las transfusiones.
Conclusión
La toma de sangre (bebida o de cualquier otra forma) está ligada absolutamente a la alimentación y manducación de las partes animales, criaturas de Dios y bendecidas por Dios en todas sus partes, y no a la toma de la vitalidad o el alma (animal), o la supuesta adquisición de propiedades animales. Cualquier creencia en sentido contrario se basa en un conocimiento científico inadecuado del tejido sanguíneo que hoy en día no podemos mantener. Hemos de entender que algunos preceptos de la antigüedad tienen su sentido sólo el contexto de su época y se basan sólo en concepciones pre-científicas. Si es este el caso, como hemos mostrado, no podemos mantener su extensión a la actualidad como formando parte de la ley divina. Han sido leyes que han tenido su vigencia en ciertos momentos para el pueblo de Israel pero que hoy no lo tienen por tener un conocimiento mayor de la realidad creada.
Por otro lado, la transfusión sanguínea es un método de la ciencia de extraordinaria ayuda para la vida del receptor en multitud de situaciones médicas orientadas siempre a la vida y nunca en contra del donante. Es por ello por lo que en este punto hemos de citar las palabras de Cristo en referencia al valor de la vida frente a cualquier prescripción de la Ley:
"Y marchándose de allí fue a la sinagoga de ellos. Y estaba allí uno que tenía seca la mano. Le preguntaron, con intención de acusarlo: ‘¿Se puede curar en sábado?' Pero él les dijo: ‘¿Quién habrá de vosotros que tenga una oveja, y si ésta cae en una zanja en sábado no la recoja y la levante? Pues ¡cuánto va de un hombre a una oveja! De manera que se puede hacer bien en sábado.'" (Mt 12, 9-12).
Es por todo ello por lo que la negativa de la secta de los Testigos de Jehová de tomar sangre, ya bebida, comida, o de cualquier otra forma, o negarse a recibir transfusiones de sangre por ser un mandado divino en tanto que en la sangre reside la vitalidad, la parte anímica del ser vivo, es un error.
Documentación
Homilía de Benedicto XVI en Aosta: Dios nunca nos abandona
"No es un ojo malo que nos vigila, sino la presencia de un amor"
AOSTA, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI este viernes en la catedral de Aosta al presidir las vísperas junto a unos cuatrocientos sacerdotes, religiosos y religiosas, y representantes laicos las parroquias de esa diócesis.
* * *
Excelencia,
queridos hermanos y hermanas:
Ante todo quisiera decirle "gracias" a usted, excelencia, por sus atentas palabras, con las que me ha introducido en la gran historia de esta iglesia catedral y, de este modo, me ha hecho experimentar que aquí no sólo rezamos en este momento sino que podemos rezar con los siglos en esta hermosa iglesia.
Y gracias a todos vosotros que habéis venido para rezar conmigo y para hacer visible de este modo esta red de oración que nos une a todos, siempre.
En esta breve homilía, quisiera decir unas palabras sobre la oración, con la que se concluyen estas vísperas, pues me parece que en esta oración, el pasaje de la Carta a los Romanos que se acaba de leer, se interpreta y transforma en oración.
La oración se compone de dos partes: a quien está dirigida, por así decir, y después dos peticiones.
Comencemos viendo a quién está dirigida. Esta parte se divide en dos apartados: hay que concretar el "tú" al que nos dirigimos para poder tocar con mayor fuerza al corazón de Dios.
En el texto italiano leemos simplemente: "Padre misericordioso". El texto original latino es algo más amplio; dice "Dios omnipotente, misericordioso". En mi encíclica reciente, he tratado de mostrar la prioridad de Dios en la vida personal, ya sea en la vida de la historia, de la sociedad, del mundo.
Ciertamente la relación con Dios es algo profundamente personal y la persona es un ser en relación, y si la relación fundamental --la relación con Dios-- no es viva, no es vivida, las demás relaciones no pueden encontrar su forma adecuada. Pero esto es válido también para la sociedad para la humanidad como tal. También aquí, si no se tiene en cuenta a Dios, si se prescinde de Dios, si Dios está ausente, entonces falta la brújula para mostrar el conjunto de todas las relaciones para encontrar el camino, la orientación hacia la que se debe ir.
¡Dios! Tenemos que llevar de nuevo a nuestro mundo la realidad de Dios, darle a conocer y hacerle presente. Pero, ¿cómo conocer a Dios? En las visitas "ad limina" hablo siempre con los obispos, sobre todo con africanos, pero también con los de Asia, de América Latina, donde todavía están presentes las religiones tradicionales, precisamente de estas religiones. Hay muchos detalles, naturalmente bastante diversos, pero hay también elementos comunes. Todos saben que Dios existe, un solo Dios, que Dios es una palabra en singular, que los dioses no son Dios, que hay un Dios, el Dios. Pero, al mismo tiempo, este Dios parece ausente, muy alejado, no parece entrar en nuestra vida cotidiana, se esconde, no conocemos su rostro. De este modo, la religión en gran parte se ocupa de las cosas, de los poderes más cercanos, de los espíritus, los antepasados, etc., dado que Dios mismo está demasiado lejos y de este modo tiene que vérselas con estos poderes cercanos. La evangelización consiste precisamente en el hecho de que el Dios lejano se acerca, que Dios ya no está lejos, sino que está cerca, que este "conocido-desconocido" ahora se da a conocer realmente, muestra su rostro, se revela: el velo de su rostro desaparece y muestra realmente su rostro. Y por ello, dado que el mismo Dios ahora es cercano, le conocemos, nos muestra su rostro, entra en nuestro mundo. Ya no es necesario vérselas con estos otros poderes, pues Él es el poder verdadero, es el Omnipotente.
No sé por qué han omitido en el texto italiano la palabra "omnipotente", pero es verdad que nos sentimos casi como amenazados por la omnipotencia: parece que limita nuestra libertad, parece un peso demasiado pesado. Pero tenemos que aprender que la omnipotencia de Dios no es un poder arbitrario, pues Dios es el Bien, es la Verdad, y por este motivo Dios lo puede todo, pero no puede actuar contra el bien, no puede actuar contra la verdad, no puede actuar contra el amor y contra la libertad, porque Él mismo es el bien, es el amor, y la verdadera libertad. Por eso, todo lo que hace no puede estar nunca en contraposición con la verdad, con el amor y la libertad. La verdad es lo contrario. Dios es el custodio de nuestra libertad, del amor, de la verdad. Este ojo que nos ve no es un ojo malo que nos vigila, sino que es la presencia de un amor que no nos abandona nunca y nos da la certeza de que el bien es ser, el bien es vivir: es el ojo del amor que nos da el aire para vivir.
Dios omnipotente y misericordioso. Una oración romana, ligada al resto del Libro de la Sabiduría, dice: "Dios, muestra tu omnipotencia en el perdón y en la misericordia". La cumbre de la potencia de Dios es la misericordia, es el perdón. En nuestro actual concepto mundial de poder, pensamos en uno que tiene grandes propiedades, que en economía tiene algo que decir, dispone de capitales para influir en el mundo del mercado. Pensamos en uno que tiene el poder militar, que puede amenazar. La pregunta de Stalin: "¿Cuántos ejércitos tiene el Papa?" sigue caracterizando la idea común del poder. Tiene el poder quien puede ser peligroso, quien puede amenazar, quien puede destruir, quien tiene en su mano tantos instrumentos del mundo. Pero la Revelación nos dice: "No es así"; el verdadero poder es el poder de gracia, y de misericordia. En la misericordia, Dios demuestra el verdadero poder.
Y de este modo la segunda parte de la imploración dice: "Has redimido al mundo, con la pasión, con el sufrir de tu Hijo". Dios ha sufrido y en el Hijo sufre con nosotros. Y ésta es la cumbre más alta de su poder, que es capaz de sufrir con nosotros. De este modo, demuestra el verdadero poder divino: quería sufrir con nosotros, y por nosotros. En nuestros sufrimientos nunca quedamos solos. Dios, en su Hijo, antes ha sufrido y está cerca de nosotros en nuestros sufrimientos.
Sin embargo, queda en pie la cuestión difícil que ahora no puedo responder ampliamente: ¿por qué era necesario sufrir para salvar al mundo? Era necesario, pues en el mundo existe un océano de mal, de injusticia, de odio, de violencia, y todas las víctimas del odio y de la injusticia tienen el derecho a que se haga justicia. Dios no puede ignorar este grito de los que sufren, de los que son oprimidos por la injusticia. Perdonar no es ignorar, sino transformar, es decir, Dios tiene que entrar en este mundo y oponer al océano de la injusticia un océano más grande del bien y del amor. Y éste es el acontecimiento de la Cruz: desde ese momento, contra el océano del mal, existe un río infinito y por tanto siempre más grande que todas las injusticias del mundo, un río de bondad, de verdad y de amor. De este modo, Dios perdona transformando el mundo y entrando en nuestro mundo para que se dé realmente una fuerza, un río de bien más grande que todo el mal que puede existir.
De este modo, el hecho de dirigirse a Dios se convierte en un llamamiento a nosotros: es decir, Dios nos invita a ponernos de su parte, a salir del océano del mal, del odio, de la violencia, del egoísmo, y a identificarnos, entrar en el río de su amor.
Precisamente éste es el contenido de la primera parte de la oración que sigue: "Haz que tu Iglesia se ofrezca a ti como sacrificio vivo y santo". Esta pregunta, dirigida a Dios, se dirige también a nosotros mismos. Constituye una referencia a dos textos de la Carta a los Romanos: en el primero, san Pablo dice que tenemos que convertirnos en un sacrificio vivo (Cf.12, 16). Nosotros mismos, con todo nuestro ser, tenemos que ser adoración, sacrificio, restituir nuestro mundo a Dios y transformar así el mundo. En el segundo, donde Pablo describe el apostolado como sacerdocio (Cf. 15, 16), la función del sacerdocio consiste en consagrar al mundo para que se convierta en hostia viva, para que el mundo se convierta en liturgia: que la liturgia no se algo al margen de la realidad del mundo, sino que el mundo mismo se convierta en hostia viva, se convierta en liturgia. Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de Chardin: al final, tendremos una verdadera liturgia cósmica, en la que el cosmos se convierta en hostia viva. Y pedimos al Señor que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido para ayudar en la transformación del mundo, en adoración de Dios, comenzando por nosotros mismos. Que nuestra vida hable de Dios, que nuestra vida sea realmente liturgia, anuncio de Dios, puerta en la que el Dios alejado se convierta en Dios cercano, y realmente don de nosotros mismos a Dios.
Después viene la segunda petición. Pedimos: "Haz que tu pueblo experimente siempre la plenitud de tu amor". En el texto latino se dice: "Sácianos con tu amor". De este modo el texto hace referencia al salmo que hemos cantado, donde se dice: "Abre tu mano y sacia el hambre de todo viviente". Cuánta hambre hay en la tierra, hambre de pan en tantas partes del mundo. Su excelencia ha hablado también los sufrimientos de las familias aquí: hambre de justicia, de amor. Y con esta oración rezamos a Dios: "Abre tu mano y sacia realmente el hambre de todo viviente. Sacia nuestra hambre de verdad, de tu amor.
Así sea. Amén.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
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La Biblia es para los católicos
WASHINGTON, sábado, 25 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la guía para la lectura de la Biblia que ha publicado Mary Elizabeth Sperry, directora asociada para el uso de la New American Bible en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).* * *
La Biblia nos rodea. La gente oye las lecturas de la Sagrada Escritura en la iglesia. Tenemos leyes que toman su nombre de la historia del "buen samaritano" (Lucas 10), damos la bienvenida a casa al "hijo pródigo" (Lucas 15) y buscamos la "Tierra Prometida" (Éxodo 3, Hebreos 11). Algunos pasajes bíblicos se han convertido en refranes y expresiones populares, tales como "Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos" (Mateo 7, 12), "No robarás" (Éxodo 20, 15), "Amad a vuestros enemigos" (Mateo 22, 39).
El católico de hoy está llamado a una lectura inteligente y espiritual de la Biblia.
A continuación se ofrecen diez sugerencias para una lectura fructífera de la Sagrada Escritura.
Leer la Biblia sí es para los católicos. La Iglesia alienta a los católicos a que hagan la lectura de la Biblia parte de su vida diaria de oración. Al leer estas palabras inspiradas, las personas profundizan en su relación con Dios y llegan a entender su lugar en la comunidad de aquellos que Dios ha llamado para sí.
Orar al principio y al final. Leer la Biblia no es como leer una novela o un libro de historia. Deberíamos comenzar con una oración pidiendo al Espíritu Santo que abra nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura debería terminar también con una oración para que esta Palabra dé fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas más santas y más fieles.
¡Entérese de toda la historia! Al escoger una Biblia, busque una edición católica. La edición católica incluye la lista completa de los libros que la Iglesia considera sagrados, así como introducciones y notas para comprender el texto. La edición católica incluye una nota de imprimatur en el reverso de la página del título. El imprimatur indica que el libro está libre de errores doctrinales según la enseñanza católica.
La Biblia no es un libro; es una biblioteca. La Biblia es una colección de 73 libros escritos en el curso de muchos siglos. Los libros incluyen historia de los reyes, profecías, poesía, cartas que retan a nuevas comunidades de creyentes en dificultades, y relatos de la predicación y la pasión de Jesús transmitida por parte de los creyentes. El conocimiento del género literario del libro que se está leyendo le ayudará a entender las herramientas literarias que usa el autor y el significado que éste trata de transmitir.
Sepa qué es la Biblia -y también lo que no es. La Biblia es el relato de la relación de Dios con el pueblo que Él ha escogido para sí. No está escrita para ser leída como un libro de historia, ni de ciencia, ni como un manifiesto político. En la Biblia, Dios nos enseña aquellas verdades que necesitamos para el bien de nuestra salvación.
La suma es mayor que las partes. Lea la Biblia en su contexto. Lo que sucede antes y después-incluso en otros libros-nos ayuda a entender el verdadero significado del texto.
Lo antiguo tiene relación con lo nuevo. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se iluminan el uno al otro. Aunque leamos el Antiguo Testamento a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, éste tiene también su valor propio. Juntos, estos testamentos nos ayudan a entender el plan de Dios para la humanidad.
No están leyendo solos. Al leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, los católicos se unen a aquellos hombres y mujeres fieles que han tomado en serio la Palabra de Dios y la han puesto en práctica en su vida. Leemos la Biblia en la tradición de la Iglesia para beneficiarnos de la santidad y sabiduría de todos los fieles..
¿Qué me está diciendo Dios? La Biblia no se dirige sólo a gente que murió hace mucho tiempo en un lugar lejano. También se dirige a cada uno de nosotros en sus propias circunstancias. Cuando leemos, debemos entender lo que dice el texto y cómo han entendido los fieles su significado en el pasado. A la luz de este entendimiento, entonces nos preguntamos: ¿qué me dice Dios a mí?
Leer no es suficiente. Si la Sagrada Escritura se queda sólo en palabras en una página, nuestra tarea no ha terminado. Necesitamos meditar sobre el mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida. Sólo entonces puede la palabra ser "viva y eficaz" (Hebreos 4:12).
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 25 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas con el título "A Dios, ¡ni nombrarlo!".
VER
¡Cuántos insultos y descalificaciones se hicieron al Presidente de la República, por hablar de Dios en un evento público! Durante la celebración del Día internacional contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, expresó que muchos niños y jóvenes "tienen pocos asideros trascendentes, tienen poco que creer; no creen en la familia, que no tuvieron; no creen en la economía o en la escuela; no creen en Dios, porque no lo conocen". Por haber dicho esto, le llamaron oscurantista, retrógrado, faccioso, intolerante, que está desvariando, que rechaza el Estado laico... En un editorial, se dijo: "La fe de los políticos pertenece al ámbito privado. La tribuna desde la que se dirigen a la nación no puede confundirse con un púlpito". Muchos otros, en contraposición, lo alabamos por su valentía y coherencia. ¡Ya es tiempo de superar la intolerancia laicista! ¡Hacen falta políticos que no sean vergonzantes de su fe!
Hay movimientos para que se refuerce el Estado laico en nuestra Constitución y se eviten expresiones públicas de fe en la vida oficial.
JUZGAR
Se ve que estas personas no conocen ni comprenden lo que es la fe cristiana. Se imaginan que es como una ropa que se pone o se quita según circunstancias y conveniencias, o como unos lentes que se usan o se guardan según sea el momento. No es así. Cuando uno ha conocido de veras a Dios, toda la vida queda empapada por esta luz. Dios no es algo accidental o superficial, sino Alguien esencial y fundamental. El se nos ha revelado, visible e históricamente, en Jesús de Nazaret, y en El hemos descubierto el amor que Dios nos tiene. El no es una imposición de la Iglesia, sino una experiencia que hemos tenido millones de seres humanos y que nos llena de vida, esperanza y fortaleza; que nos enseña el camino y nos acompaña; que nos levanta y nos sostiene; que nos proyecta al servicio de los demás y nos urge el amor a los que sufren. El es hermano, amigo, padre, maestro, perdón, paz, seguridad, trascendencia.
Es verdad que un gobernante no debe imponer su propia religión a todo un pueblo, pues sería un totalitarismo como tantos que ha habido y hay, sobre todo en el islamismo; sería un abuso de poder y una falta de respeto a quienes tienen otras creencias, o han decidido vivir sin ellas. Pero no puede ocultar su fe, reducirla al ámbito de lo privado, o avergonzarse de ella. Jesús es muy claro: "Por todo aquel que se declare en favor mío ante los hombres, yo también me declararé en su favor ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos" (Mt 10,32-33; cf Mc 8,38).
ACTUAR
La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público establece que "las autoridades federales, estatales y municipales no podrán asistir con carácter oficial a ningún acto religioso de culto público, ni a actividad que tenga motivos o propósitos similares" (art. 25). El respectivo Reglamento matiza un poco: "Se exceptúa de lo previsto en el párrafo anterior, al servidor público que asista a título personal" (art. 28).
Esta es la ley actual y nuestras autoridades se han comprometido a cumplirla; sin embargo, debe revisarse, pues adolece de limitaciones a la libertad religiosa. No se debe imponer una religión desde el Estado, pues éste es para todos, creyentes y no creyentes; pero no se puede coartar a los gobernantes e impedirles que puedan expresar su fe en actos públicos, pues la fe es una luz que no debe esconderse debajo de una olla, sino ofrecerla serenamente, sin imponerla a nadie. Comparen nuestra legislación con las de otros países americanos y europeos, y verán que nos falta más libertad religiosa.
Nuestra fe nos muestra caminos para proteger a la familia y a la sociedad; para que los niños y jóvenes crezcan sanos moral y socialmente; para que no proliferen violencia, secuestros, narcotráfico, robos, asesinatos, prostitución, pederastia, alcoholismo, corrupción y divisiones. Un buen creyente, es un buen ciudadano. Como dice el Papa Benedicto XVI en su última Encíclica: "Dios es garante del verdadero desarrollo del hombre" (Caritas in veritate, 29).
"Caritas in veritate": El amor es todo... Dios es amor
Por el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
SANTIAGO, sábado, 25 julio 2009 (ZENIT.org).-Publicamos la presentación de la encíclcia "Caritas in veritate" expuesta por monseñor Alejandro Goic Karmelic, Obispo de Rancagua, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el pasado 23 de julio en el Salón de Honor de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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"La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (1).
Con esta frase el Santo Padre Benedicto XVI comienza su Encíclica CARITAS IN VERITATE, que hoy presentamos junto a la Iglesia en Chile a los constructores de la sociedad chilena, como una ofrenda a nuestro Bicentenario. Para quienes nos declaramos discípulos misioneros de Jesucristo, "defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad" (2).
El amor es todo... Dios es amor
Las páginas de esta Carta Encíclica nos ayudan a descubrir que la "caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia" (3). Para nosotros la caridad es todo porque Dios es amor y de él todo proviene, en especial nuestra propia capacidad de amar, de vivir no sólo para nosotros, sino también para los demás.
Uno podría preguntarse, a la luz de la realidad de contradicciones que vivimos en nuestra patria: si la caridad, el amor, es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, si es su promesa y nuestra esperanza, ¿por qué en una sociedad mayoritariamente cristiana como la chilena persisten situaciones de marginalidad y miseria, de indignidad y de abandono, de violencia y desconcierto?
Son palabras fuertes, duras, como golpeadora es la realidad de las personas que sufren estos flagelos. No es lo mismo verlas convertidas en cifras en los cuadros estadísticos que conversar con ellas en los lugares donde viven. Es cierto que el esfuerzo mancomunado de todos los sectores de nuestra sociedad ha hecho posible que hoy se haya avanzado de un modo sustantivo para reducir la miseria y la pobreza. Pero en tiempos de cambios también "nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas" (4) y el aumento de las desigualdades que el Papa denuncia no puede dejar de conmovernos.
Esta realidad es un clamor que nos mira a los ojos, y el Papa nos invita a "entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad" (5). Sin verdad, es decir sin mirar la realidad con los ojos del proyecto que Dios tiene para nosotros, el amor se convierte en un envoltorio vacío, agotado en un sentimentalismo que termina distorsionando esa realidad. Así, terminamos cosechando lágrimas donde queremos decisiones y acciones; o resignándonos a mezquinas soluciones "parche" para cubrir la sensibilidad de una coyuntura.
Es cierto, la verdad, así entendida, crea comunicación y comunión (6), sobre la base de un diálogo en virtud del cual, por amor, ofrecemos lo mejor de cada quien a disposición de una sociedad mejor y de un verdadero desarrollo humano integral. Los que creemos en Cristo tenemos el derecho y el deber de poner en común nuestra mirada-país a partir de aquellos valores que, por fidelidad al Señor, consideramos un bien para Chile. Cuando la palabra de los pastores incomoda y cuando se nos exhorta a no inmiscuirnos en ciertos ámbitos, estas reflexiones del Papa Benedicto XVI nos animan: somos sujetos de caridad, instrumentos de la gracia para difundir el amor de Dios tejiendo redes de caridad, redes de amor.
Justicia, inseparable de la caridad
Hace exactamente dos años, nos pareció de justicia tener una palabra sobre la dignidad con que puede llevar su vida una familia que subsiste con un ingreso llamado "mínimo". Porque con el mismo empeño con que celebramos la santa Eucaristía y conferimos los sacramentos a nuestros fieles, sentimos nuestro deber ofrecer una mirada, desde los criterios del Evangelio, acerca de la realidad política, económica y social. En esa perspectiva, esta encíclica nos recuerda, citando el Magisterio de la Iglesia universal, que la justicia es inseparable de la caridad e intrínseca a ella.
A Cristo, el Señor, lo reconocemos en nuestros hermanos que sufren la postergación y el abandono. En su camino de cruz que encuentra sentido en la Resurrección miramos el calvario de personas, familias y comunidades. La palabra de la Iglesia es una respuesta profética que no se queda en la denuncia ni en el clamor, pues siempre concluye en la esperanza de la Resurrección.
Porque, a pesar de las tendencias pesimistas y de los ánimos negativos, queremos ser sembradores de esperanza. Cómo no abrir nuestros oídos y nuestro corazón de pastores a clamores como los de nuestros pueblos originarios, incomprendidos y estigmatizados, una preocupación que el Santo Padre destaca en Caritas in Veritate. Permítanme recordar hoy un episodio muy hermoso que vivimos cuatro obispos en abril pasado, cuando en medio de nuestra última Asamblea Plenaria, en Padre Las Casas, hicimos un alto para conocer una experiencia educativa en Cholchol. Más de 400 alumnos, en su inmensa mayoría de origen mapuche, son formados en el Liceo Técnico Guacolda, una hermosa iniciativa de la Iglesia. ¿Qué descubrimos en este Liceo? Ante todo, el rostro alegre y la esperanza contagiosa con que nos recibieron los jóvenes, con unas ganas inmensas de surgir y ampliar sus horizontes. Conocimos la enfermería y la cocina donde aprenden sus carreras técnicas; también sus modernos laboratorios de idioma, donde cultivan el Mapudungun y aprenden Inglés. Orgullosos de sus pueblos originarios, los rostros de estos 427 muchachos y muchachas del Liceo Guacolda en Cholchol son una esperanza cierta.
Tras esa inolvidable experiencia en Cholchol, no puedo permanecer indiferente cada vez que se nos muestra la realidad mapuche como un problema, como un conflicto. Meses antes tuve la oportunidad de prestar el servicio de puente facilitador entre las demandas de la Sra. Patricia Troncoso y las autoridades de Gobierno, en medio de una situación límite muy ideologizada y de un verdadero diálogo de sordos. Chile necesita conocer esas sonrisas del Liceo Guacolda. Por eso la Iglesia siente la obligación de aportar, en esta y otras tantas temáticas, porque la caridad se "ocupa de la construcción de la «ciudad del hombre» según el derecho y la justicia" (7) .
¿Cuál es el bien que queremos?
Además de la justicia, el Santo Padre nos invita a tener también en gran consideración el bien común, porque "amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él" (8).
Yo me pregunto, cuando como un ciudadano espectador del acontecer de un país a pocos meses de un proceso electoral, ¿qué aman los protagonistas del debate público?, ¿qué bien buscan los que gobiernan las agendas públicas y ciudadanas, los que originan y alimentan las polémicas y conflictos? ¿En qué momento el bien de Chile deja de ser una meta noble y se convierte en eslogan, en lugar común? Me lo pregunto muy en serio, apelando a la sabiduría de nuestros padres y abuelos que nos enseñaban y aun nos reprendían "por y para nuestro bien".
Es una pregunta abierta a todas las personas que, a menudo con gran sacrificio y generosidad, han querido optar por el servicio público, tan denostado por muchos en estos tiempos, y dedicarse a la vida política. En especial, a quienes aspiran a recibir los votos del electorado y representar la voluntad ciudadana en los poderes del Estado. Pero es una pregunta igualmente válida para otros sectores de nuestra vida social, para esas personas que con gran cariño llamamos "constructores de la sociedad". ¿Qué se ama cuando se ejerce presión a través de una acción mediática donde se pone en riesgo la vida de personas? ¿Qué bien se busca cuando se engaña a los consumidores, cuando no se hace el trabajo con responsabilidad, cuando nos tratamos mal en la convivencia familiar, ciudadana, cotidiana? ¿Es egoísmo puro el que nos anima? ¿Es tedio, desencanto, es que de verdad el bien de los otros no nos importa?
El Papa nos recuerda: "Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común (...) No es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social (...) Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad" (9).
Libertad, ¿para qué?
El cambio de época al que asistimos, con las maravillosas y desafiante posibilidades que nos ofrece el conocimiento humano y la comunicación global, constituyen un escenario en el que el amor en la verdad -caritas in veritate- se convierte en un gran desafío, y no sólo para la Iglesia. Las consecuencias éticas de los procesos de globalización nos interpelan en la necesidad de promover un desarrollo realmente humano. El progreso técnico puede convertirse en una vergüenza social si los bienes y recursos no se comparten, en relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad. El dilema es, entonces, si estamos o no trabajando por "una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación" (10).
Para renovar humanizadamente las estructuras necesitamos una conversión del corazón. En el humilde gesto de aceptar nuestra posibilidad de ser mejores descansa nuestra verdadera libertad. Somos libres para el amor. "Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano" (11), nos recuerda el Papa.
En distintos planos de la vida personal y familiar, muchos discursos "libertarios" de este tiempo parecen reducirse a publicidad engañosa que nos encamina a esclavitudes. Ocurre a veces en la vida política y también en la actividad económica y en las comunicaciones sociales. El mundo ha contemplado la fragilidad de los mercados y las expectativas de millones de familias del mundo se han visto afectadas por la avaricia incontenible de algunos, por su inagotable sed de dinero o de poder, que corrompen hasta la iniciativa más noble. "La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido" (12), sostiene el Papa. Porque el beneficio, "cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza" (13).
Uno se alegra cuando las autoridades y los actores privados del mundo económico hacen bien su trabajo y una crisis tan grande como la que hemos vivido a nivel internacional, afortunadamente encuentra a nuestro país unido con una cierta solidez y madurez cívica para enfrentarlo. Nos corresponde, como cristianos, reconocer esos éxitos. Pero ante todo nos toca acompañar a cada familia donde esta crisis ha llegado con la peor de sus consecuencias: la pérdida del empleo o el cierre de actividades económicas. Detrás de cada trabajador despedido y de cada ejecutivo que decide ya sea un despido o un término de actividades productivas, hay personas y familias, hay rostros, historias de vida, humanidad sufriente.
El Santo Padre, luego de poner en relevancia los efectos que supone para la persona estar sin trabajo durante mucho tiempo, señala: "Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad" (14).
Por eso, no dejan de sorprender e incluso conmover algunas contradicciones que asoman desde la realidad de la crisis (o con el pretexto de ella). No es justo que la estrechez de cinturones valga sólo para algunos. El consumismo excesivo, las filas interminables para adquirir productos, las fiestas familiares y religiosas reducidas a regalos y bienes materiales, son un síntoma peligroso de una sociedad centrada más en el tener que en el compartir, más en el disfrute que en el crecimiento. Cuando en pocas horas se agotan las entradas para un espectáculo cuyo precio es superior a un sueldo mínimo, es tiempo de pensar dónde está nuestro centro.
Mirada humanizadora al "dilema global"
Entre otras realidades que Benedicto XVI pone de relieve y que cobran gran importancia en nuestra realidad chilena, quiero mencionar la situación de los migrantes, que plantea "dramáticos desafíos" (15) por los graves problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscitan los flujos migratorios, "frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente" (16). Las numerosas colectividades de países vecinos y hermanos que han llegado a nuestro país pueden dar testimonio de cómo queremos "en Chile al amigo cuando es forastero". Urge educar insistentemente para favorecer la acogida, la integración y, ante todo, el respeto a estos hermanos y hermanas.
Otra realidad que nos preocupa es "la explotación sin reglas de los recursos de la tierra" (17). En Chile, los obispos hemos dedicado gran parte de nuestra última Asamblea Plenaria del Episcopado a abordar pastoralmente la preocupación por el cuidado del medio ambiente, la casa común de todos. En algunas diócesis la situación de los recursos naturales se está viendo muy amenazada. El Papa profundiza sobre esta problemática, nos alerta sobre el grave deber de "dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola" (18) y nos recuerda que la forma en que el ser humano trata a la naturaleza se relaciona directamente con el modo en que trata a los demás.
Las amenazas al planeta son responsabilidad de todos y la educación comienza en el hogar, el jardín infantil y el colegio. Pero el buen trato a nuestra tierra se funda en la fraternidad humana y social. ¿Qué planeta amable podrían promover personas que resuelven sus conflictos por medios violentos, en el hogar, sobre todo la agresión contra mujeres, en el trabajo y la convivencia cotidiana? La ciencia podrá generar sofisticada tecnología no contaminante, pero si sus usuarios conviven en una lógica de competencia destructora del otro y a la defensiva frente al otro, difícilmente se logrará una ciudad más amable.
La persona humana en el centro
Caritas in veritate nos invita a poner en el desarrollo integral de la persona humana el centro de la vida social. Y desde el origen de la vida misma, porque "si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social" (19). Los hombres y mujeres de nuestro tiempo tenemos que ser los protagonistas de la globalización. Una globalización no puede ser puro intercambio económico, pura tecnología, pura información: la aldea global puede ser instrumento de encuentro y cercanía, de conocimiento, de solidaridad (20). En esa medida tendrá sentido para las personas.
Con una claridad magistral, nuestro Pastor universal va repasando en esta Encíclica, a la luz de los acontecimientos actuales y el devenir de la humanidad, la enseñanza Social de la Iglesia en todas sus dimensiones. Éste es un documento que toda persona dedicada al servicio público, a la política y a la economía, a la vida cívica y a la acción social, debería conocer y reflexionar en profundidad. Invito de un modo especial a los centros de pensamiento, en especial a las universidades, a analizar este texto en sus facultades, y profundizarlo a partir de la realidad propia de Chile y de cada uno de los ámbitos que aborda. También, por supuesto, a las más diversas organizaciones de la sociedad civil.
A mis hermanos obispos y sacerdotes, a las congregaciones religiosas, institutos seculares y movimientos, a las comunidades y colegios de Iglesia, les pido encarecidamente que este texto se conozca y se divulgue, se reflexione en la catequesis y en la vida comunitaria, se comente y dialogue con la sociedad civil. Necesitamos tener cada día una mejor formación en cuanto a la enseñanza social de la Iglesia, y esta Encíclica, junto al Compendio de la Doctrina Social, son instrumentos de gran valor para profundizar en ello.
Queridas hermanas y queridos hermanos:
La próxima semana iniciamos un mes muy importante para la Iglesia y para Chile. El mes de agosto, un mes para nosotros tradicionalmente frío y gris, lo llenamos de calor y de color en torno a la figura de san Alberto Hurtado, un sacerdote que entregó lo mejor de sí por Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
San Alberto nos recordaba que "el prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona" (21) y que "sin justicia social no puede existir democracia integral" (22). Un 18 de agosto Alberto Hurtado fue recibido en la casa del Padre. Por eso el mes de Agosto es el Mes de la Solidaridad. Porque el "ser solidario" está en el ADN del ser chileno. En estos tiempos de dificultad es necesario valorar con esperanza estas maravillas con que el Señor nos bendice. Por eso decimos, AL MAL TIEMPO... BUEN COMPROMISO, porque COMPROMETERSE HACE BIEN a la dignidad de las personas y HACE BIEN en la perspectiva de un país que necesita dar un nuevo paso significativo, en la celebración del Bicentenario, para que Chile sea, de verdad, UNA MESA PARA TODOS.
Concluye el Santo Padre: "El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don" (23).
Esta noche, en esta aula académica que nos congrega, damos gracias al Señor por este don. Y al Santo Padre por este texto iluminador que nos regala para hacer de nuestra vida personal y social, y de esta patria que tanto amamos, lugares más llenos de amor y de verdad, más llenos de Dios.
Muchas gracias, y que el Señor les bendiga.
NOTAS A PIE
(1) S.S, Benedicto XVI, CARITAS IN VERITATE (en adelante CiV) n.º 1
(2) Íbid.
(3) CiV n.º 2
(4) CiV nº. 22
(5) CiV n.º 2
(6) Cfr. CiV n.º 4
(7) CiV n.º 6.
(8) CiV n.º 7.
(9) Íbid.
(10) CiV nº. 9.
(11) CiV n.º 17.
(12) CiV n.º 21.
(13) Íbid.
(14) CiV n.º 25.
(15) CiV n.º 62.
(16) CiV n.º 21.
(17) Íbid.
(18) CiV n.º 50.
(19) CiV n.º 28.
(20) Cfr. Benedicto XVI, MENSAJE PARA LA 43ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES, 2009.
(21) San Alberto Hurtado, ¿CÓMO LLENAR MI VIDA?, CONFERENCIA PARA SEÑORAS EN VIÑA DEL MAR, 1946.
(22) San Alberto Hurtado, MORAL SOCIAL ACCIÓN SOCIAL, Manuscrito de 1952.
(23) CiV n.º 79
Un laico presenta la "Caritas in veritate"
Por el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Pedro P. Rosso
SANTIAGO, sábado, 25 julio 2009 (ZENIT.org).-Publicamos la presentación de la encíclcia "Caritas in veritate" expuesta por el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Pedro P. Rosso, el pasado 23 de julio en el Salón de Honor de la Casa Central de esa Universidad.
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Señor Cardenal,
Señor Presidente de la Conferencia Episcopal,
Señores Obispos,
Señoras y señores:
Agradezco al Comité Permanente la invitación a comentar, desde la perspectiva de un laico, la encíclica Caritas in veritate del Santo Padre Benedicto XVI. Se trata de un documento en el cual el Papa se refiere al desarrollo humano integral y a los diversos aspectos sociales, culturales, económicos y políticos relacionados con esta materia.
Es una encíclica notable por su actualidad y originalidad, que nos ayuda a comprender mejor el mundo en que vivimos y nos invita a reflexionar, desde la fe, sobre nuestra propia actitud hacia la vida y hacia todo lo que afecta a la familia humana. Además, nos ofrece el deleite adicional de ser escrita con la prosa clara, fluida, e incluso poética, propia del Santo Padre.
Los temas tratados son tantos que una simple mención de cada uno de ellos demandaría un tiempo muy superior al que disponemos. Por otra parte, varios son técnicamente complejos y, por lo mismo, especializados, lo que me ha impedido abordarlos con algún grado de profundidad. Ante estas dificultades objetivas, me ha parecido más prudente optar por una presentación enfocada en un análisis general de la nueva encíclica, intentando expresar su esencia y sus alcances pastorales.
En primer término, quisiera dirigirme a los laicos presentes para decirles que Caritas in veritate es una lectura imprescindible. No sólo porque se trata de un documento que enriquece significativamente el corpus de la doctrina social de la Iglesia, sino porque las reseñas de la misma publicadas por los medios de comunicación están muy lejos de reflejar lo que realmente es.
Lo anterior se explica por los elementos de complejidad y variedad temática a los que aludí anteriormente. Pocos medios escritos han intentado abarcar la encíclica en su totalidad, limitándose, la gran mayoría de ellos, a destacar uno o dos aspectos que consideran relevantes y de mayor interés para un público amplio. Como resultado, a través de ellos es muy difícil captar el fondo del mensaje que Benedicto XVI nos entrega en su nueva encíclica.
Por mi parte, cuando supe que el Santo Padre estaba preparando una "encíclica social" quedé algo sorprendido, porque pensaba que habiendo dedicado su primera encíclica a la caridad y la segunda a la esperanza, en su tercera hablaría de la fe, completando así un ciclo de enseñanzas dedicado a las virtudes teologales.
Efectivamente, Caritas in veritate es una encíclica social, pero considero que su mensaje rebasa ampliamente ese ámbito, por cuanto interpela en forma directa a los cristianos respecto a cómo estamos viviendo nuestra fe. El Papa logra este propósito enfrentándonos con el problema del desarrollo y preguntándonos sutilmente ¿qué has hecho por tu hermano? Al mismo tiempo, con convicción y esperanza nos señala que la construcción de un mundo mejor es una tarea que sólo podremos realizar si somos capaces de transmitir el amor y la verdad de Cristo.
La estructura de la encíclica consiste en una introducción, donde Benedicto XVI describe su visión del desarrollo humano, a la que siguen seis capítulos y una conclusión. En el primero de estos capítulos, el Santo Padre evoca la encíclica Populorum progressio del Papa Pablo VI, cuya clave es la reafirmación del Evangelio para la construcción de una sociedad más humana, fundada en la libertad y en la justicia.
A ese respecto, Benedicto XVI enfatiza que: "la fe cristiana se ocupa del desarrollo no apoyándose en privilegios o posiciones de poder, sino sólo desde Jesucristo". Nos dice el Papa que las principales causas del subdesarrollo no son de índole material. Ellas surgen como una consecuencia de la falta de fraternidad entre las personas y entre los pueblos. El Evangelio de Cristo, en cambio, aporta la dimensión esencial de la fraternidad humana y cristiana, que sí propicia el verdadero desarrollo de todos, sin hacer distingos. Más aún, citando a Gaudium et spes, el Pontífice nos enseña que: "El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque, en él, Cristo, «en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre»".
El capítulo siguiente se refiere al desarrollo humano en el tiempo actual. Una de sus ideas centrales es que el beneficio material, como objetivo exclusivo, es la mayor fuerza antagónica al auténtico desarrollo humano. Al respecto, Benedicto XVI afirma que si el bien común no es el fin último buscado por la sociedad, cualquier otro beneficio corre el riesgo incluso de destruir riqueza y de generar pobreza. Enumera, entonces, algunas de las que denomina desviaciones y problemas dramáticos que esto ha causado, incluyendo la actividad financiera preferentemente especulativa, los flujos migratorios provocados y después mal gestionados y la explotación ilimitada de los recursos naturales. Frente a estos problemas el Santo Padre propone una nueva síntesis humanista, inspirada por los valores cristianos.
Con esa finalidad es necesario aprovechar las posibilidades de interacción cultural y social que abren oportunidades de diálogo y encuentro, nos dice el Pontífice, evitando el doble riesgo del eclecticismo cultural o, aún peor, de rebajar la propia cultura y homologar estilos de vida.
El Papa analiza también el escándalo que implica la situación de hambre que afecta a millones de seres humanos y afirma que el respeto por la vida humana -por toda vida humana y por toda la vida- no puede desligarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos. Al respecto declara que: "Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre".
Finalmente, aborda la negación del derecho a la libertad religiosa. En este punto se refiere a las luchas y persecuciones provocadas por el fanatismo religioso y a la promoción de la indiferencia religiosa y del ateísmo práctico que ocurre en muchos países, especialmente aquellos más industrializados, donde el "superdesarrollo" material coexiste con el "subdesarrollo moral".
El tercer capítulo de la encíclica, dedicado a la fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil, comienza enfatizando la experiencia del don frente a una visión de la existencia que antepone la productividad y la utilidad a toda otra consideración. Nos dice Benedicto XVI que: "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano, necesita, en cambio, dar espacio a la gratuidad". Y, en lo que se refiere al mercado y a la lógica mercantil, nos recuerda que debe estar ordenada "a la consecución del bien común", y añade que: "es la responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política".
El sistema económico y financiero, afirma el Papa, debe basarse en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Para "civilizar la economía" es preciso arbitrar formas de economía solidaria y tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco.
El Pontífice concluye este análisis con una apreciación positiva del fenómeno de la globalización, aclarando que no puede entenderse sólo como un proceso socioeconómico y que requiere una reorientación cultural, personalista, comunitaria, abierta a la trascendencia y capaz de corregir sus disfunciones. Concretamente, afirmando que la globalización no es a priori ni buena ni mala, nos invita a asumirla como una realidad en la que debemos ser protagonistas y no víctimas, para lo cual es necesario proceder razonablemente, guiándonos por la caridad y la verdad.
En el cuarto capítulo, la encíclica aborda el desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, y el medio ambiente. El Papa inicia su reflexión sobre estos temas tratando la objetividad y fundamentación de los derechos, la correlatividad de los deberes y el crecimiento demográfico.
También se refiere a la sexualidad, reafirmando que no se puede reducir a un mero hecho hedonístico y lúdico, y llama a los Estados a establecer políticas que promuevan la centralidad de la familia, constituida por un hombre y una mujer, como célula básica de la sociedad.
Más adelante, el Santo Padre aborda el tema de la economía, destacando que ella necesita de una base ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona. En este sentido, agrega que: "la misma centralidad de la persona debe ser el principio guía en las intervenciones para el desarrollo de la cooperación internacional".
Benedicto XVI también se refiere a los problemas energéticos, denunciando que el acaparamiento de los recursos por parte de los Estados y grupos de poder constituye un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres. Añade que: "Las sociedades técnicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas".
En el capítulo que sigue, titulado "La colaboración de la familia humana" como aspecto básico destaca el concepto que: "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de ser una sola familia". El Papa se refiere también a la necesidad de que las religiones tengan un espacio en la esfera pública. Advierte, al respecto que, tarde o temprano, la negación de Dios se convertirá en la negación del hombre, en la negación del desarrollo.
Desde estas premisas, Benedicto XVI se adentra en la conocida doctrina del magisterio social de la Iglesia relativa a la subsidiariedad, que define como: "el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista y la más adecuada para humanizar la globalización".
EL Santo Padre considera urgente que las naciones más prósperas destinen mayores cuotas de su producto interno bruto al desarrollo. Igualmente, solicita garantizar el acceso a la educación y a la formación más completa e integral de la persona como vía insoslayable para el desarrollo y la justicia.
La encíclica también analiza el fenómeno de las migraciones, recordando que: "todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben ser respetados por todos y en toda situación".
Este capítulo contiene una propuesta para reformar tanto la Organización de las Naciones Unidas como la arquitectura económica y financiera internacional. En este sentido, el Santo Padre declara, sin ambigüedades: "Urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, que goce de poder efectivo".
El sexto y último capítulo, versa sobre "El desarrollo de los pueblos y la técnica" y se inicia con una advertencia de Benedicto XVI sobre la pretensión prometeica que la técnica contiene las llaves del futuro de la humanidad. La ciencia y la técnica han aportado muchos beneficios, afirma el Santo Padre, pero no pueden ser un fin en sí mismas.
El Papa analiza luego el ámbito de la bioética y lo hace afirmando que el campo primario "de la lucha cultural entre el absolutismo de la tecnicidad y la responsabilidad moral del hombre es hoy el de la bioética". Y agrega al respecto que: "La razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de la propia omnipotencia". También alude a la investigación con embriones y la clonación, manifestando temor por "una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos". Todas estas realidades, advierte el Papa, son tentaciones idolátricas, que, lejos de garantizar el desarrollo, lo hacen un espejismo y lo pervierten.
Concluye con una reflexión sobre el hecho que: "el absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con la pura materia". Para ser auténtico -nos dice Benedicto XVI- el desarrollo del hombre y de los pueblos necesita una dimensión espiritual. Para ello, agrega el Papa, se necesitan "unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese «algo más» que la técnica no puede ofrecer".
Todos los contenidos que he descrito, revelan la variedad y vastedad de los temas relativos al desarrollo humano que preocupan al Santo Padre. Sus análisis son sabios y ponderados. Muchas de sus propuestas son nuevas y provocativas. A veces su voz adquiere la fuerza incisiva de una denuncia profética. Pero, tomadas en su conjunto, manifiestan la preocupación y también el dolor de un Padre, del Vicario de Cristo, que tal como lo hizo nuestro Señor, mira al mundo con misericordia. Y lo que observa son personas que caminan como "ovejas sin pastor" (Mc 6, 30-34), por sendas equivocadas, siguiendo falsos profetas. Algunos aplastados por el hambre y la miseria, otros boyantes y alegres, en apariencia, pero en el fondo cansados y agobiados.
Es esta la imagen de Benedicto XVI que veo emerger desde las páginas de esta trascendental encíclica y con él la figura de todos nuestros pastores y de nuestra Iglesia. Un cuerpo místico que busca el bien integral de las personas, de todas ellas, sin distinción de razas y religiones.
Caritas in veritate es el testimonio del Pastor sereno, que anima a la familia humana a sumarse a un proyecto centrado en el bien, la verdad y la justicia y proclama con fuerza la necesidad de una comunión fraterna, basada en la libertad y en la mutua responsabilidad. El Pastor que "se puso a enseñarles con calma" (Mc 6, 30-34), ofreciéndoles el pan y el agua de la Palabra. Reconfortándolos con su esperanza.
Esperanza que está expresada en la idea central que articula y sustenta toda la encíclica. ¿Cuál es esta idea central? El mismo Benedicto XVI, en la audiencia general del día 8 de julio pasado, respondió personalmente esa pregunta diciendo: "La caridad en la verdad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad".
Es decir, el Papa nos enseña que para hacer de la humanidad una verdadera familia, cuyas relaciones sean dictadas por la fraternidad, debemos reconsiderar el amor en la verdad como una fuerza social fundamental. Esta afirmación nos conduce a dos contenidos de Caritas in veritate que, por su importancia, he preferido analizar después de aquellos temas más directamente relacionados con la doctrina social. Me refiero a la Introducción y a la Conclusión.
La Introducción se inicia, precisamente, con la frase aludida por Benedicto XVI en la audiencia general. Es la frase que ilumina y otorga su pleno sentido a toda la encíclica: "La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad".
Ella contiene la respuesta de la Iglesia a los problemas del desarrollo: amor en la verdad de Cristo. Una respuesta que depende de cada persona y de su forma de concebir la libertad y vivir su fe. Y, a la vez, una visión del desarrollo y de la globalización que pone en el centro a las personas, como únicas protagonistas del proceso.
De esta manera el Santo Padre nos invita, a cada uno de nosotros, a ser los constructores de un mundo mejor a partir de nuestra propia vida, dejando que, mediante la gracia, podamos ser testigos del amor, el amor en la verdad de Cristo: un "amor recibido y ofrecido...que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo...que desde el Hijo desciende sobre nosotros" (CV nº 5).
El Papa nos enseña que vivir en la plenitud de ese amor implica asumir el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros. Es decir, negarse a sí mismo, para hacer únicamente la voluntad del Padre. Amar, no según nuestras categorías y egoísmos, sino con la gratuidad, entrega e incondicionalidad de Cristo. Sólo en ese proyecto cada cual encontrará su verdad y podrá ser un apóstol de la Verdad. Esa es la base del nuevo humanismo que permitirá al hombre contemporáneo abrir el camino del auténtico desarrollo.
"El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don", nos dice, nos grita, Benedicto XVI.
La tarea que nos propone es radical e inmensa, imposible de realizar sin el auxilio de la gracia. Por eso, en la conclusión de Caritas in veritate, el Santo Padre nos anima a iniciar ese camino, personal y comunitario, recordándonos que: "La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas...Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande".
Ante el proyecto de ley de células madre aprobado por el Senado en Uruguay
Declaración del Instituto Arquidiocesano de Bioética Juan Pablo II
MONTEVIDEO, sábado, 25 julio 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración sobre el proyecto de ley de células madre que ha aprobado el Senado de Uruguay publicado el 17 de julio por el Instituto Arquidiocesano de Bioética Juan Pablo II de Montevideo.
* * *
El día 14/07/2009, sin que el hecho trascendiera mayormente a la opinión pública, la Cámara de Senadores aprobó un proyecto de ley de células madre que nos merece serias objeciones desde el punto de vista bioético. Sin perjuicio de otros aspectos que merecerían un análisis detallado, queremos referirnos aquí al punto más grave: el relativo a las células madre embrionarias.
El proyecto de ley aprobado por el Senado permite implícitamente la destrucción de embriones humanos para la obtención de células madre, por lo cual viola el primero de los derechos humanos: el derecho a la vida. Desde el punto de vista científico no cabe la menor duda acerca de que el embrión humano es un individuo de la especie humana, un ser humano. De allí se deduce que tratarlo como un simple objeto, un mero proveedor de células madre, que puede ser sacrificado para supuesto beneficio de otras personas, es una gravísima falta ética. El fin no justifica los medios, máxime cuando está en juego la vida humana. Cabe agregar que, pese al ingente número de embriones humanos destruidos en el mundo por esta inmoral línea de investigación científica, hasta ahora no se ha logrado curar a un solo enfermo a partir de esa práctica aberrante.
Concretamente, el Artículo 4º del citado proyecto de ley establece lo siguiente:
"Ámbito de aplicación. La presente Ley se aplica a todos los tejidos y células de origen humano incluyendo las células madre y progenitoras de sangre periférica, cordón umbilical y médula ósea; células y tejidos fetales; y células madre adultas y embrionarias. No se aplica a órganos, gametos, embriones con fines reproductivos, sangre ni a sus elementos constitutivos, a excepción de sus células madre y progenitoras."
Resulta oportuno citar los numerales 31 y 32 de la Instrucción "Dignitas personae" sobre algunas cuestiones de bioética, emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe con fecha 8/09/2008, con la aprobación expresa del Papa Benedicto XVI. Como podrá apreciarse a continuación, en dichos numerales se expone muy claramente la doctrina moral católica sobre el uso terapéutico de las células madre.
"31. Las células troncales o células madre son células indiferenciadas que poseen dos características fundamentales: a) la prolongada capacidad de multiplicarse sin diferenciarse; b) la capacidad de dar origen a células progenitoras de tránsito, de las que descienden células sumamente diferenciadas, por ejemplo, nerviosas, musculares o hemáticas.
Desde la verificación experimental de que las células troncales transplantadas a un tejido dañado tienden a favorecer la repoblación de células y la regeneración del tejido, se han abierto nuevas perspectivas para la medicina regenerativa, que han suscitado gran interés entre los investigadores de todo el mundo.
En el hombre, se han encontrado hasta ahora las siguientes fuentes de células troncales: el embrión en los primeros estadios de su desarrollo, el feto, la sangre del cordón umbilical, varios tejidos del adulto (médula ósea, cordón umbilical, cerebro, mesénquima de varios órganos, etc.) y el líquido amniótico. Inicialmente, los estudios se concentraron en las células troncales embrionarias, ya que se creyó que sólo éstas poseían grandes potencialidades de multiplicación y diferenciación. Numerosos estudios han demostrado, en cambio, que también las células troncales adultas presentan una propia versatilidad. Aunque éstas no parecen tener la misma capacidad de renovación y plasticidad que las células troncales de origen embrionario, estudios y experimentaciones de alto nivel científico tienden a poner las células troncales adultas por encima de las embrionarias, en base a los resultados obtenidos. De hecho, los protocolos terapéuticos que se practican actualmente prevén la utilización de células troncales adultas, y por ello se han iniciado distintas líneas de investigación que abren nuevos y prometedores horizontes.
32. Para la valoración ética hay que considerar tanto los métodos de recolección de células troncales como los riesgos de su utilización clínica o experimental.
En lo que atañe a los métodos usados para la recolección de células troncales, éstos deben considerarse en relación a su origen. Se deben considerar lícitos los métodos que no procuran grave daño al sujeto del que se extraen. Esta condición se verifica generalmente en el caso de: a) extracción de células de tejidos de un organismo adulto; b) de la sangre del cordón umbilical en el momento del parto; c) de los tejidos de fetos muertos de muerte natural. Por el contrario, la extracción de células troncales del embrión humano viviente causa inevitablemente su destrucción, resultando por consiguiente gravemente ilícita. En este caso «la investigación, prescindiendo de los resultados de utilidad terapéutica, no se pone verdaderamente al servicio de la humanidad, pues implica la supresión de vidas humanas que tienen igual dignidad que los demás individuos humanos y que los investigadores. La historia misma ha condenado en el pasado y condenará en el futuro esa ciencia, no sólo porque está privada de la luz de Dios, sino también porque está privada de humanidad».
El uso de células troncales embrionarias o de células diferenciadas derivadas de ellas, que han sido eventualmente provistas por otros investigadores mediante la supresión de embriones o que están disponibles en comercio, pone serios problemas desde el punto de vista de la cooperación al mal y del escándalo.
En relación a la utilización clínica de células troncales conseguidas a través de procedimientos lícitos no hay objeciones morales. Sin embargo, hay que respetar los criterios comunes de deontología médica. En este sentido, se debe proceder con gran rigor y prudencia, reduciendo al mínimo los riesgos potenciales para los pacientes, facilitando la confrontación mutua de los científicos y proporcionando información completa al público en general.
Es necesario alentar el impulso y el apoyo a la investigación sobre el uso de células troncales adultas, ya que no implica problemas éticos."
Confiamos en que una atenta reflexión sobre estas consideraciones éticas podrá impulsar a los Señores Legisladores a rectificar el proyecto de ley en cuestión, durante su próximo tratamiento en la Cámara de Representantes, a fin de que no se introduzca en el orden jurídico nacional un nuevo y grave atentado contra la dignidad humana.
Instituto Arquidiocesano de Bioética "Juan Pablo II"
Montevideo, 17 de julio de 2009
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 01 de agosto de 2009
¡ZENIT te necesita!
Campaña de recogida de fondos de 2009: RESULTADOS FINALES
¡ En la campaña de donativos 2009, sumando las siete ediciones de ZENIT (español, inglés, francés, alemán, portugués, italiano y árabe), se han recibido US$ 1,570,000 (1.110.000 euros) !
Los lectores de la edición de ZENIT en español han ayudado con 294,000 dólares (208.000 euros).
Agradecemos muchísimo a todas las personas, organizaciones y comunidades que nos han apoyado enviando su donativo, así como a cuantos nos han hecho llegar mensajes de solidaridad asegurando su oración por el éxito de la campaña.
Todo este apoyo espiritual y material nos anima enormemente en nuestro trabajo y nos permite afrontar con confianza el futuro y el crecimiento de ZENIT.
¡ Muchas gracias de parte de todo el equipo de ZENIT !
MENSAJE A NUESTROS LECTORES
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
DOCUMENTACIÓN
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Mensaje a nuestros lectores
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Como en años anteriores en estas fechas, la redacción de ZENIT disfrutará de las vacaciones anuales del 2 al 17 de agosto. ZENIT agradece a los lectores la fidelidad demostrada nuevamente en este año.
Documentación
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Ante el Senado de Italia
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., secretario de Estado, al presentar ante el Senado de la República de Italia la encíclica "Caritas in veritate", el martes 28 de julio de 2009.
* * *
Premisa
La encíclica de Benedicto XVI se abre con una introducción que constituye una densa y profunda reflexión en la que retornan los términos del título mismo, el cual vincula de forma estrecha la caritas y la veritas, el amor y la verdad. Se trata no sólo de una especie de "explicatio terminorum", de una aclaración inicial, sino que se pretenden indicar los principios y las perspectivas fundamentales de toda su enseñanza. De hecho, como en una sinfonía, el tema de la verdad y de la caridad vuelve a lo largo de todo el documento, precisamente porque, como escribe el Papa, aquí se halla "la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (Caritas in veritate, 1).
Pero -nos preguntamos- ¿de qué verdad y de qué amor se trata? No cabe duda de que precisamente estos conceptos hoy suscitan sospechas -sobre todo el término "verdad"- y se malentienden -lo cual vale sobre todo para el término "amor"-. Por eso es importante aclarar de qué verdad y de qué amor habla la nueva encíclica. El Santo Padre nos explica que estas dos realidades fundamentales no son extrínsecas al hombre o incluso impuestas a él en nombre de una visión ideológica cualquiera, sino que están profundamente enraizadas en la persona misma. De hecho, "amor y verdad -afirma el Santo Padre- son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano" (ib.), del hombre que, según la Sagrada Escritura, precisamente es creado "a imagen y semejanza" de su Creador, es decir, del "Dios bíblico, que es a la vez "Agapé" y "Lógos": Caridad y Verdad, Amor y Palabra" (ib., 3).
Esta realidad no sólo se nos manifiesta a través de la Revelación bíblica, sino que también la puede conocer todo hombre de buena voluntad que utiliza rectamente su razón al reflexionar sobre sí mismo ("La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad", ib.). Al respecto, parecen ilustrar bien esa visión algunos contenidos de un documento significativo e importante, publicado poco antes de la Caritas in veritate: la Comisión teológica internacional nos ofreció, en los meses pasados, un texto titulado "En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural". Ese documento afronta temas de gran importancia, que me permito señalar y recomendar de modo especial en este contexto del Senado, es decir, de una institución cuya función principal es la producción legislativa.
Como dijo el Santo Padre en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, durante su visita del año pasado al Palacio de cristal a propósito del fundamento de los derechos humanos: "Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos" (Discurso a la Asamblea general de la ONU, 18 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 10).
Estas consideraciones no sólo valen para los derechos humanos, sino para toda intervención de la autoridad legítima llamada a regular según la verdadera justicia la vida de la comunidad mediante leyes que no sean fruto de un mero acuerdo convencional, sino que busquen el bien auténtico de la persona y de la sociedad y por eso hagan referencia a esta ley natural.
Ahora bien, la Comisión teológica internacional, al exponer la realidad de la ley natural, explica precisamente que la verdad y el amor son exigencias esenciales de todo hombre, enraizadas profundamente en su ser. "En su búsqueda del bien moral, la persona humana se pone a la escucha de lo que ella misma es y toma conciencia de las inclinaciones fundamentales de su naturaleza" (En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 45), las cuales orientan al hombre hacia los bienes necesarios para su realización moral.
Como es sabido, "tradicionalmente se distinguen tres grandes conjuntos de dinamismos naturales... El primero, que es común a todo ser sustancial, comprende esencialmente la inclinación a conservar y a desarrollar su propia existencia. El segundo, común a todos los seres vivos, comprende la inclinación a reproducirse para perpetuar la especie. El tercero, propio del hombre como ser racional, conlleva la inclinación a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad" (ib., n. 46).
Profundizando en este tercer dinamismo que se halla en toda persona, la Comisión teológica internacional afirma que "es específico del ser humano como ser espiritual, dotado de razón, capaz de conocer la verdad, entrar en diálogo con los demás y entablar relaciones de amistad. (...) Su bien integral está tan íntimamente vinculado a la vida en comunidad, que se organiza en sociedad política en virtud de una inclinación natural y no de una simple convención. El carácter relacional de la persona se manifiesta también con la tendencia a vivir en comunión con Dios o el Absoluto. (...). Ciertamente, la pueden negar quienes no admiten la existencia de un Dios personal, pero permanece implícitamente presente en la búsqueda de la verdad y del sentido presente en todo ser humano" (ib., n. 50).
Así pues, el hombre está hecho para conocer mediante la "razón ampliada" (cf. Benedicto XVI, Discurso del 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona) la verdad en toda su extensión, es decir, sin limitarse a adquirir conocimientos técnicos para dominar la realidad material, sino abriéndose hasta encontrar al Trascendente, y para vivir plenamente la dimensión interpersonal del amor, que "no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas" (Caritas in veritate, 2).
Precisamente son la "veritas" y la "caritas" las que nos indican las exigencias de la ley natural, que Benedicto XVI pone como criterio fundamental de la reflexión de orden moral sobre la actual realidad socioeconómica: "Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral" (ib., 6). Con expresión eficaz, el Santo Padre afirma por eso que "la doctrina social de la Iglesia (...) es "caritas in veritate in re sociali", anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad" (ib., 5).
La propuesta de la encíclica ni es de carácter ideológico ni está reservada sólo a quienes comparten la fe en la Revelación divina, sino que se funda en realidades antropológicas fundamentales, como son precisamente la verdad y la caridad correctamente entendidas, o como dice la encíclica, dadas al hombre y recibidas por él, y no producidas por él arbitrariamente ("La verdad, que como la caridad es don, nos supera, como enseña san Agustín. Incluso nuestra propia verdad, la de nuestra conciencia personal, ante todo nos ha sido "dada". En efecto, en todo proceso cognitivo la verdad no es producida por nosotros, sino que se encuentra o, mejor aún, se recibe. Como el amor, "no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano"", ib., 34).
Benedicto XVI quiere recordar a todos que sólo anclándose en este doble criterio de la "veritas" y de la "caritas", inseparablemente unidas, se puede construir el auténtico bien del hombre, hecho para la verdad y el amor. Según el Santo Padre, "sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador" (ib., 9).
Después de esta premisa indispensable, en la que he querido poner de manifiesto algunos aspectos antropológicos y teológicos del texto pontificio, tal vez menos comentados en las notas periodísticas, deseo exponer ahora sólo algunos puntos, sin la pretensión de cubrir el vasto contenido de la encíclica, que, por lo demás, ya han profundizado de modo específico comentaristas autorizados, tanto en las páginas de "L'Osservatore Romano" como en otras publicaciones.
Superar antiguas y obsoletas dicotomías
Un mensaje importante que nos transmite la Caritas in veritate es la invitación a superar la ya obsoleta dicotomía entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio y moverse sobre todo por el propio interés; equivale a decir que no se es plenamente empresario si no se persigue la maximización del beneficio. En caso contrario, habría que contentarse con formar parte de la esfera de lo social.
Esta conceptualización, que confunde la economía de mercado, la cual es el genus, con una de sus species, como es el sistema capitalista, ha llevado a identificar la economía con el lugar de la producción de la riqueza (o del rédito) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma.
La Caritas in veritate nos dice, en cambio, que se puede hacer empresa también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-social. Esta es una manera concreta, aunque no la única, de colmar la brecha entre lo económico y lo social dado que una gestión económica que no incorporara en su interior la dimensión de lo social no sería éticamente aceptable, como también es verdad que una gestión social meramente redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos, a la larga no sería sostenible, pues antes de poder distribuir es necesario producir.
Hay que dar las gracias a Benedicto XVI de modo particular por haber subrayado que la gestión económica no es algo separado y ajeno a los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, que son: la centralidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común. Es preciso superar la concepción práctica según la cual los valores de la doctrina social de la Iglesia únicamente deberían encontrar espacio en las obras de índole social, mientras que a los expertos en eficiencia les correspondería la tarea de guiar la economía. Esta encíclica tiene el mérito, ciertamente no secundario, de contribuir a colmar esa laguna, cultural y política a la vez.
Al contrario de lo que se piensa, la eficiencia no es el fundamentum divisionis para distinguir lo que es empresa de lo que no lo es, y esto por la sencilla razón de que la categoría de la eficiencia pertenece al orden de los medios y no al de los fines. En realidad, hay que ser eficientes para conseguir lo mejor posible el fin que libremente se ha escogido para la propia acción. El empresario que se deja guiar por una eficiencia que sea fin en sí misma corre el peligro de caer en el eficientismo, que en la actualidad es una de las causas más frecuentes de destrucción de la riqueza, como tristemente confirma la actual crisis económico-financiera.
Ampliando un instante la perspectiva del discurso, decir mercado significa decir competencia, en el sentido de que no puede haber mercado donde no hay praxis de competencia (aunque lo contrario no sea verdad). Y no hay quien niegue que la fecundidad de la competencia está en el hecho de que implica la tensión, la dialéctica que presupone la presencia de otro y la relación con otro. Sin tensión no hay movimiento, pero el movimiento -esta es la cuestión- que produce la tensión puede ser también mortífero, es decir, generador de muerte.
Cuando la finalidad de la gestión económica no es la búsqueda de un objetivo común -como se deduciría de la etimología latina "cum-petere"- sino la "mors tua, vita mea" de Hobbes, el vínculo social se reduce a la relación mercantil y la actividad económica tiende a hacerse inhumana y, por lo tanto, en último extremo ineficiente. Así pues, igualmente en la competencia, la "doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o "después" de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente" (ib., 36).
Ahora bien, la Caritas in veritate nos ofrece el beneficio, ciertamente no pequeño, de tomar en gran consideración aquella concepción del mercado, típica de la tradición de pensamiento de la economía civil, según la cual se puede vivir la experiencia de la sociabilidad humana dentro de una vida económica normal y no fuera de ella o al margen de ella. Esta es una concepción que se podría definir alternativa, sea respecto a la que ve el mercado como lugar de la explotación y del atropello del fuerte sobre el débil, sea respecto a la que, en línea con el pensamiento anárquico-liberal, lo ve como lugar capaz de dar solución a todos los problemas de la sociedad.
Este modo de hacer empresa se diferencia de la economía de tradición smithiana, según la cual el mercado es la única institución realmente necesaria para la democracia y para la libertad. La doctrina social de la Iglesia nos recuerda, en cambio, que una buena sociedad ciertamente es fruto del mercado y de la libertad, pero que existen exigencias, atribuibles al principio de fraternidad, que no se pueden eludir ni remitir únicamente al ámbito privado o a la filantropía. Más bien, propone un humanismo de más dimensiones, en el que no se combate o "controla" el mercado, sino que se contempla como momento importante de la esfera pública -esfera que es mucho más amplia de lo meramente estatal- que, si se concibe y se vive como lugar abierto también a los principios de reciprocidad y del don, puede construir una sana convivencia civil.
A partir de la fraternidad el bien común
Abordo ahora uno de los temas presentes en la encíclica que, a mi parecer, ha suscitado cierto interés público por la novedad que implican los principios de fraternidad y de gratuidad en la gestión económica. "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano -dice Benedicto XVI-, necesita dar espacio al principio de gratuidad" (ib., 34). Hacen falta "formas económicas solidarias". En este sentido, es significativo el capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia", por lo cual "dicho pensamiento obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación". Y también: "El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz" (ib., 53-54).
La palabra clave que hoy expresa, mejor que cualquier otra, esta exigencia es la fraternidad. Fue la escuela de pensamiento franciscana la que dio a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo y que constituye el complemento y la exaltación del principio de solidaridad. De hecho, mientras la solidaridad es el principio de organización social que permite a los desiguales llegar a ser iguales en virtud de su igual dignidad y de sus derechos fundamentales, el principio de fraternidad es el principio de organización social que permite a los iguales ser diferentes, en el sentido de que pueden expresar de modo diverso su proyecto de vida o su carisma.
Lo aclaro más: las épocas que hemos dejado atrás, como el siglo XIX y sobre todo el XX, se caracterizaron por grandes batallas, tanto culturales como políticas, en nombre de la solidaridad, y esto fue algo bueno; piénsese en la historia del movimiento sindical y en la lucha por la conquista de los derechos civiles. Lo importante es que una sociedad orientada al bien común no puede contentarse con la solidaridad, sino que necesita una solidaridad que refleje la fraternidad, dado que, mientras la sociedad fraterna también es solidaria, lo contrario no es verdad necesariamente.
Si se olvida el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que decae el sentido de fraternidad y en la que todo se reduce a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes o a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de carácter público, se cae en la cuenta de por qué, a pesar de la calidad de las fuerzas intelectuales que actúan, no se ha llegado aún a una solución creíble del gran trade-off entre eficiencia y equidad. La Caritas in veritate nos ayuda a tomar conciencia de que la sociedad no es capaz de futuro si se disuelve el principio de fraternidad; es decir, no es capaz de progresar si existe y se desarrolla sólo la lógica del "dar para tener" o del "dar por deber". Por eso, ni la visión liberal-individualista del mundo, en la que todo -o casi- es intercambio, ni la visión estado-céntrica de la sociedad, en la que todo -o casi- constituye un deber, son guías seguras para poder salir del atolladero en el que se encuentran hoy nuestras sociedades.
Se plantea entonces la cuestión: ¿por qué vuelve a emerger como un río cárstico la perspectiva del bien común según la formulación que le ha dado la doctrina social de la Iglesia, después de al menos un par de siglos durante los cuales de hecho había desaparecido? ¿Por qué el paso de los mercados nacionales al mercado global, verificado durante el último cuarto de siglo, está actualizando de nuevo el discurso sobre el bien común? Anoto, de paso, que cuanto sucede forma parte de un movimiento de ideas más amplio en economía, un movimiento cuyo objeto es el vínculo entre religiosidad y performance económica. Partiendo de la consideración de que las creencias religiosas son de importancia decisiva para forjar los mapas cognoscitivos de las personas y para plasmar las normas sociales de comportamiento, este movimiento de ideas trata de investigar hasta qué punto el predominio en un determinado país -o territorio- de cierta matriz religiosa influye en la formación de categorías de pensamiento económico, en los programas de welfare, en la política escolar y así sucesivamente. Después de un largo período de tiempo, durante el cual la célebre tesis de la secularización parecía haber dicho la última palabra sobre la cuestión religiosa, al menos por lo que atañe al campo económico, lo que está aconteciendo hoy resulta verdaderamente paradójico.
No es muy difícil explicarse que haya vuelto al debate cultural contemporáneo la perspectiva del bien común, auténtica cifra de la ética católica en el ámbito socioeconómico. Como aclaró Juan Pablo ii en varias ocasiones, la doctrina social de la Iglesia no se debe considerar una teoría ética más entre las muchas que ya existen, sino una "gramática común" a todas ellas, porque está fundada en un punto de vista específico: interesarse por el bien humano. En realidad, mientras las diversas teorías éticas ponen su fundamento en la búsqueda de reglas (como sucede en el iusnaturalismo positivista, según el cual la ética deriva de la norma jurídica) o en la gestión (piénsese en el neo-contractualismo rawlsiano o en el neo-utilitarismo), la doctrina social de la Iglesia toma como su punto de Arquímedes el "estar con". El sentido de la ética del bien común explica que para poder comprender la acción humana es preciso situarse en la perspectiva de la persona que actúa (cf. Veritatis splendor, 78) y no en la perspectiva de la tercera persona (como hace el iusnaturalismo) o bien del espectador imparcial (como había sugerido Adam Smith). En efecto, dado que el bien moral es una realidad práctica, lo conoce principalmente no quien lo teoriza, sino quien lo practica: este es el que sabe identificarlo y, por lo tanto, escogerlo con certeza cada vez que está en discusión.
El principio del don en economía
Pasemos ahora a hablar del principio del don en economía. ¿Qué implica, en la práctica, acoger la perspectiva de la gratuidad dentro de la actuación económica? Benedicto XVI responde que mercado y política necesitan "personas abiertas al don recíproco" (cf. Caritas in veritate, 35-39). La consecuencia que se deriva de reconocer al principio de gratuidad un puesto de primer orden en la vida económica guarda relación con la difusión de la cultura y de la praxis de la reciprocidad. Junto a la democracia, la reciprocidad -definida por Benedicto XVI "la constitución íntima del ser humano" (ib., 57)- es valor que funda una sociedad. Más aún, también se podría sostener que la regla democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último.
¿En qué "lugares" la reciprocidad es de casa, o sea, dónde se practica y alimenta? La familia es el primero de esos lugares: piénsese en las relaciones entre padres e hijos, y entre hermanos y hermanas. En torno a la propia familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y las diferentes formas de asociaciones. ¿No es verdad que las relaciones entre los miembros de una familia o entre los socios de una cooperativa son relaciones de reciprocidad? Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente de cuán difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad. En la actualidad hay una inmensa necesidad de cooperación: precisamente por eso necesitamos extender las formas de gratuidad y reforzar las que ya existen. Las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia.
¿Cuál es la función propia del don? Hacer comprender que junto a los bienes de justicia están los bienes de gratuidad y, por consiguiente, que no es auténticamente humana la sociedad que se contenta únicamente con los bienes de justicia. El Papa habla de "la sorprendente experiencia del don" (ib., 34).
¿Cuál es la diferencia? Los bienes de justicia son los que nacen de un deber; los bienes de gratuidad son los que nacen de una obligatio. Es decir, son bienes que nacen del reconocimiento de que yo estoy unido a otro, el cual en cierto sentido es parte constitutiva de mí. Precisamente por eso la lógica de la gratuidad no se puede reducir, de forma simplista, a una dimensión puramente ética, pues la gratuidad no es una virtud ética. La justicia, como ya enseñaba Platón, es una virtud ética, y todos estamos de acuerdo en la importancia de la justicia, pero la gratuidad atañe más bien a la dimensión supra-ética de la acción humana porque su lógica es la sobreabundancia, mientras que la lógica de la justicia es la lógica de la equivalencia. Pues bien, la Caritas in veritate nos dice que una sociedad, para funcionar bien y para progresar, necesita que dentro de la praxis económica haya sujetos que comprendan qué son los bienes de gratuidad; en otras palabras, que se comprenda que es preciso hacer que en los circuitos de nuestra sociedad vuelva a fluir el principio de gratuidad.
Benedicto XVI invita a restituir el principio del don a la esfera pública. El don auténtico, afirmando el primado de la relación sobre su exoneración, del vínculo intersubjetivo sobre el bien donado, de la identidad personal sobre lo útil, debe poder encontrar espacio de expresión en todas partes, en cualquier ámbito de la acción humana, incluida la economía. El mensaje que nos deja la Caritas in veritate es pensar la gratuidad y, por tanto, la fraternidad, como cifra de la condición humana y por consiguiente ver en el ejercicio del don el presupuesto indispensable para que Estado y mercado puedan funcionar teniendo como objetivo el bien común. Sin prácticas difundidas de don, se podrá también tener un mercado eficiente y un Estado autorizado -e incluso justo-, pero ciertamente no se ayudará a las personas a realizar la alegría de vivir. Porque eficiencia y justicia, aunque vayan unidas, no bastan para asegurar la felicidad de las personas.
Las causas remotas de la crisis financiera
La Caritas in veritate analiza las causas profundas -y no sólo las causas próximas- de la crisis actual. No pretendo ahora repasarlas; me limitaré a sintetizar los tres factores principales de crisis identificados y analizados.
El primero se refiere al cambio radical en la relación entre finanzas y producción de bienes y servicios que se ha consolidado en el curso de las tres últimas décadas. Desde la mitad de los años 70 del siglo pasado, varios países occidentales han condicionado sus promesas en el ámbito de las pensiones a inversiones que dependían del aprovechamiento sostenible de los nuevos instrumentos financieros, exponiendo así a la economía real a los caprichos de las finanzas y generando la necesidad creciente de destinar a la remuneración de los ahorros invertidos en ellos cuotas de valor añadido. Las presiones sobre las empresas, derivadas de las bolsas y de los fondos de private equity, se han extendido en más direcciones: sobre dirigentes, inducidos a mejorar continuamente la performance de sus gestiones con el fin de recibir volúmenes crecientes de stock options; sobre los consumidores, para convencerlos a comprar cada vez más, aun sin poder adquisitivo; sobre las empresas de la economía real, para convencerlas a que aumenten el valor para el accionista. Así, ha sucedido que la demanda persistente de resultados financieros cada vez más brillantes ha repercutido sobre todo el sistema económico, hasta convertirse en un auténtico modelo cultural.
El segundo factor causal de la crisis es la difusión, en el ámbito de la cultura popular, del ethos de la eficiencia como criterio último de juicio y de justificación de la realidad económica. Por un lado, ello ha acabado por legitimar la codicia -que es la forma más conocida y difundida de avaricia- como una especie de virtud cívica: elgreed market que sustituye al free market. "Greed is good, greed is right" (la codicia es buena, la codicia es justa), predicaba Gordon Gekko, el protagonista de la célebre película "Wall Street", de 1987.
Por último, la Caritas in veritate analiza también la causa de las causas de la crisis: la especificidad de la matriz cultural que se ha ido consolidando en los últimos decenios, por un lado, sobre la ola del proceso de globalización y, por otro, por la llegada de la tercera revolución industrial, la de las tecnologías info-telemáticas. Un aspecto específico de esa matriz es la insatisfacción, cada vez más generalizada, respecto al modo de interpretar el principio de libertad. Como es sabido, son tres las dimensiones que constituyen la libertad: la autonomía, la inmunidad y la capacitación. La autonomía implica libertad de elección: no se es libre si no se está en condición de elegir. La inmunidad, en cambio, implica ausencia de coerción por parte de cualquier agente externo. Fundamentalmente es la libertad negativa, es decir, "estar libre de". Por último, la capacitación -literalmente, capacidad de acción- implica capacidad de elección, de conseguir, al menos en parte o en alguna medida, lo que el sujeto se propone. No se es libre si nunca -o al menos en parte- se logra realizar el propio proyecto de vida.
Como se puede comprender, el desafío que hay que afrontar es hacer que coexistan las tres dimensiones de la libertad; por esta razón, el paradigma del bien común se presenta como una perspectiva muy interesante que conviene explorar.
A la luz de lo dicho se puede comprender por qué la crisis financiera no se puede considerar como un hecho inesperado ni inexplicable. Precisamente por eso, sin quitar nada a las indispensables intervenciones de regulación y a las necesarias formas nuevas de control, no lograremos impedir que surjan en el futuro episodios análogos si no se extirpa el mal de raíz, es decir, si no se interviene sobre la matriz cultural que sostiene el sistema económico. A las autoridades de gobierno esta crisis les transmite un doble mensaje. En primer lugar, que la crítica sacrosanta al "Estado intervencionista" de ningún modo puede hacer que se desconozca el papel central del "Estado regulador". En segundo lugar, que las autoridades públicas situadas en los diversos niveles de gobierno deben permitir, más aún, favorecer el nacimiento y el reforzamiento de un mercado financiero pluralista, o sea, un mercado en el que puedan actuar en condiciones de igualdad objetiva sujetos diferentes en lo que atañe al fin específico que atribuyen a su actividad. Pienso en los bancos del territorio, en los bancos de crédito cooperativo, en los bancos éticos, en los distintos fondos éticos. Se trata de entidades que no sólo no proponen en sus ventanillas finanzas creativas, sino que sobre todo desempeñan un papel complementario, y por tanto equilibrador, respecto a los agentes de las finanzas especulativas. Si en las últimas décadas las autoridades financieras hubieran eliminado los numerosos vínculos que pesan sobre los sujetos de las finanzas alternativas, la crisis actual no habría tenido el poder devastador que estamos conociendo.
Conclusión
Antes de concluir, deseo dar las gracias al presidente del Senado de la República Italiana, el honorable Schifani, por haberme permitido ilustrar a este cualificado auditorio algunos rasgos de la última encíclica de Benedicto XVI.
De algún modo, es como si volviera hoy el Santo Padre a esta sede del Senado de la República, donde el entonces cardenal Joseph Ratzinger impartió el 13 de mayo de 2004, en la biblioteca del Senado mismo, una lectio magistralis, que no se ha olvidado, sobre el tema: "Europa. Sus fundamentos espirituales ayer, hoy y mañana".
Es interesante notar cómo en aquella intervención el futuro Pontífice abordó, entre otros, algunos temas que volvemos a encontrar hoy en su última encíclica. Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de la razón profunda de la dignidad de la persona y de sus derechos: estos -dijo el entonces cardenal Ratzinger- "no son creados por el legislador, ni conferidos a los ciudadanos; "más bien, existen por derecho propio y el legislador debe respetarlos siempre, pues se le han dado previamente como valores de orden superior". Esta validez de la dignidad humana previa a toda acción política y a toda decisión política remite en definitiva al Creador: sólo él puede establecer valores que se fundan en la esencia del hombre y que son intocables. El hecho de que existan valores que no pueden ser manipulados por nadie es la verdadera garantía de nuestra libertad y de la grandeza humana; la fe cristiana ve en ello el misterio del Creador y de la condición de imagen de Dios que él ha conferido al hombre".
En la Caritas in veritate Benedicto XVI repite que "se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos" cuando "se les priva de su fundamento trascendente" (ib., 56), es decir, cuando se olvida que "Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente" (ib., 29).
También en esa lectio magistralis impartida hace cinco años, el actual Pontífice recordó que "un segundo punto en el que aparece la identidad europea es el matrimonio y la familia. El matrimonio monógamo, como estructura fundamental de la relación entre un hombre y una mujer, y al mismo tiempo como célula en la formación de la comunidad estatal, se ha forjado a partir de la fe bíblica. Este matrimonio ha dado a Europa, tanto a la occidental como a la oriental, su rostro particular y su humanidad particular, también y precisamente porque la forma de fidelidad y de renuncia aquí trazada debió ser conquistada siempre de nuevo, con muchos esfuerzos y sufrimientos. Europa no sería ya Europa si esta célula fundamental de su edificio social desapareciera o se modificara esencialmente".
En la Caritas in veritate esta advertencia se extiende hasta alcanzar una dimensión universal, podríamos decir global, y se dirige a todos los responsables de la vida pública. En ella leemos: "Se convierte (...) en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los Estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional" (ib., 44).
Ciertamente la Caritas in veritate, como afirma en su título oficial, se dirige a todos los miembros de la Iglesia católica y "a todos los hombres de buena voluntad". Con todo, me parece que, por los principios que ilumina, por los problemas que afronta y por las directrices que ofrece, este documento pontificio, que suscitó tanta expectativa antes, y después tanta atención y tanto aprecio, de modo particular en el ámbito social, político y económico, puede encontrar un eco singular en esta sede institucional que es el Senado de la República.
Estoy convencido de que, más allá de las diferencias de formación y de convicciones personales, quienes tienen la delicada y honrosa responsabilidad de representar al pueblo italiano y de ejercer por mandato suyo el poder legislativo, pueden hallar en las palabras del Papa una elevada y profunda inspiración en el cumplimiento de su misión, a fin de responder adecuadamente a los desafíos éticos, culturales y sociales que hoy nos interpelan y que con gran lucidez y plenitud nos presenta la encíclicaCaritas in veritate.
Mi deseo es que este documento del Magisterio eclesial, que hoy he tratado de ilustraros, al menos en parte, encuentre en esta sede la atención que merece y así dé frutos positivos y abundantes por el bien de cada persona y de toda la familia humana, comenzando por la querida nación italiana.
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 31 de julio de 2009
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Campaña de recogida de fondos de 2009: RESULTADOS FINALES
¡ En la campaña de donativos 2009, sumando las siete ediciones de ZENIT (español, inglés, francés, alemán, portugués, italiano y árabe), se han recibido US$ 1,570,000 (1.110.000 euros) !
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Agradecemos muchísimo a todas las personas, organizaciones y comunidades que nos han apoyado enviando su donativo, así como a cuantos nos han hecho llegar mensajes de solidaridad asegurando su oración por el éxito de la campaña.
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¡ Muchas gracias de parte de todo el equipo de ZENIT !
SANTA SEDE
Dolor de Benedicto XVI por los dos guardias civiles asesinados por ETA
El Papa pide oraciones en agosto por los emigrantes y la libertad religiosa
Benedicto XVI visitará las reliquias de uno de sus maestros, san Buenaventura
El Papa, feliz en Castel Gandolfo
MUNDO
La emigración desafía a la paz, según un obispo en tierras musulmanas
Estados Unidos: Buscando un terreno común para hablar sobre el aborto
Roma recuerda a San Ignacio en su día
Un museo de Canadá expone al público 17 documentos de Qumrán
Canadá: movilización contra la legalización de la eutanasia
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Mil millones de personas sufren hambre mientras disminuyen las ayudas
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Y al séptimo día descansó
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Vacaciones del 2 al 17 de agosto
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 27 de julio de 2009
SANTA SEDE
El Papa quiere ir a Turín a ver la Sábana Santa
Nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional
El colombiano Luis R. Zarama, obispo auxiliar de Atlanta
MUNDO
Denuncian que una norcoreana fue ejecutada por tener una Biblia
La India: Se celebrará en Orissa la Jornada para la Paz y la Armonía
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Testigos de Jehová y rechazo de la sangre: el punto de vista bíblico
DOCUMENTACIÓN
Homilía de Benedicto XVI en Aosta: Dios nunca nos abandona
Santa Sede
El Papa quiere ir a Turín a ver la Sábana Santa
Confirmó este domingo al arzobispo de esta ciudad
LES COMBES, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pretende ir a Turín para ver la Sábana Santa con motivo de la exposición que tendrá lugar el próximo año, según él mismo ha confirmado al arzobispo de esa arquidiócesis.
Así lo ha revelado el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en una declaración de este lunes, en la que confirma que el Papa almorzó este domingo en Les Combes con algunos invitados, entre los que se encontraba el cardenal Severino Poletto, y el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi.
"El cardenal Poletto actualizó al Papa sobre la preparación de la exposición de la Sábana Santa en la primavera del próximo año, y el Papa le confirmó su intención de visitar Turín con ese motivo, en una fecha por precisar", informa el portavoz vaticano.
La exposición de la Sábana Santa, después de la última, que tuvo lugar hace diez años, está prevista del 10 de abril al 23 de mayo de 2010, según ha confirmado la arquidiócesis, que ha abierto una página dedicada a esta reliquia desde el que se podrán hacer las reservas (http://www.sindone.org).
En el año 2010, por primera vez, será posible ver directamente la Sábana Santa tras la intervención de restauración a la que fue sometida en 2002, en la que se extrajeron los bordes de tejido quemados en el incendio de 1532 en Chambéry, descosidos los "remiendos" aplicados por religiosas clarisas, despegado el paño de Holanda sobre el cual había sido fijada en 1534. El Sudario ahora es expuesto en un nuevo soporte.
En esta ocasión, se ha previsto también un nuevo recorrido para informar a los visitantes sobre la historia y significado del lienzo, complementado con documentos fotográficos inéditos de alta resolución.Según explica la arquidiócesis durante el período de la exposición se espera que el Papa celebre la misa en el atrio de la catedral.
Últimos días de vacaciones para el Papa
Después de haber presidido este domingo el Ángelus junto a unos cinco mil peregrinos y del almuerzo con sus huéspedes, el Santo Padre realizó este domingo un breve paseo.
En este lunes y martes, el Papa no tenía "compromisos particulares", según revela el padre Lobardi. Son días dedicados "a la oración, el estudio y la lectura".
El Papa se despedirá en la mañana de este miércoles de Les Combes, en particular, de las personas que han hecho posible estos días de descanso, en particular, las fuerzas de seguridad, los bomberos, la protección civil, así como a las autoridades locales.
Hacia las 5 p.m, el Papa viajará en helicóptero al aeropuerto de Turín, Caselle, para tomar un avión a Roma (aeropuerto de Ciampino). Desde allí viajará en coche a la residencia de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma, donde trabajará el resto del verano.
Nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional
Mario Ángel Flores, Javier Prades y Guillermo Zuleta forman parte de la entidad
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado a nuevos miembros de la Comisión Teológica Internacional y ha renovado en el cargo a los demás del pasado quinquenio, informó este sábado la Oficina de Información de la Santa Sede.
La Comisión fue instituida por el Papa Pablo VI, respondiendo a la propuesta realizada por el primer Sínodo de los Obispos, celebrado tras el Concilio Vaticano II, el 11 de abril de 1969.
La función de la Comisión es ayudar a la Santa Sede, especialmente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a examinar cuestiones doctrinales de mayor importancia.
La Comisión se compone de teólogos de diversas escuelas y naciones, eminentes por ciencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.
Está presidida por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, actualmente el cardenal William Joseph Levada.
Los miembros -en número no superior a 30- son nombrados por el Santo Padre por cinco años a propuesta del cardenal prefecto de la Congregación y tras consulta con las Conferencias Episcopales.
Tras los nombramientos y renovaciones de los miembros, la Comisión Teológica Internacional ha quedado compuesta por los siguientes miembros:
- Charles MOREROD, O.P., Secretario General.
- Peter Damian AKPUNONU (Nigeria), profesor de exégesis bíblica en la Universidad St. Mary of the Lake de Mundelein (Estados Unidos)
- Serge Thomas BONINO, O.P., profesor de filosofía en el Estudio Dominico y el Institut Catholique de Toulouse (Francia).
- Geraldo Luis BORGES HACKMANN, profesor de teología sistemática en la Universidad de Puerto Alegre (Brasil).
- Sara BUTLER, M.S.B.T., profesora de teología sistemática en el Seminario St. Joseph de Nueva York (Estados Unidos).
- Antonio CASTELLANO, S.D.B. (Chile), profesor de teología sistemática en la Universidad Pontificia Salesiana, Roma.
- Adelbert DENAUX, profesor de teología bíblica en el Seminario León XIII de Lovaina (Bélgica).
- Marco DOLDI, profesor de teología moral en la Facultad Teológica de la Italia Septentrional, Sección de Génova.
- Gilles EMERY, O.P., profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza).
- Mario Angel FLORES, profesor de teología sistemática en la Facultad Teológica Mexicana (México).
- Francis GUSTILO, S.D.B., profesor de teología y espiritualidad en el Centro de Estudios Don Bosco de Parañaque, Manila (Filipinas).
- Barbara HALLENSLEBEN (Alemania), profesora de teología y de ecumenismo en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza).
- Savio HON TAI-FAI, S.D.B., profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico de Hong Kong (China).
- Tomislav IVANČIĆ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Zagreb (Croacia).
- István IVANCSÓ, profesor de teología oriental en Nyíregyháza (Hungría).
- Tony KELLY, C.S.S.R, profesor de teología moral en la Universidad Católica Australiana de Canberra (Australia).
- Jan W. M. LIESEN, profesor de teología bíblica en el Seminario de Rolduc (Países Bajos).
- Monseñor Paul McPARTLAN (Gran Bretaña), profesor de teología sistemática en la Universidad Católica de América, Washington (Estados Unidos).
- Thomas NORRIS, profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico Saint Patrick's College de Maynooth (Irlanda).
- Javier PRADES LÓPEZ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Madrid (España).
- Johannes REITER, profesor de teología moral en la Facultad de Teología de Maguncia (Alemania).
- Paul ROUHANA, O.L.M., profesor de teología espiritual en la Universidad Espíritu Santo de Jounieh (Líbano).
- Leonard SANTEDI KINKUPU, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Kinshasa (República Democrática del Congo).
- Michael SCHULZ, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de la Universidad de Bonn (Alemania).
- Pierangelo SEQUERI, profesor de teología fundamental en la Facultad Teológica de la Italia Septentrional, Milán.
- Thomas SOEDING, profesor de exégesis del Nuevo Testamento en el Seminario Católico Teológico de Wuppertal (Alemania).
- Monseñor Jerzy SZYMIK, profesor de teología sistemática en la Universidad de Katowice (Polonia).
- Philippe VALLIN, profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de la Universidad de Estrasburgo (Francia).
- Dominic VELIATH, S.D.B., profesor de teología sistemática en la Facultad de Teología de Bangalore (India).
- Guillermo ZULETA, profesor de teología sistemática y de derecho canónico en la Universidad de Medellín (Colombia).
El colombiano Luis R. Zarama, obispo auxiliar de Atlanta
Era vicario general de la arquidiócesis estadounidense
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado al colombiano Luis R. Zarama nuevo obispo auxiliar de la arquidiócesis estadounidense de Atlanta, informó este lunes la Oficina de Información de la Santa Sede.
Zarama era hasta ahora vicario general de la misma arquidiócesis de Atlanta. Benedicto XVI le ha asignado la sede titular episcopal de Bararo.
El nuevo obispo nació el 28 de noviembre de 1958 en Pasto (Colombia), en cuyo Seminario estudió. Se licenció en filosofía y teología en la Universidad Mariana, y en Derecho Canónico en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Fue ordenado sacerdote para la arquidiócesis de Atlanta el 27 de noviembre de 1993. Tras ejercer su ministerio en varias parroquias de esta arquidiócesis del norte del estado de Georgia, trabajó como abogado en el Tribunal de Apelación del Tribunal metropolitano de Atlanta.
Ha ejercido como Defensor del Vínculo desde 1997 y como vicario judicial desde el año 2008. Desde el año 2000 es subdirector de Vocaciones y ocupaba el cargo de vicario general desde el año 2006.
Habla inglés y español y el 4 de julio de 2004 se convirtió en ciudadano americano. El 10 de febrero de 2007 fue nombrado Capellán de Su Santidad.
Zarama ayudará al arzobispo Wilton D. Gregory, S.L.D., en el gobierno de la diócesis de Atlanta, que incluye 69 condados, entre ellos Lincoln, McDuffie, Warren, Hancock, Baldwin, Punam, Jasper, Monroe, Upson, Meriwether y Troup.
Mundo
Denuncian que una norcoreana fue ejecutada por tener una Biblia
Aumentan las ejecuciones de cristianos según grupos de derechos humanos
PYONGYANG, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos en Corea del Sur han denunciado el aumento de las ejecuciones de cristianos en Corea del Norte, algunas de ellas en público.
El informe de varias organizaciones surcoreanas destaca el caso de una mujer que fue ajusticiada en público el mes pasado, en una localidad norcoreana cercana a la frontera con China.
Según indica Andre Vornic, corresponsal de BBC en Asia, la mujer fue acusada de distribuir biblias, espiar para Corea del Sur y Estados Unidos y colaborar con disidentes.
El gobierno de Estados Unidos sostiene que el hecho de poseer una biblia en el país comunista puede ser motivo de torturas y desaparición, afirma Vornic.
De acuerdo a las denuncias, los padres de esta mujer, su marido y sus hijos fueron enviados a un campo de detención. El corresponsal de la BBC añade que aunque estas informaciones son muy difíciles de comprobar, Corea del Norte es conocida por su intolerancia hacia la religión.
Según informa la agencia AP, la mujer ejecutada era una madre de tres hijos, Ri Hyon-ok, de 33 años. Fue ajusticiada en la ciudad del noroeste de Ryongchon el 16 de junio, según un informe de la Comisión Investigadora de Crímenes contra la Humanidad, publicado el viernes. El informe no ha podido ser verificado.
Pero sigue a los testimonios de disidentes norcoreanos e informes de grupos de derechos humanos que exponen cada vez con más frecuencia la persecución religiosa y violaciones de derechos en el país comunista.
El mes pasado, la Voz de los Mártires (VOM) advirtió que, a través de un fax anónimo aparentemente de la embajada norcoreana de Finlandia, decía que "algo muy malo sucedería" a los trabajadores de VOM si la organización continúa su proyecto de compartir el Evangelio. La advertencia era la respuesta a la obtención de VOM de números fax de Corea del Norte y su envío de faxes conteniendo mensajes cristianos y pasajes de la Escritura.
Corea del Norte ha sido calificada como el peor perseguidor de cristianos durante siete años consecutivos en la Lista de 2009 de Open Doors Watch.
Los norcoreanos son obligados a practicar un culto a la personalidad que incluye a Kim Jong-Il y su difunto padre. Cualquier otra religión, en especial la cristiana está prohibida.
Si se descubre que alguien es cristiano o posee una Biblia, es enviado a los campos de trabajo administrados por el Gobioerno o debe afrontar la ejecución pública.
Se cree que decenas de miles de cristianos están actualmente sufriendo en los campos de prisioneros de Corea del Norte, según Open Doors. Se sospecha que el régimen tiene detenidos a más prisioneros políticos y religiosos que cualquier otro país del mundo.
Hay algunas iglesias en la capital, Pyongyang, pero son principalmente para enseñarlas. No está claro si estas iglesias están abiertas sólo cuando los extranjeros las visitan o son sólo usadas por extranjeros. De todos modos, este puñado de iglesias no son para los ciudadanos norcoreanos, según los disidentes.
La Comisión Investigadora de Crímenes contra la Humanidad, una coalición de 50 grupos activistas, está pidiendo que el líder norcoreano Kim Jong-Il sea acusado de crímenes contra la humanidad.
A pesar de la persecución, se estima que unos treinta mil norcoreanos practican el cristianismo en sus hogares y en secreto.
Por Nieves San Martín
La India: Se celebrará en Orissa la Jornada para la Paz y la Armonía
El 23 de agosto, en el escenario de atentados contra los cristianos
BHUBANESWAR, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- A un año de la oleada de violencia contra los cristianos que sacudió al estado de Orissa, la India, los cristianos piden que se celebre el próximo 23 de agosto una Jornada para la Paz y la Armonía.
La violencia se desencadenó a raíz del asesinato del swami (título respetuoso de exponentes hindúes) Laxamananda Saraswati, del que se culpó injustamente a los cristianos.
La propuesta hecha a las autoridades civiles, informa el diario vaticano "L'Osservatore Romano", es fruto del empeño del fórum ecuménico presidido por el arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, Raphael Cheenath.
En un comunicado del organismo, se afirma que "la paz y la armonía se rompieron por el horrible homicidio del swami, tras el cual estalló la violencia contra hombres, mujeres y niños en el distrito de Kandhamal y en todo Orissa. Los criminales mancharon la imagen de Orissa y de India a los ojos de la comunidad internacional".
El comunicado subraya además que "los cristianos esperan con paciencia que los verdaderos culpables sean castigados según la ley" pero que es también importante que "semejantes eventos no se repitan" y, por esto, añade "es necesario declarar el 23 de agosto como día de paz y armonía, para que los planes diabólicos de los criminales de dividir la sociedad por motivos religiosos sean detenidos".
"Debemos --añade-- perdonar y olvidar el pasado y construir una fuerte e integrada sociedad civil que no sea devastada por los planes de los criminales".
El fórum, al que se han adherido incluso los líderes de las minorías de Orissa, Swarupananda Patra y el portavoz del Consejo Cristianos Utkal, Bibhudata Das, ha propuesto además un plan con varios puntos para "desarraigar la campaña de odio y violencia de la pacífica Orissa".
En este sentido, convoca a la sociedad civil a la unidad, para combatir los planes que promueven discordia y divisiones. Además solicita al Gobierno que garantice la necesaria seguridad a las minorías y extender la protección también a los swamis, a sus seguidores y a los asrhams (lugares religiosos), porque la violencia contra los líderes hindúes es utilizada como pretexto por los criminales para atacar a las minorías.
El fórum subrayar la dramática situación de los numerosos refugiados que viven todavía en los campos de socorro montados por el Gobierno, sobre todo en la zona de Kandhamal.
El arzobispo Cheenath exhorta a las autoridades estatales a tomar las necesarias medidas para asistir de manera adecuada a los refugiados que tienen miedo de volver a sus aldeas a causa de la persistencia de amenazas por parte de los extremistas hindúes.
"Queremos dar a todos los hombres de buena voluntad --afirma el arzobispo-- un mensaje positivo, de perdón y reconciliación, para construir juntos una sociedad pacífica, justa y fraterna".
"Unámonos --concluye el prelado-- por la paz y la armonía en el estado de Orissa y en toda la India".
En Orissa, como en otros estados de la India, aún no habiéndose repetido las oleadas de violencia contra los cristianos, se registran todavía episodios aislados pero repetidos de agresiones y amenazas.
El reciente informe provisional de la comisión investigadora del Gobierno de Orissa sobre la violencia fue acogido con desilusión por la comunidad cristiana.
El arzobispo Cheenath a este propósito declaró que "no hace falta una investigación para conocer mejor la verdad, sino que hace falta la intención política de poner en práctica lo que dice la Constitución india y la ley".
El prelado recordó que "la Iglesia es víctima de la violencia" y que ni él ni la comunidad cristiana fueron consultados para la publicación del informe provisional.
Para el arzobispo "las investigaciones realizadas de este modo corren el riesgo de convertirse en una pérdida de tiempo y de justificar la penosa tendencia a evitar dar los nombres de los culpables y arrestarles enseguida".
Mientras tanto, otras dos personas, un joven y su mujer, del partido comunista-maoísta, se entregaron a la policía admitiendo su implicación en el asesinato del swami Laxamananda Saraswati, de cuya muerte son todavía falsamente acusados los cristianos.
Anteriormente otras tres personas, dos hombres y una mujer, también seguidores del partido, se presentaron a la policía admitiendo su implicación en el homicidio.
Por Nieves San Martín
Costa Rica celebra el Día Nacional de la Vida antes de Nacer
La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto, dicen los obispos
SAN JOSÉ, lunes, 27 de julio 2009 (ZENIT-org).- Hoy 27 de julio Costa Rica celebra el Día de la Vida antes de Nacer, cuya fecha se creó por decreto ejecutivo por la presidencia de la República desde 1999.
Con este motivo, los obispos que integran la Junta Directiva de la Conferencia Episcopal publicaron el 24 de julio un comunicado en el que afirman que "la vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto".
En un comunicado enviado a ZENIT, los obispos de Costa Rica señalan que, como pastores, se unen "a quienes han optado por Cristo como fuente inagotable de vida y a todas las personas de buena voluntad, que de manera valiente se enfrentan a la cultura de muerte que el mundo secularizado pretende imponer".
La radicalidad de los valores del Reino, según los pastores costarricenses, no admite ambigüedades: "La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción".
"Dado que el matrimonio natural --añaden--, es el ambiente querido por Dios desde el principio para que se engendren nuevas vida, vemos con mucha esperanza que todavía son muchas las mujeres y hombres que han preparado y se preparan adecuadamente para la vida matrimonial, mediante un noviazgo serio, honesto y virtuoso. Garantizando así a la sociedad un futuro mejor, pues al prepararse para la unión indisoluble se mantendrá firme la estructura social fundamental de la sociedad y el desarrollo integral de los ciudadanos".
Así mismos felicitan "a las mujeres y hombres que son generosos, y ofrecen su vida por sus hijos, tesoro que han recibido como don gratuito de Dios".
Afirman que estas personas "trabajan sin cesar por la construcción de la Civilización del Amor y la Cultura de la Vida, porque son discípulos de Cristo y misioneros en la iglesia doméstica, en la familia".
"Los cónyuges que son conscientes de que los hijos son más importantes que muchos
lujos y comodidades --añaden--, pero que al mismo tiempo son responsables en la educación y atención de sus hijos, cumplen con la vocación a la que han sido llamados y hacen un bien invaluable a la sociedad".
"Cada niño y niña es una esperanza para la humanidad", afirman los prelados.
En ésta ocasión, felicitan a las mujeres, "que según el plan de Dios, admiran y respetan el maravilloso proceso del embarazo".
"Indudablemente --subrayan--, cada ser humano inicia su vida en el momento de la concepción (unión del óvulo con el espermatozoide), y desde ese instante experimenta biológicamente los cambios más admirables e importantes de toda su vida".
No obstante, señalan los obispos, "en no pocas ocasiones, los futuros padres de frente a un embarazo inesperado pueden ver agravada su situación de vida por la pobreza, la agresión, la carencia de empleo, reducidas oportunidades de estudio, la soledad y el vacío afectivo, la falta de apoyo familiar y social".
Pero, según los prelados "el origen de la crisis no es el embarazo en sí, sino las circunstancias adversas. Por lo que el Estado, la sociedad civil y la Iglesia misma se deben esforzar por ofrecer la ayuda necesaria, para que el mismo signifique siempre motivo de alegría y de esperanza, desechando todo intento de eliminar aquella vida inocente".
Afirman que "desde el embarazo se inicia una relación entre la madre y el padre con su hija o hijo".
"Esta relación --subrayan-- se hará cada vez más sólida con el nacimiento y las diferentes etapas de la vida que vivirán juntos los progenitores y sus hijos. Cada etapa requerirá de una donación por parte de los padres, y una educación integral que
asumirán todos los miembros de la familia".
Los obispos de Costa Rica expresan su deseo de manifestar su "compromiso con los padres y madres, que se esfuerzan por vivir el Evangelio de la Vida".
"La Iglesia en nuestro país --concluyen--, a través de las Parroquias y su acción pastoral, les extiende la mano para apoyarlos durante el embarazo, en la educación de la niñez y juventud, la preparación para el matrimonio y el acompañamiento, para que la su unión conyugal sea imagen y semejanza de Dios uno y trino".
Arzobispado apela a la libertad religiosa ante ataques a iglesias de Barcelona
Pintadas y candados en una veintena de templos
BARCELONA, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El respeto y la defensa del ejercicio del derecho a la libertad religiosa y de culto de los ciudadanos es "un elemento integrante de una sociedad auténticamente democrática", destacó el arzobispado de Barcelona tras los ataques de un grupo anarquista a una veintena de iglesias de la ciudad.
Un grupo anarquista realizó pintadas ofensivas y amenazantes en las fachadas de una veintena de iglesias de distintos barrios de Barcelona y colocó candados en las puertas que impedían el acceso a algunas de ellas, la noche del sábado al domingo.
Como respuesta, el arzobispado de Barcelona emitió este lunes un comunicado a través del cual "lamenta profundamente estas actuaciones y manifiesta que el derecho a la libertad religiosa y de culto de los ciudadanos es un derecho fundamental reconocido en la Constitución española".
Un portavoz del arzobispado de Barcelona, Jordi Piqué, explicó a ZENIT que las acciones van más allá de las pintadas porque se ha dificultado la entrada a algunas iglesias, tratando de impedir el culto, es decir, el derecho a la libertad religiosa.
Un grupo autodenominado La Gallinaire ha reivindicado la autoría de estas acciones, perpetradas "para conmemorar una semana de lucha popular que los curas bautizaron como trágica", indica el grupo en un comunicado.
Por Patricia Navas
Campaña multimedia del episcopado mexicano a favor de la familia
La Iglesia alza la voz con el Evangelio contra la violencia
MÉXICO, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org-El Observador).- Al poner en marcha la campaña "Familia, sé lo que eres", el episcopado mexicano anunció, también, la puesta en marcha próxima de una campaña para "alzar la voz" contra la inseguridad y la violencia.
La Iglesia católica en el país confía en que la efectividad del Evangelio traiga paz al caos que se vive en México, aseguraron el padre Omar Sotelo Aguilar y el padre Carlos Cardona, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para la Comunicación y titular de Pastoral de Comunicación de la arquidiócesis de Tlanepantla, respectivamente.
Ambas campañas, a favor de la vida y en contra de la violencia, se producen en momentos --dijo el padre Sotelo Aguilar-- en que la Iglesia católica está siendo parte del tema de la inseguridad que experimenta el país, "pues en casi todas las 18 provincias eclesiásticas (de México) se experimenta la violencia del narcotráfico".
La campaña, al igual que la que comenzó este domingo para exaltar los valores de la familia y que lleva por nombre "Familia sé lo que eres", "será trasmitida por todos los órganos de difusión con que cuenta la Iglesia, desde impresos hasta Internet, y con la expectativa de que, más tarde, puedan sumarse otras innovaciones tecnológicas", agregó Sotelo Aguilar.
Para lograr ese objetivo, la Iglesia católica mexicana recurrirá a las redes sociales en Internet y al envío de materiales interactivos que se puedan descargar en teléfonos móviles y dispositivos de nueva tecnología. Entre los materiales a trasmitir serán diveras oraciones, el Evangelio del día e, incluso, el Rosario, así como formar parte de redes sociales de Iglesia, como ha diseñado ya la qruidiócesis de Tlanepantla.
"La intención --dijo el padre Carlos Cardona-- es hacer llegar el Evangelio de forma más moderna a la feligresía, sobre todo a los más jóvenes, así como las campañas de la Iglesia católica, como la campaña sobre la familia" que inició este domingo 26 de julio en todo el país.
Según Sotelo Aguilar, "hay que empezar a evangelizar de una manera más moderna; el mensaje es el mismo, lo que cambia es la forma en la que llega: es hablarle al hombre de hoy con los medios de hoy". En ese sentido, se ha creado ya el Centro Católico Multimedial y se buscará entrar en la red 2.0 para trabajar sobre todo con los jóvenes.
Durante la próxima asamblea general de la CEM, a celebrarse en noviembre de 2009, se presentará la iniciativa de crear la Comisión Episcopal de Pastoral de la Informática, adelantó el secretario ejecutivo de Pastoral de Comunicación de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien agregó que además de recurrir a redes como Twitter o Facebook, los obispos prevén tener una red propia.
Por lo que respecta a la campaña "Familia sé lo que eres", arrancó con cinco anuncios interactivos en los que se presentan diversas situaciones de conflicto familiar, que deben (y pueden) ser resueltas por los padres de familia.
Dichos promocionales se pueden consultar en: http://www.familia2009.riialmexico.org.mx y en www.cem.org.mx
Por Jaime Septién
Jóvenes apóstoles: frutos del Congreso Juvenil Misionero en México
Chicos y chicas reflexionan sobre su vocación a la luz de Aparecida
TEPIC, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Alrededor de diez mil jóvenes participaron el décimo Congreso Nacional Juvenil Misionero (Conajum) de México, que se realizó del 23 al 26 de julio en la ciudad de Tepic.
Durante este evento, los jóvenes reflexionaron sobre su vocación misionera en campos concretos como la comunicación social, la pastoral, nueva evangelización, la madurez humana, la espiritualidad y la educación.
Provenían de diversas diócesis de México así como del sur de Estados Unidos y de algunos países latinoamericanos. Por medio de charlas, paneles y foros analizaron temas como la la formación, la familia, una cultura de la vida, la vocación, el fenómeno de la globalización, el cambio de época, los valores, la cristología, la eclesiología y el Espíritu Santo.
El evento comenzó con una marcha hacia de las instalaciones de la Feria de Nayarit, sede de este evento, a la Catedral principal de Tepic.
Con pancartas, banderas de las diferentes delegaciones, globos y cantos, los participantes del evento manifestaron su alegría por su encuentro con Cristo y por la experiencia de discipulado y misión, temas centrales en este congreso.
Cinco trailers, adaptados como carros alegóricos, decorados y con escenas que representaban los cinco continentes, abrían la marcha que durante una hora paralizó el tráfico de esta población mexicana.
La comitiva la encabezaban varios obispos, entre ellos monseñor Ricardo Watty, obispo de Tepic; monseñor Oscar Roberto Domínguez, de Tlapa; monseñor José Francisco González, auxiliar de Guadalajara y monseñor Alfonso Humberto Robles, Emérito de Tepic.
También estaban al frente de esta multitudinaria marcha cinco jóvenes cargando una cruz grande de madera y otros cuatro jóvenes cargando la imagen de la Virgen de Nuestra del Rosario de Talpa.
La marcha culminó con una fiesta al costado de la catedral en la que se presentaron bailes de la región que ofreció el Ballet Folklórico de Mezcaltitlán, música de banda, fuegos artificiales y momentos de alabanzas a Dios.
"Nuestra identidad católica, queridos jóvenes, es identidad misionera", dijo durante la homilía de la misa de apertura el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico del Papa en México.
"Sólo si se es misionero, se es católico, porque la Iglesia es, por naturaleza, misionera, y sus miembros, cada discípulo, es católico en la medida en que logre hacer que su corazón palpite con dimensión universal", aseguró el Nuncio.
Varios jóvenes dieron su testimonio en la página oficial del evento (http://conajumtepic.org). Entre ellos José Antonio Romero Leyva, de 20 años, proveniente de Puerto Vallarta, confiesa que al regresar a su casa espera que este congreso "me ayude a tomar las herramientas necesarias: la oración y la Palabra, para ser un buen misionero y seguidor de Cristo"
Misioneros alimentados por la Palabra
Según los testimonios de los participantes, en la escucha de la Palabra es en donde surge la vocación del Discípulo-Misionero. Una vocación que debe entenderse como "camino de confección permanente de nuestra propia vida, donde el misionero siempre está aprendiendo".
"Actualmente el mundo se encuentra cada vez mas deshumanizado"dice Mónica Cisneros, una de las participantes, proveniente de Querétaro.
"Parte de la formación que nos están compartiendo aquí nos va ayudar a implementar esa espiritualidad que hace falta en todos lados, desde la familia, hasta en la casa", aseguró la joven participante.
Jóvenes misioneros de los jóvenes
En la clausura, monseñor Ricardo Watty Urquidi, obispo de Tepic, explicó a los jóvenes que deben convertirse en los nuevos misioneros de Cristo, como pidieron los obispos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe celebrada en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007.
"Necesitamos predicar, dejar de ser simples bautizados, desde Aparecida, los obispos decimos: hemos bautizado pero no evangelizado", afirmó en la homilía de la celebración eucarística de clausura.
"En Aparecida, los obispos reiteramos la opción por los jóvenes. Aun nos quedamos limitados por ustedes, ayúdennos a sus pastores a optar por los jóvenes como en Aparecida, para ayudarles a ustedes a ser discípulos de Jesús, para que lo escuchen y se enamoren".
"Jóvenes evangelizadores de los jóvenes, eso queremos los obispos", concluyó, afirmando que el espíritu que surgió de Aparecida debe convertirse en un nuevo Pentecostés.
La Eucaristía, prioridad pastoral de los obispos de Asia
Asamblea Plenaria de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia
BANGKOK, lunes 27 de julio de 2009 (ZENIT.org).- La novena edición de la Asamblea Plenaria de la Federación de las Conferencias Episcopales Asiáticas (FABC) se celebrará en Manila (Filipinas) del 10 al 16 de agosto.
El tema que tratarán los obispos y delegados del continente asiático en la reunión que celebran cada cuatro años será "Vivir la Eucaristía en Asia".
Los obispos y los teólogos de los distintos países han elaborado ya un borrador del Instrumentum laboris.
Ese documento se utilizará como base para las sesiones de trabajo de la Asamblea, tras ser modificado en los próximos días.
El documento refleja las indicaciones expresadas por Benedicto XVI sobre la Eucaristía (en particular las que surgieron durante el Sínodo de los Obispos), y en las encíclicas de naturaleza social como la "Deus Caritas est" y "Caritas in veritate".
En Asia, la Eucaristía es vista como "una experiencia única del diálogo de Dios con nosotros y nuestra respuesta a Dios como un diálogo de vida y amor", según informa la web de la FABC.
El texto está dividido en varios capítulos titulados "Vivir en la comunidad", "Vivir en la fe", "Vivir en la esperanza", "Vivir en el amor"y "Vivir en la misión".
Esos capítulos reflejan los desafíos que la Iglesia en Asía enfrenta y el lugar central que la Eucaristía ocupa en la vida de la Iglesia.
La Asamblea constituye un momento importante de intercambio de experiencias, de confrontación y de programación para las Iglesias de Asia.
En las sesiones, se recogerán los aportes de las numerosas naciones y de las distintas zonas geográfico-culturales del continente asiático.
Los participantes también visitarán diversas parroquias de Manila en las que conocerán cómo viven la Eucaristía las comunidades del lugar.
La Asamblea ha estado precedida por seminarios preparatorios organizados por la FABC y por la preparación de textos de reflexión teológica y pastoral.
La Federación de las Conferencias Episcopales del Asia (FABC) es la asociación de las Conferencias Episcopales de Asia y fue instituida con aprobación de la Santa Sede.
Trabaja por la promoción de la solidaridad y de la corresponsabilidad entre sus miembros, por el bienestar y el crecimiento de la Iglesia en Asia y por el bien común de los pueblos asiáticos.
Informe Especial
Testigos de Jehová y rechazo de la sangre: el punto de vista bíblico
Por Vicente Jara Vera
MADRID, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Una mujer de 61 años, testigo de Jehová, falleció este sábado en Sevilla tras haber sufrido un accidente de tráfico, pues en un documento de voluntades anticipadas rechazaba recibir cualquier tipo de transfusión sanguínea debido a sus convecciones religiosas.
¿Se basa en la Biblia la prohibición de comer o tomar sangre, incluso por transfusión, o de cualquier otra forma? A esta cuestión responde en este análisis Vicente Jara Vera, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), director del programa "Conoce las sectas", emitido quincenalmente por Radio María en España.
* * *
El problema
Son numerosas las noticias sobre negativas de miembros de la secta de los Testigos de Jehová para realizar transfusiones de sangre, y de complicaciones, a veces con fallecimiento del paciente, al no poder atenderles debidamente en un hospital ante una operación quirúrgica o un transplante de órgano, llegándose incluso a la fabricación de morcillas sin sangre para sus miembros ante la negativa -basada en algunos textos bíblicos que interpretan en este sentido- de poder tomar sangre. Recuento de no pocos de estos acontecimientos pueden seguirse en la documentación de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), especialmente en el boletín electrónicoInfo-RIES.
Un apunte sobre la secta de los Testigos de Jehová
Recordemos que los Testigos de Jehová no son cristianos. Son un secta, ya que se hacen pasar por lo que no son, por cristianos. Y no pueden ser una Iglesia cristiana porque no creen en el dogma de la Trinidad y en el de la divinidad de Jesús como hijo de Dios encarnado, al cual consideran como una criatura excelsa, primera en el plan de Dios, que para ellos es similar, lo identifican, al arcángel san Miguel.
Los Testigos de Jehová han cambiado varios pasajes de la Biblia para adaptarla a sus propias ideas, ideas que ningún estudioso de los textos bíblicos, creyente o no, podría encontrar en los textos originales. Por lo tanto, son un grupo con expresiones y formas religiosas, con parecidos con los cristianos, pero que intentan hacerse pasar por una Iglesia cristiana sin serlo. En definitiva, son una secta, que pretende tener más y más adeptos y más y más dinero de ellos, y así mayor influencia.
¿En qué basan los Testigos de Jehová su negativa a la toma de sangre?
Los textos que ellos manejan para negarse a la ingesta, toma, bebida o transfusión de sangre son los siguientes, principalmente del Antiguo Testamento, y uno del Nuevo Testamento -éste último lo veremos posteriormente en otro apartado; vayamos ahora a los textos del Antiguo Testamento:
Génesis 9, 3-6: "Todo moviente dotado de vida os servirá de alimento; os lo he dado todo lo mismo que la hierba verde. Sólo no habéis de comer la carne con su alma, [es decir], su sangre; pues, en verdad, yo pediré cuenta de vuestra sangre como de vuestras almas: de mano de cualquier animal las reclamaré; reclamaré asimismo el alma del hombre de la mano del hombre, de la mano de cada hermano suyo. Quien vertiere la sangre del hombre, por los hombres su sangre será vertida; pues a imagen de ´Elohim hizo ´El al hombre".
Levítico 3, 17: "Es un estatuto perpetuo para vuestras generaciones en todas vuestras residencias: grasa alguna ni sangre alguna habéis de comer."
Levítico 17, 10: "En cuanto a cualquier individuo de la casa de Israel o de los extranjeros residentes en medio de ellos, que comiere cualquier clase de sangre, volveré mi rostro contra esa persona que hubiere comido la sangre y le exterminaré de en medio de su pueblo".
Levítico 17, 13-14: "Cualquier hombre, así de los hijos de Israel como de los extranjeros que moran entre vosotros, que cazare pieza de pelo o pluma que es lícito comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra, porque el principio vital de toda carne es su sangre y he dicho a los hijos de Israel: ‘No comeréis la sangre de ninguna criatura, pues el espíritu vital de toda carne es su sangre; cualquiera de los que la comieren será exterminado'".
Deuteronomio 12, 23-25: "Sólo mantente firme en abstenerte de sangre, pues la sangre es la vida, y no has de comer la vida con la carne."
Todos ellos son claros y rotundos en su prohibición: no es lícito comer sangre animal porque es comer la vida. Analizaremos a continuación su sentido y los situaremos en su contexto, dejando para más adelante el texto del Nuevo Testamento que también esgrimen para apoyar sus ideas.
El significado de la sangre para los pueblos semíticos
En los pueblos semitas del Próximo y Medio Oriente se vio la sangre como el elemento donde residía la vida, el elemento vital y vitalizante de los seres vivos. Al matar un animal, o en la muerte de cualquier persona, o en un sacrificio, el vertido de sangre indicaba claramente que la vida se marchaba conforme salía aquélla. La pérdida de sangre era también síntoma de debilidad, de pérdida de vitalidad, de vida. La sangre para los antiguos brota del corazón, y la parada del latido indicaba la muerte de la persona. Recordemos además cómo la mitología de Mesopotamia cuenta que el dios Marduk (deidad babilónica), el principal de los dioses, se propuso crear a los hombres para que adoraran a las divinidades; para ello amasó arcilla con la sangre de un dios rebelde -posteriormente considerado un demonio- de nombre Kingu.
Con este transfondo mesopotámico queda claro que en los antiguos sacrificios animales del pueblo de Israel se ofrecía vida a Dios, y esto significaba derramar la sangre del animal sacrificado. La sangre era la vida, y ella era propiedad de Dios, de ahí que no se pudiera tomar lo que pertenecía a Dios. El pecado, la infracción, estaba por lo tanto en tomar por el hombre lo que no le correspondía, lo que es de Dios.
Esta visión de la sangre como vida es también la razón de que del más terrible de los demonios mesopotámicos, Lilitu o Labartu, que en el Poema de Gilgamesh se denomina como Lillake, se decía que mataba a los niños y bebía de ellos su sangre, es decir, su pecado era arrancarle la vida, propiedad de Dios, siendo por ello la primera figura vampírica de la historia conocida.
Y no olvidemos cómo "el Señor Jesús, la noche en que era entregado, cogió pan, rezó la acción de gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi cuerpo, el entregado a favor vuestro; haced esto en memoria de mí'. De la misma manera también el vaso, después de cenar, diciendo: ‘Este vaso es la Nueva Alianza ratificada con mi sangre; haced esto, siempre que lo bebáis, en memoria de mí.'". (1 Cor 11,24b-25). Recordemos que en la Antigua Alianza el pan y el vino se ofrecían como sacrifico entre las primicias de la tierra en señal de ofrenda a Dios. También ofreció pan y vino el sacerdote Melquisedec (Gn 14, 18), figura de Cristo. Junto con ello, la salida de Israel de Egipto y el contexto del Éxodo dan al vino -en el que nos centramos- un carácter festivo al final del banquete judío y una dimensión escatológica de espera mesiánica. El vino es "verdadera bebida", y beberlo es "tener la vida, vida en Cristo, que es Dios, y permanencia en Él" ( Jn 6,53-56).
En la antropología semita el principio vital de la sangre se relaciona con el suspiro o la respiración, es el "ser viviente", la vida, y se designa como "nefesh". La nefesh aún permanece en la carne muerta, en el cadáver, de ahí que se pueda tomar esa vitalidad si se toma la sangre del animal o de la persona muerta. Cosa distinta ocurre con su espíritu, el "ruaj", que al morir el hombre va al más allá o "sheol". De ahí que en la antropología semítica exista tanta unidad entre la carne ("basar") y el principio vital o "nefesh", pero es la ausencia de la "ruaj" la que al no estar tras la muerte del ser humano la que lo hace no vivo. Por otro lado los animales no tienen "ruaj" sino "basar" y "nefesh". Apuntemos que los griegos tradujeron "nefesh" por "psykhé", y este término pasó al latín como "anima", que es nuestro castellano "alma", aunque es más acertado decir que el alma está en la "ruaj" (que se castellanizó como "espíritu"), y no en lo psíquico, en el "nefesh", que como decimos, aún permanece en el cadáver.
La sangre en sí misma
Aunque es un tejido muy conocido en su existencia, no ha sido hasta los siglos XIX y XX cuando se ha logrado entender su verdadero significado fisiológico, siendo el que más ha motivado la inventiva y el que mayor impacto ha tenido en el pensamiento popular, mítico y religioso durante todas las épocas y culturas a lo largo y ancho del mundo.
Como cualquier pueblo, el pueblo de Israel se desarrolló bajo una influencia y una cultura centradas en las civilizaciones del Próximo Oriente, lo que le llevó a asumir muchas ideas pre-científicas propias de su entorno. Las leyes sobre la sangre se enmarcan en una época determinada, una cultura, una mentalidad; y así ocurrió con los demás pueblos y civilizaciones. Plinio el Viejo contaba que en torno al año 100 de nuestra era en el circo la gente se lanzaba a la arena para beber la sangre de los gladiadores aún moribundos y así poder adquirir su fuerza y valentía. Otros grupos étnicos de Asia y de Centroamérica, o del Canadá, tenían por costumbre hace dos milenios el tomar la sangre de sus enemigos y de animales para fortalecerse y adquirir las propiedades de los animales.
Investigadores y científicos en el siglo XVII que empezaban a realizar las primeras transfusiones sanguíneas a veces daban sangre animal a personas con el fin de variar el carácter del receptor, habiendo incluso historias de alguna mujer que habiendo recibido sangre de gato maullaba por las noches sobre el tejado de su casa.
Quitando lo insostenible de alguna de estas historias, sí hemos de decir que hasta hace muy poco se ha considerado por la ciencia, en su desconocimiento de la sangre, su función, utilidad y variedad en tipos, que verdaderamente de alguna forma poseía en sí misma la propiedad de aquel de quien provenía, lo que se confirma en los dos casos recién comentamos, muy cercanos en el tiempo a nuestra actualidad, lo que nos debe de llevar a no caer en la rápida crítica histórica, anacrónica e injusta por lo tanto, de las leyes del Antiguo Testamento referentes a la toma de sangre animal, por considerarse como sede de la vida, de lo vital, el alma del animal. Creer que en la sangre residía la vida, la "psykhé", de su propietario ha sido algo supuesto hasta hace 300 años por hombres de ciencia en Europa.
La Biblia no es un libro científico, ni de medicina,
ni de astronomía, ni de matemáticas ni de biología
Como dijo el Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática "Dei Verbum", en sus números 11 y 12, "los Libros Sagrados [la Biblia] enseñan firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para salvación nuestra. [...] El intérprete indagará con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar por sus palabras, para comprender lo que Él quiso comunicarnos. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas, hay que atender a los "géneros literarios", porque la verdad se propone y se expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, por medio de los géneros literarios usados en su época."
La Biblia no se ha de leer como un libro de ciencia ni sacarlo del contexto cultural de su época. Como dijo S. Agustín en el siglo V, "la Biblia no enseña cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo".
El Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento
Leer el Antiguo Testamento ha de llevar a leer el Nuevo. La Biblia (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento) es el libro del Pueblo de Dios, el medio por el que Dios ha ido educando y sigue educando a sus hijos. La salvación se desarrolla en el tiempo y se ha ido revelando en la historia. Como dice la carta a la Hebreos en su inicio, "Dios, que en los tiempos pasados muy fragmentaria y variadamente había hablado a los padres por medio de los profetas, al fin de estos días nos habló a nosotros en la persona del Hijo, [...]" (Hb 1,1-2).
El Concilio Vaticano II en la "Dei Verbum" dirá que "Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo." (DV cap. 4. 16) Además, justo antes apuntó que "La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Además los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina." (DV cap. 4. 15)
La lectura, por lo tanto, de los pasajes del Antiguo Testamento ha de hacerse siempre, especialmente en los pasajes que revisten un punto de vista dogmático o moral, bajo la luz del Nuevo Testamento, ya que la perfección ha llegado con Cristo. Queda claro que la lectura de la Biblia ha de hacerse desde la totalidad de ella.
Algunos pasajes pertinentes del Nuevo Testamento
Ya el apóstol san Pablo dejó claro en la Carta a los Gálatas que "antes de llegar la fe estábamos custodiados bajo la vigilancia de la fe, encerrado con vistas a la fe que iba a revelarse. De manera que la ley fue nuestro pedagogo para ir a Cristo, a fin de quedar justificados por la fe; pero una vez que llegó la fe, ya no estamos bajo el dominio del pedagogo." (Gal 3, 23-25).
Un texto similar de la Carta a los Hebreos recuerda la inutilidad de los sacrificios animales ante el único y solamente válido sacrificio de Cristo en la Cruz: "Pues conteniendo la ley una sombra de los bienes que habían de venir, no la expresión real de las cosas, no puede jamás, con los mismos sacrificios que sin cesar ofrece año tras año, dar cumplida perfección a los que se llegan; al contrario, con ellos se renueva el recuerdo de los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados." (Hb 10, 1.3).
Jesús da perfecto cumplimiento a las leyes de Moisés, a la Ley en su conjunto, la Torah, porque como nos recuerda el evangelista Mateo, "yo os digo que aquí hay algo más grande que el Templo. [...] pues el Hijo del Hombre es dueño del sábado." (Mt 12, 6.8).
El texto del Nuevo Testamento que citan a su favor los Testigos de Jehová
Anteriormente dejamos para más adelante un pasaje del Nuevo Testamento que avalaba la teoría de los Testigos de Jehová. Ahora es el momento de considerarlo, en vistas a lo comentado en las secciones anteriores.
Sólo existe un pasaje donde expresamente se hace mención a la toma de sangre dentro del Nuevo Testamento, y es en el relato del Concilio de Jerusalén, donde tras discutirse los distintos puntos de vista entre las facciones o comunidades cristianas de Pedro, Pablo y Santiago en referencia al comportamiento impuesto a los gentiles y a los cristianos provenientes del judaísmo -es la apertura de la evangelización más allá de los límites judíos y el reconocer qué prácticas del judaísmo podían permanecer y cuales mantenerse ante la irrupción que el mensaje y la persona de Jesucristo ha supuesto- se llega a la conclusión siguiente tras hablar el representante de las comunidades más cercanas al judaísmo, Santiago: "Pues hemos decido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros ninguna carga más, fuera de éstas necesarias: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de carne de animales estrangulados y de la fornicación; [...]" (Hch 15, 28-29)
Para comprender este texto analicemos alguno más que dará luz a lo que ha ocurrido aquí:
Posteriormente Pedro y Pablo se encuentran en Antioquía, y Pedro, que seguía normas de comida de gentiles, al llegar miembros de las comunidades cristianas de Santiago, dejará de comer con ellos y se sentará a la mesa de los cristianos provenientes del judaísmo. Ante ello Pablo echará en cara a Pedro su comportamiento y le dirá que la justificación es por la fe y no por las obras de la ley (de Moisés) (Gal 2,11-21). Ciertamente no se hace aquí mención de la sangre ni de qué preceptos alimenticios se estaban considerando, aunque es de suponer que algunos miembros volvían a comportarse como antes, sin tener en cuenta lo dicho en el Concilio de Jerusalén.
En la Carta a los Romanos (Rom 14,1-23) Pablo ofrece una solución conciliadora para que las costumbres alimenticias de los gentiles no "entristezcan" (Rom 14,15) a los cristianos venidos del judaísmo, pidiéndoles que no escandalicen a los "débiles en la fe" (Rom 14,1): "Acoged al que es débil en la fe, no para discutir opiniones. Mientras uno cree poder comer de todo, el débil come hortalizas. [...] Pues si por una comida se entristece tu hermano, ya no caminas conforme a la caridad. [...] pues el Reino de Dios no consiste en comida ni en bebida, sino en justicia, paz, y alegría en el Espíritu Santo".
Y ya en una carta pastoral como la de Timoteo, aunque en un contexto contra las ideas de los gnósticos, podemos leer que "porque toda criatura de Dios es buena y no hay que rechazar [manjares que Dios creó] nada que se tome con acción de gracias, pues se santifica por la palabra de Dios y la plegaria" (1 Tim 4, 3-5).
Las transfusiones sanguíneas
Acerca de las transfusiones sanguíneas, que no existían en la época de Antiguo Testamento y del Nuevo, no se dice nada en la Biblia. Sin embargo, en tanto que la negación de la toma de sangre por considerarse como sede de la vida y algo ligado a la propia persona en su cultura semítica, podemos pensar que la transfusión de sangre debería negarse por igual principio: No debe ponerse sangre de una persona en otra, no debe ponerse el "nefesh", la "psykhé" de una persona en otra; es algo obvio.
Personalmente no estoy de acuerdo en considerar que como la Biblia no habla de transfusiones, las transfusiones se permiten por ella. Es más, acabamos de decir, que si hubieran existido transfusiones en aquella época, también habrían sido negadas. Pero no es éste el criterio de lectura e interpretación bíblica, sino la búsqueda del sentido de la prohibición mosaica, el cual reside como hemos venido diciendo en la creencia científica errónea -hoy la sabemos- de la residencia de lo vital del ser humano, o del animal, en la sangre. Por lo tanto, esta ley moral y alimenticia está basada en una concepción científica errónea, que incluso en el siglo XVII hemos visto con algún ejemplo, era considerada por la misma ciencia médica hematológica.
La lectura correcta la Biblia ante las transfusiones es que es una práctica puramente médica ante la que la Biblia y la Iglesia no tienen nada que decir al no ir en contra de la moral natural ni la Ley positiva de Dios, siendo en todo caso una práctica adecuada y necesaria ante la que la Iglesia se pronunció favorablemente una vez que científicamente se estableció en el siglo XX cuáles eran sus clases, con el descubrimiento de los tipos A, B, O y AB y se empezó a comprender la ciencia de las transfusiones.
Conclusión
La toma de sangre (bebida o de cualquier otra forma) está ligada absolutamente a la alimentación y manducación de las partes animales, criaturas de Dios y bendecidas por Dios en todas sus partes, y no a la toma de la vitalidad o el alma (animal), o la supuesta adquisición de propiedades animales. Cualquier creencia en sentido contrario se basa en un conocimiento científico inadecuado del tejido sanguíneo que hoy en día no podemos mantener. Hemos de entender que algunos preceptos de la antigüedad tienen su sentido sólo el contexto de su época y se basan sólo en concepciones pre-científicas. Si es este el caso, como hemos mostrado, no podemos mantener su extensión a la actualidad como formando parte de la ley divina. Han sido leyes que han tenido su vigencia en ciertos momentos para el pueblo de Israel pero que hoy no lo tienen por tener un conocimiento mayor de la realidad creada.
Por otro lado, la transfusión sanguínea es un método de la ciencia de extraordinaria ayuda para la vida del receptor en multitud de situaciones médicas orientadas siempre a la vida y nunca en contra del donante. Es por ello por lo que en este punto hemos de citar las palabras de Cristo en referencia al valor de la vida frente a cualquier prescripción de la Ley:
"Y marchándose de allí fue a la sinagoga de ellos. Y estaba allí uno que tenía seca la mano. Le preguntaron, con intención de acusarlo: ‘¿Se puede curar en sábado?' Pero él les dijo: ‘¿Quién habrá de vosotros que tenga una oveja, y si ésta cae en una zanja en sábado no la recoja y la levante? Pues ¡cuánto va de un hombre a una oveja! De manera que se puede hacer bien en sábado.'" (Mt 12, 9-12).
Es por todo ello por lo que la negativa de la secta de los Testigos de Jehová de tomar sangre, ya bebida, comida, o de cualquier otra forma, o negarse a recibir transfusiones de sangre por ser un mandado divino en tanto que en la sangre reside la vitalidad, la parte anímica del ser vivo, es un error.
Documentación
Homilía de Benedicto XVI en Aosta: Dios nunca nos abandona
"No es un ojo malo que nos vigila, sino la presencia de un amor"
AOSTA, lunes, 27 julio 2009 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI este viernes en la catedral de Aosta al presidir las vísperas junto a unos cuatrocientos sacerdotes, religiosos y religiosas, y representantes laicos las parroquias de esa diócesis.
* * *
Excelencia,
queridos hermanos y hermanas:
Ante todo quisiera decirle "gracias" a usted, excelencia, por sus atentas palabras, con las que me ha introducido en la gran historia de esta iglesia catedral y, de este modo, me ha hecho experimentar que aquí no sólo rezamos en este momento sino que podemos rezar con los siglos en esta hermosa iglesia.
Y gracias a todos vosotros que habéis venido para rezar conmigo y para hacer visible de este modo esta red de oración que nos une a todos, siempre.
En esta breve homilía, quisiera decir unas palabras sobre la oración, con la que se concluyen estas vísperas, pues me parece que en esta oración, el pasaje de la Carta a los Romanos que se acaba de leer, se interpreta y transforma en oración.
La oración se compone de dos partes: a quien está dirigida, por así decir, y después dos peticiones.
Comencemos viendo a quién está dirigida. Esta parte se divide en dos apartados: hay que concretar el "tú" al que nos dirigimos para poder tocar con mayor fuerza al corazón de Dios.
En el texto italiano leemos simplemente: "Padre misericordioso". El texto original latino es algo más amplio; dice "Dios omnipotente, misericordioso". En mi encíclica reciente, he tratado de mostrar la prioridad de Dios en la vida personal, ya sea en la vida de la historia, de la sociedad, del mundo.
Ciertamente la relación con Dios es algo profundamente personal y la persona es un ser en relación, y si la relación fundamental --la relación con Dios-- no es viva, no es vivida, las demás relaciones no pueden encontrar su forma adecuada. Pero esto es válido también para la sociedad para la humanidad como tal. También aquí, si no se tiene en cuenta a Dios, si se prescinde de Dios, si Dios está ausente, entonces falta la brújula para mostrar el conjunto de todas las relaciones para encontrar el camino, la orientación hacia la que se debe ir.
¡Dios! Tenemos que llevar de nuevo a nuestro mundo la realidad de Dios, darle a conocer y hacerle presente. Pero, ¿cómo conocer a Dios? En las visitas "ad limina" hablo siempre con los obispos, sobre todo con africanos, pero también con los de Asia, de América Latina, donde todavía están presentes las religiones tradicionales, precisamente de estas religiones. Hay muchos detalles, naturalmente bastante diversos, pero hay también elementos comunes. Todos saben que Dios existe, un solo Dios, que Dios es una palabra en singular, que los dioses no son Dios, que hay un Dios, el Dios. Pero, al mismo tiempo, este Dios parece ausente, muy alejado, no parece entrar en nuestra vida cotidiana, se esconde, no conocemos su rostro. De este modo, la religión en gran parte se ocupa de las cosas, de los poderes más cercanos, de los espíritus, los antepasados, etc., dado que Dios mismo está demasiado lejos y de este modo tiene que vérselas con estos poderes cercanos. La evangelización consiste precisamente en el hecho de que el Dios lejano se acerca, que Dios ya no está lejos, sino que está cerca, que este "conocido-desconocido" ahora se da a conocer realmente, muestra su rostro, se revela: el velo de su rostro desaparece y muestra realmente su rostro. Y por ello, dado que el mismo Dios ahora es cercano, le conocemos, nos muestra su rostro, entra en nuestro mundo. Ya no es necesario vérselas con estos otros poderes, pues Él es el poder verdadero, es el Omnipotente.
No sé por qué han omitido en el texto italiano la palabra "omnipotente", pero es verdad que nos sentimos casi como amenazados por la omnipotencia: parece que limita nuestra libertad, parece un peso demasiado pesado. Pero tenemos que aprender que la omnipotencia de Dios no es un poder arbitrario, pues Dios es el Bien, es la Verdad, y por este motivo Dios lo puede todo, pero no puede actuar contra el bien, no puede actuar contra la verdad, no puede actuar contra el amor y contra la libertad, porque Él mismo es el bien, es el amor, y la verdadera libertad. Por eso, todo lo que hace no puede estar nunca en contraposición con la verdad, con el amor y la libertad. La verdad es lo contrario. Dios es el custodio de nuestra libertad, del amor, de la verdad. Este ojo que nos ve no es un ojo malo que nos vigila, sino que es la presencia de un amor que no nos abandona nunca y nos da la certeza de que el bien es ser, el bien es vivir: es el ojo del amor que nos da el aire para vivir.
Dios omnipotente y misericordioso. Una oración romana, ligada al resto del Libro de la Sabiduría, dice: "Dios, muestra tu omnipotencia en el perdón y en la misericordia". La cumbre de la potencia de Dios es la misericordia, es el perdón. En nuestro actual concepto mundial de poder, pensamos en uno que tiene grandes propiedades, que en economía tiene algo que decir, dispone de capitales para influir en el mundo del mercado. Pensamos en uno que tiene el poder militar, que puede amenazar. La pregunta de Stalin: "¿Cuántos ejércitos tiene el Papa?" sigue caracterizando la idea común del poder. Tiene el poder quien puede ser peligroso, quien puede amenazar, quien puede destruir, quien tiene en su mano tantos instrumentos del mundo. Pero la Revelación nos dice: "No es así"; el verdadero poder es el poder de gracia, y de misericordia. En la misericordia, Dios demuestra el verdadero poder.
Y de este modo la segunda parte de la imploración dice: "Has redimido al mundo, con la pasión, con el sufrir de tu Hijo". Dios ha sufrido y en el Hijo sufre con nosotros. Y ésta es la cumbre más alta de su poder, que es capaz de sufrir con nosotros. De este modo, demuestra el verdadero poder divino: quería sufrir con nosotros, y por nosotros. En nuestros sufrimientos nunca quedamos solos. Dios, en su Hijo, antes ha sufrido y está cerca de nosotros en nuestros sufrimientos.
Sin embargo, queda en pie la cuestión difícil que ahora no puedo responder ampliamente: ¿por qué era necesario sufrir para salvar al mundo? Era necesario, pues en el mundo existe un océano de mal, de injusticia, de odio, de violencia, y todas las víctimas del odio y de la injusticia tienen el derecho a que se haga justicia. Dios no puede ignorar este grito de los que sufren, de los que son oprimidos por la injusticia. Perdonar no es ignorar, sino transformar, es decir, Dios tiene que entrar en este mundo y oponer al océano de la injusticia un océano más grande del bien y del amor. Y éste es el acontecimiento de la Cruz: desde ese momento, contra el océano del mal, existe un río infinito y por tanto siempre más grande que todas las injusticias del mundo, un río de bondad, de verdad y de amor. De este modo, Dios perdona transformando el mundo y entrando en nuestro mundo para que se dé realmente una fuerza, un río de bien más grande que todo el mal que puede existir.
De este modo, el hecho de dirigirse a Dios se convierte en un llamamiento a nosotros: es decir, Dios nos invita a ponernos de su parte, a salir del océano del mal, del odio, de la violencia, del egoísmo, y a identificarnos, entrar en el río de su amor.
Precisamente éste es el contenido de la primera parte de la oración que sigue: "Haz que tu Iglesia se ofrezca a ti como sacrificio vivo y santo". Esta pregunta, dirigida a Dios, se dirige también a nosotros mismos. Constituye una referencia a dos textos de la Carta a los Romanos: en el primero, san Pablo dice que tenemos que convertirnos en un sacrificio vivo (Cf.12, 16). Nosotros mismos, con todo nuestro ser, tenemos que ser adoración, sacrificio, restituir nuestro mundo a Dios y transformar así el mundo. En el segundo, donde Pablo describe el apostolado como sacerdocio (Cf. 15, 16), la función del sacerdocio consiste en consagrar al mundo para que se convierta en hostia viva, para que el mundo se convierta en liturgia: que la liturgia no se algo al margen de la realidad del mundo, sino que el mundo mismo se convierta en hostia viva, se convierta en liturgia. Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de Chardin: al final, tendremos una verdadera liturgia cósmica, en la que el cosmos se convierta en hostia viva. Y pedimos al Señor que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido para ayudar en la transformación del mundo, en adoración de Dios, comenzando por nosotros mismos. Que nuestra vida hable de Dios, que nuestra vida sea realmente liturgia, anuncio de Dios, puerta en la que el Dios alejado se convierta en Dios cercano, y realmente don de nosotros mismos a Dios.
Después viene la segunda petición. Pedimos: "Haz que tu pueblo experimente siempre la plenitud de tu amor". En el texto latino se dice: "Sácianos con tu amor". De este modo el texto hace referencia al salmo que hemos cantado, donde se dice: "Abre tu mano y sacia el hambre de todo viviente". Cuánta hambre hay en la tierra, hambre de pan en tantas partes del mundo. Su excelencia ha hablado también los sufrimientos de las familias aquí: hambre de justicia, de amor. Y con esta oración rezamos a Dios: "Abre tu mano y sacia realmente el hambre de todo viviente. Sacia nuestra hambre de verdad, de tu amor.
Así sea. Amén.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 01 de agosto de 2009
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Campaña de recogida de fondos de 2009: RESULTADOS FINALES
¡ En la campaña de donativos 2009, sumando las siete ediciones de ZENIT (español, inglés, francés, alemán, portugués, italiano y árabe), se han recibido US$ 1,570,000 (1.110.000 euros) !
Los lectores de la edición de ZENIT en español han ayudado con 294,000 dólares (208.000 euros).
Agradecemos muchísimo a todas las personas, organizaciones y comunidades que nos han apoyado enviando su donativo, así como a cuantos nos han hecho llegar mensajes de solidaridad asegurando su oración por el éxito de la campaña.
Todo este apoyo espiritual y material nos anima enormemente en nuestro trabajo y nos permite afrontar con confianza el futuro y el crecimiento de ZENIT.
¡ Muchas gracias de parte de todo el equipo de ZENIT !
MENSAJE A NUESTROS LECTORES
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
DOCUMENTACIÓN
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Mensaje a nuestros lectores
Vacaciones del 2 al 17 de agosto
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Como en años anteriores en estas fechas, la redacción de ZENIT disfrutará de las vacaciones anuales del 2 al 17 de agosto. ZENIT agradece a los lectores la fidelidad demostrada nuevamente en este año.
Documentación
El cardenal Bertone presenta la encíclica "Caritas in veritate"
Ante el Senado de Italia
ROMA, sábado, 1 de agosto de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., secretario de Estado, al presentar ante el Senado de la República de Italia la encíclica "Caritas in veritate", el martes 28 de julio de 2009.
* * *
Premisa
La encíclica de Benedicto XVI se abre con una introducción que constituye una densa y profunda reflexión en la que retornan los términos del título mismo, el cual vincula de forma estrecha la caritas y la veritas, el amor y la verdad. Se trata no sólo de una especie de "explicatio terminorum", de una aclaración inicial, sino que se pretenden indicar los principios y las perspectivas fundamentales de toda su enseñanza. De hecho, como en una sinfonía, el tema de la verdad y de la caridad vuelve a lo largo de todo el documento, precisamente porque, como escribe el Papa, aquí se halla "la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad" (Caritas in veritate, 1).
Pero -nos preguntamos- ¿de qué verdad y de qué amor se trata? No cabe duda de que precisamente estos conceptos hoy suscitan sospechas -sobre todo el término "verdad"- y se malentienden -lo cual vale sobre todo para el término "amor"-. Por eso es importante aclarar de qué verdad y de qué amor habla la nueva encíclica. El Santo Padre nos explica que estas dos realidades fundamentales no son extrínsecas al hombre o incluso impuestas a él en nombre de una visión ideológica cualquiera, sino que están profundamente enraizadas en la persona misma. De hecho, "amor y verdad -afirma el Santo Padre- son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano" (ib.), del hombre que, según la Sagrada Escritura, precisamente es creado "a imagen y semejanza" de su Creador, es decir, del "Dios bíblico, que es a la vez "Agapé" y "Lógos": Caridad y Verdad, Amor y Palabra" (ib., 3).
Esta realidad no sólo se nos manifiesta a través de la Revelación bíblica, sino que también la puede conocer todo hombre de buena voluntad que utiliza rectamente su razón al reflexionar sobre sí mismo ("La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad", ib.). Al respecto, parecen ilustrar bien esa visión algunos contenidos de un documento significativo e importante, publicado poco antes de la Caritas in veritate: la Comisión teológica internacional nos ofreció, en los meses pasados, un texto titulado "En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural". Ese documento afronta temas de gran importancia, que me permito señalar y recomendar de modo especial en este contexto del Senado, es decir, de una institución cuya función principal es la producción legislativa.
Como dijo el Santo Padre en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, durante su visita del año pasado al Palacio de cristal a propósito del fundamento de los derechos humanos: "Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos" (Discurso a la Asamblea general de la ONU, 18 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 10).
Estas consideraciones no sólo valen para los derechos humanos, sino para toda intervención de la autoridad legítima llamada a regular según la verdadera justicia la vida de la comunidad mediante leyes que no sean fruto de un mero acuerdo convencional, sino que busquen el bien auténtico de la persona y de la sociedad y por eso hagan referencia a esta ley natural.
Ahora bien, la Comisión teológica internacional, al exponer la realidad de la ley natural, explica precisamente que la verdad y el amor son exigencias esenciales de todo hombre, enraizadas profundamente en su ser. "En su búsqueda del bien moral, la persona humana se pone a la escucha de lo que ella misma es y toma conciencia de las inclinaciones fundamentales de su naturaleza" (En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural, n. 45), las cuales orientan al hombre hacia los bienes necesarios para su realización moral.
Como es sabido, "tradicionalmente se distinguen tres grandes conjuntos de dinamismos naturales... El primero, que es común a todo ser sustancial, comprende esencialmente la inclinación a conservar y a desarrollar su propia existencia. El segundo, común a todos los seres vivos, comprende la inclinación a reproducirse para perpetuar la especie. El tercero, propio del hombre como ser racional, conlleva la inclinación a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en sociedad" (ib., n. 46).
Profundizando en este tercer dinamismo que se halla en toda persona, la Comisión teológica internacional afirma que "es específico del ser humano como ser espiritual, dotado de razón, capaz de conocer la verdad, entrar en diálogo con los demás y entablar relaciones de amistad. (...) Su bien integral está tan íntimamente vinculado a la vida en comunidad, que se organiza en sociedad política en virtud de una inclinación natural y no de una simple convención. El carácter relacional de la persona se manifiesta también con la tendencia a vivir en comunión con Dios o el Absoluto. (...). Ciertamente, la pueden negar quienes no admiten la existencia de un Dios personal, pero permanece implícitamente presente en la búsqueda de la verdad y del sentido presente en todo ser humano" (ib., n. 50).
Así pues, el hombre está hecho para conocer mediante la "razón ampliada" (cf. Benedicto XVI, Discurso del 12 de septiembre de 2006 en la Universidad de Ratisbona) la verdad en toda su extensión, es decir, sin limitarse a adquirir conocimientos técnicos para dominar la realidad material, sino abriéndose hasta encontrar al Trascendente, y para vivir plenamente la dimensión interpersonal del amor, que "no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas" (Caritas in veritate, 2).
Precisamente son la "veritas" y la "caritas" las que nos indican las exigencias de la ley natural, que Benedicto XVI pone como criterio fundamental de la reflexión de orden moral sobre la actual realidad socioeconómica: "Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral" (ib., 6). Con expresión eficaz, el Santo Padre afirma por eso que "la doctrina social de la Iglesia (...) es "caritas in veritate in re sociali", anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad" (ib., 5).
La propuesta de la encíclica ni es de carácter ideológico ni está reservada sólo a quienes comparten la fe en la Revelación divina, sino que se funda en realidades antropológicas fundamentales, como son precisamente la verdad y la caridad correctamente entendidas, o como dice la encíclica, dadas al hombre y recibidas por él, y no producidas por él arbitrariamente ("La verdad, que como la caridad es don, nos supera, como enseña san Agustín. Incluso nuestra propia verdad, la de nuestra conciencia personal, ante todo nos ha sido "dada". En efecto, en todo proceso cognitivo la verdad no es producida por nosotros, sino que se encuentra o, mejor aún, se recibe. Como el amor, "no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano"", ib., 34).
Benedicto XVI quiere recordar a todos que sólo anclándose en este doble criterio de la "veritas" y de la "caritas", inseparablemente unidas, se puede construir el auténtico bien del hombre, hecho para la verdad y el amor. Según el Santo Padre, "sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador" (ib., 9).
Después de esta premisa indispensable, en la que he querido poner de manifiesto algunos aspectos antropológicos y teológicos del texto pontificio, tal vez menos comentados en las notas periodísticas, deseo exponer ahora sólo algunos puntos, sin la pretensión de cubrir el vasto contenido de la encíclica, que, por lo demás, ya han profundizado de modo específico comentaristas autorizados, tanto en las páginas de "L'Osservatore Romano" como en otras publicaciones.
Superar antiguas y obsoletas dicotomías
Un mensaje importante que nos transmite la Caritas in veritate es la invitación a superar la ya obsoleta dicotomía entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio y moverse sobre todo por el propio interés; equivale a decir que no se es plenamente empresario si no se persigue la maximización del beneficio. En caso contrario, habría que contentarse con formar parte de la esfera de lo social.
Esta conceptualización, que confunde la economía de mercado, la cual es el genus, con una de sus species, como es el sistema capitalista, ha llevado a identificar la economía con el lugar de la producción de la riqueza (o del rédito) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma.
La Caritas in veritate nos dice, en cambio, que se puede hacer empresa también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-social. Esta es una manera concreta, aunque no la única, de colmar la brecha entre lo económico y lo social dado que una gestión económica que no incorporara en su interior la dimensión de lo social no sería éticamente aceptable, como también es verdad que una gestión social meramente redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos, a la larga no sería sostenible, pues antes de poder distribuir es necesario producir.
Hay que dar las gracias a Benedicto XVI de modo particular por haber subrayado que la gestión económica no es algo separado y ajeno a los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, que son: la centralidad de la persona humana, la solidaridad, la subsidiariedad y el bien común. Es preciso superar la concepción práctica según la cual los valores de la doctrina social de la Iglesia únicamente deberían encontrar espacio en las obras de índole social, mientras que a los expertos en eficiencia les correspondería la tarea de guiar la economía. Esta encíclica tiene el mérito, ciertamente no secundario, de contribuir a colmar esa laguna, cultural y política a la vez.
Al contrario de lo que se piensa, la eficiencia no es el fundamentum divisionis para distinguir lo que es empresa de lo que no lo es, y esto por la sencilla razón de que la categoría de la eficiencia pertenece al orden de los medios y no al de los fines. En realidad, hay que ser eficientes para conseguir lo mejor posible el fin que libremente se ha escogido para la propia acción. El empresario que se deja guiar por una eficiencia que sea fin en sí misma corre el peligro de caer en el eficientismo, que en la actualidad es una de las causas más frecuentes de destrucción de la riqueza, como tristemente confirma la actual crisis económico-financiera.
Ampliando un instante la perspectiva del discurso, decir mercado significa decir competencia, en el sentido de que no puede haber mercado donde no hay praxis de competencia (aunque lo contrario no sea verdad). Y no hay quien niegue que la fecundidad de la competencia está en el hecho de que implica la tensión, la dialéctica que presupone la presencia de otro y la relación con otro. Sin tensión no hay movimiento, pero el movimiento -esta es la cuestión- que produce la tensión puede ser también mortífero, es decir, generador de muerte.
Cuando la finalidad de la gestión económica no es la búsqueda de un objetivo común -como se deduciría de la etimología latina "cum-petere"- sino la "mors tua, vita mea" de Hobbes, el vínculo social se reduce a la relación mercantil y la actividad económica tiende a hacerse inhumana y, por lo tanto, en último extremo ineficiente. Así pues, igualmente en la competencia, la "doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o "después" de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente" (ib., 36).
Ahora bien, la Caritas in veritate nos ofrece el beneficio, ciertamente no pequeño, de tomar en gran consideración aquella concepción del mercado, típica de la tradición de pensamiento de la economía civil, según la cual se puede vivir la experiencia de la sociabilidad humana dentro de una vida económica normal y no fuera de ella o al margen de ella. Esta es una concepción que se podría definir alternativa, sea respecto a la que ve el mercado como lugar de la explotación y del atropello del fuerte sobre el débil, sea respecto a la que, en línea con el pensamiento anárquico-liberal, lo ve como lugar capaz de dar solución a todos los problemas de la sociedad.
Este modo de hacer empresa se diferencia de la economía de tradición smithiana, según la cual el mercado es la única institución realmente necesaria para la democracia y para la libertad. La doctrina social de la Iglesia nos recuerda, en cambio, que una buena sociedad ciertamente es fruto del mercado y de la libertad, pero que existen exigencias, atribuibles al principio de fraternidad, que no se pueden eludir ni remitir únicamente al ámbito privado o a la filantropía. Más bien, propone un humanismo de más dimensiones, en el que no se combate o "controla" el mercado, sino que se contempla como momento importante de la esfera pública -esfera que es mucho más amplia de lo meramente estatal- que, si se concibe y se vive como lugar abierto también a los principios de reciprocidad y del don, puede construir una sana convivencia civil.
A partir de la fraternidad el bien común
Abordo ahora uno de los temas presentes en la encíclica que, a mi parecer, ha suscitado cierto interés público por la novedad que implican los principios de fraternidad y de gratuidad en la gestión económica. "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano -dice Benedicto XVI-, necesita dar espacio al principio de gratuidad" (ib., 34). Hacen falta "formas económicas solidarias". En este sentido, es significativo el capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia", por lo cual "dicho pensamiento obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación". Y también: "El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz" (ib., 53-54).
La palabra clave que hoy expresa, mejor que cualquier otra, esta exigencia es la fraternidad. Fue la escuela de pensamiento franciscana la que dio a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo y que constituye el complemento y la exaltación del principio de solidaridad. De hecho, mientras la solidaridad es el principio de organización social que permite a los desiguales llegar a ser iguales en virtud de su igual dignidad y de sus derechos fundamentales, el principio de fraternidad es el principio de organización social que permite a los iguales ser diferentes, en el sentido de que pueden expresar de modo diverso su proyecto de vida o su carisma.
Lo aclaro más: las épocas que hemos dejado atrás, como el siglo XIX y sobre todo el XX, se caracterizaron por grandes batallas, tanto culturales como políticas, en nombre de la solidaridad, y esto fue algo bueno; piénsese en la historia del movimiento sindical y en la lucha por la conquista de los derechos civiles. Lo importante es que una sociedad orientada al bien común no puede contentarse con la solidaridad, sino que necesita una solidaridad que refleje la fraternidad, dado que, mientras la sociedad fraterna también es solidaria, lo contrario no es verdad necesariamente.
Si se olvida el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que decae el sentido de fraternidad y en la que todo se reduce a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes o a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de carácter público, se cae en la cuenta de por qué, a pesar de la calidad de las fuerzas intelectuales que actúan, no se ha llegado aún a una solución creíble del gran trade-off entre eficiencia y equidad. La Caritas in veritate nos ayuda a tomar conciencia de que la sociedad no es capaz de futuro si se disuelve el principio de fraternidad; es decir, no es capaz de progresar si existe y se desarrolla sólo la lógica del "dar para tener" o del "dar por deber". Por eso, ni la visión liberal-individualista del mundo, en la que todo -o casi- es intercambio, ni la visión estado-céntrica de la sociedad, en la que todo -o casi- constituye un deber, son guías seguras para poder salir del atolladero en el que se encuentran hoy nuestras sociedades.
Se plantea entonces la cuestión: ¿por qué vuelve a emerger como un río cárstico la perspectiva del bien común según la formulación que le ha dado la doctrina social de la Iglesia, después de al menos un par de siglos durante los cuales de hecho había desaparecido? ¿Por qué el paso de los mercados nacionales al mercado global, verificado durante el último cuarto de siglo, está actualizando de nuevo el discurso sobre el bien común? Anoto, de paso, que cuanto sucede forma parte de un movimiento de ideas más amplio en economía, un movimiento cuyo objeto es el vínculo entre religiosidad y performance económica. Partiendo de la consideración de que las creencias religiosas son de importancia decisiva para forjar los mapas cognoscitivos de las personas y para plasmar las normas sociales de comportamiento, este movimiento de ideas trata de investigar hasta qué punto el predominio en un determinado país -o territorio- de cierta matriz religiosa influye en la formación de categorías de pensamiento económico, en los programas de welfare, en la política escolar y así sucesivamente. Después de un largo período de tiempo, durante el cual la célebre tesis de la secularización parecía haber dicho la última palabra sobre la cuestión religiosa, al menos por lo que atañe al campo económico, lo que está aconteciendo hoy resulta verdaderamente paradójico.
No es muy difícil explicarse que haya vuelto al debate cultural contemporáneo la perspectiva del bien común, auténtica cifra de la ética católica en el ámbito socioeconómico. Como aclaró Juan Pablo ii en varias ocasiones, la doctrina social de la Iglesia no se debe considerar una teoría ética más entre las muchas que ya existen, sino una "gramática común" a todas ellas, porque está fundada en un punto de vista específico: interesarse por el bien humano. En realidad, mientras las diversas teorías éticas ponen su fundamento en la búsqueda de reglas (como sucede en el iusnaturalismo positivista, según el cual la ética deriva de la norma jurídica) o en la gestión (piénsese en el neo-contractualismo rawlsiano o en el neo-utilitarismo), la doctrina social de la Iglesia toma como su punto de Arquímedes el "estar con". El sentido de la ética del bien común explica que para poder comprender la acción humana es preciso situarse en la perspectiva de la persona que actúa (cf. Veritatis splendor, 78) y no en la perspectiva de la tercera persona (como hace el iusnaturalismo) o bien del espectador imparcial (como había sugerido Adam Smith). En efecto, dado que el bien moral es una realidad práctica, lo conoce principalmente no quien lo teoriza, sino quien lo practica: este es el que sabe identificarlo y, por lo tanto, escogerlo con certeza cada vez que está en discusión.
El principio del don en economía
Pasemos ahora a hablar del principio del don en economía. ¿Qué implica, en la práctica, acoger la perspectiva de la gratuidad dentro de la actuación económica? Benedicto XVI responde que mercado y política necesitan "personas abiertas al don recíproco" (cf. Caritas in veritate, 35-39). La consecuencia que se deriva de reconocer al principio de gratuidad un puesto de primer orden en la vida económica guarda relación con la difusión de la cultura y de la praxis de la reciprocidad. Junto a la democracia, la reciprocidad -definida por Benedicto XVI "la constitución íntima del ser humano" (ib., 57)- es valor que funda una sociedad. Más aún, también se podría sostener que la regla democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último.
¿En qué "lugares" la reciprocidad es de casa, o sea, dónde se practica y alimenta? La familia es el primero de esos lugares: piénsese en las relaciones entre padres e hijos, y entre hermanos y hermanas. En torno a la propia familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y las diferentes formas de asociaciones. ¿No es verdad que las relaciones entre los miembros de una familia o entre los socios de una cooperativa son relaciones de reciprocidad? Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente de cuán difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad. En la actualidad hay una inmensa necesidad de cooperación: precisamente por eso necesitamos extender las formas de gratuidad y reforzar las que ya existen. Las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia.
¿Cuál es la función propia del don? Hacer comprender que junto a los bienes de justicia están los bienes de gratuidad y, por consiguiente, que no es auténticamente humana la sociedad que se contenta únicamente con los bienes de justicia. El Papa habla de "la sorprendente experiencia del don" (ib., 34).
¿Cuál es la diferencia? Los bienes de justicia son los que nacen de un deber; los bienes de gratuidad son los que nacen de una obligatio. Es decir, son bienes que nacen del reconocimiento de que yo estoy unido a otro, el cual en cierto sentido es parte constitutiva de mí. Precisamente por eso la lógica de la gratuidad no se puede reducir, de forma simplista, a una dimensión puramente ética, pues la gratuidad no es una virtud ética. La justicia, como ya enseñaba Platón, es una virtud ética, y todos estamos de acuerdo en la importancia de la justicia, pero la gratuidad atañe más bien a la dimensión supra-ética de la acción humana porque su lógica es la sobreabundancia, mientras que la lógica de la justicia es la lógica de la equivalencia. Pues bien, la Caritas in veritate nos dice que una sociedad, para funcionar bien y para progresar, necesita que dentro de la praxis económica haya sujetos que comprendan qué son los bienes de gratuidad; en otras palabras, que se comprenda que es preciso hacer que en los circuitos de nuestra sociedad vuelva a fluir el principio de gratuidad.
Benedicto XVI invita a restituir el principio del don a la esfera pública. El don auténtico, afirmando el primado de la relación sobre su exoneración, del vínculo intersubjetivo sobre el bien donado, de la identidad personal sobre lo útil, debe poder encontrar espacio de expresión en todas partes, en cualquier ámbito de la acción humana, incluida la economía. El mensaje que nos deja la Caritas in veritate es pensar la gratuidad y, por tanto, la fraternidad, como cifra de la condición humana y por consiguiente ver en el ejercicio del don el presupuesto indispensable para que Estado y mercado puedan funcionar teniendo como objetivo el bien común. Sin prácticas difundidas de don, se podrá también tener un mercado eficiente y un Estado autorizado -e incluso justo-, pero ciertamente no se ayudará a las personas a realizar la alegría de vivir. Porque eficiencia y justicia, aunque vayan unidas, no bastan para asegurar la felicidad de las personas.
Las causas remotas de la crisis financiera
La Caritas in veritate analiza las causas profundas -y no sólo las causas próximas- de la crisis actual. No pretendo ahora repasarlas; me limitaré a sintetizar los tres factores principales de crisis identificados y analizados.
El primero se refiere al cambio radical en la relación entre finanzas y producción de bienes y servicios que se ha consolidado en el curso de las tres últimas décadas. Desde la mitad de los años 70 del siglo pasado, varios países occidentales han condicionado sus promesas en el ámbito de las pensiones a inversiones que dependían del aprovechamiento sostenible de los nuevos instrumentos financieros, exponiendo así a la economía real a los caprichos de las finanzas y generando la necesidad creciente de destinar a la remuneración de los ahorros invertidos en ellos cuotas de valor añadido. Las presiones sobre las empresas, derivadas de las bolsas y de los fondos de private equity, se han extendido en más direcciones: sobre dirigentes, inducidos a mejorar continuamente la performance de sus gestiones con el fin de recibir volúmenes crecientes de stock options; sobre los consumidores, para convencerlos a comprar cada vez más, aun sin poder adquisitivo; sobre las empresas de la economía real, para convencerlas a que aumenten el valor para el accionista. Así, ha sucedido que la demanda persistente de resultados financieros cada vez más brillantes ha repercutido sobre todo el sistema económico, hasta convertirse en un auténtico modelo cultural.
El segundo factor causal de la crisis es la difusión, en el ámbito de la cultura popular, del ethos de la eficiencia como criterio último de juicio y de justificación de la realidad económica. Por un lado, ello ha acabado por legitimar la codicia -que es la forma más conocida y difundida de avaricia- como una especie de virtud cívica: elgreed market que sustituye al free market. "Greed is good, greed is right" (la codicia es buena, la codicia es justa), predicaba Gordon Gekko, el protagonista de la célebre película "Wall Street", de 1987.
Por último, la Caritas in veritate analiza también la causa de las causas de la crisis: la especificidad de la matriz cultural que se ha ido consolidando en los últimos decenios, por un lado, sobre la ola del proceso de globalización y, por otro, por la llegada de la tercera revolución industrial, la de las tecnologías info-telemáticas. Un aspecto específico de esa matriz es la insatisfacción, cada vez más generalizada, respecto al modo de interpretar el principio de libertad. Como es sabido, son tres las dimensiones que constituyen la libertad: la autonomía, la inmunidad y la capacitación. La autonomía implica libertad de elección: no se es libre si no se está en condición de elegir. La inmunidad, en cambio, implica ausencia de coerción por parte de cualquier agente externo. Fundamentalmente es la libertad negativa, es decir, "estar libre de". Por último, la capacitación -literalmente, capacidad de acción- implica capacidad de elección, de conseguir, al menos en parte o en alguna medida, lo que el sujeto se propone. No se es libre si nunca -o al menos en parte- se logra realizar el propio proyecto de vida.
Como se puede comprender, el desafío que hay que afrontar es hacer que coexistan las tres dimensiones de la libertad; por esta razón, el paradigma del bien común se presenta como una perspectiva muy interesante que conviene explorar.
A la luz de lo dicho se puede comprender por qué la crisis financiera no se puede considerar como un hecho inesperado ni inexplicable. Precisamente por eso, sin quitar nada a las indispensables intervenciones de regulación y a las necesarias formas nuevas de control, no lograremos impedir que surjan en el futuro episodios análogos si no se extirpa el mal de raíz, es decir, si no se interviene sobre la matriz cultural que sostiene el sistema económico. A las autoridades de gobierno esta crisis les transmite un doble mensaje. En primer lugar, que la crítica sacrosanta al "Estado intervencionista" de ningún modo puede hacer que se desconozca el papel central del "Estado regulador". En segundo lugar, que las autoridades públicas situadas en los diversos niveles de gobierno deben permitir, más aún, favorecer el nacimiento y el reforzamiento de un mercado financiero pluralista, o sea, un mercado en el que puedan actuar en condiciones de igualdad objetiva sujetos diferentes en lo que atañe al fin específico que atribuyen a su actividad. Pienso en los bancos del territorio, en los bancos de crédito cooperativo, en los bancos éticos, en los distintos fondos éticos. Se trata de entidades que no sólo no proponen en sus ventanillas finanzas creativas, sino que sobre todo desempeñan un papel complementario, y por tanto equilibrador, respecto a los agentes de las finanzas especulativas. Si en las últimas décadas las autoridades financieras hubieran eliminado los numerosos vínculos que pesan sobre los sujetos de las finanzas alternativas, la crisis actual no habría tenido el poder devastador que estamos conociendo.
Conclusión
Antes de concluir, deseo dar las gracias al presidente del Senado de la República Italiana, el honorable Schifani, por haberme permitido ilustrar a este cualificado auditorio algunos rasgos de la última encíclica de Benedicto XVI.
De algún modo, es como si volviera hoy el Santo Padre a esta sede del Senado de la República, donde el entonces cardenal Joseph Ratzinger impartió el 13 de mayo de 2004, en la biblioteca del Senado mismo, una lectio magistralis, que no se ha olvidado, sobre el tema: "Europa. Sus fundamentos espirituales ayer, hoy y mañana".
Es interesante notar cómo en aquella intervención el futuro Pontífice abordó, entre otros, algunos temas que volvemos a encontrar hoy en su última encíclica. Pensemos, por ejemplo, en la afirmación de la razón profunda de la dignidad de la persona y de sus derechos: estos -dijo el entonces cardenal Ratzinger- "no son creados por el legislador, ni conferidos a los ciudadanos; "más bien, existen por derecho propio y el legislador debe respetarlos siempre, pues se le han dado previamente como valores de orden superior". Esta validez de la dignidad humana previa a toda acción política y a toda decisión política remite en definitiva al Creador: sólo él puede establecer valores que se fundan en la esencia del hombre y que son intocables. El hecho de que existan valores que no pueden ser manipulados por nadie es la verdadera garantía de nuestra libertad y de la grandeza humana; la fe cristiana ve en ello el misterio del Creador y de la condición de imagen de Dios que él ha conferido al hombre".
En la Caritas in veritate Benedicto XVI repite que "se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos" cuando "se les priva de su fundamento trascendente" (ib., 56), es decir, cuando se olvida que "Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente" (ib., 29).
También en esa lectio magistralis impartida hace cinco años, el actual Pontífice recordó que "un segundo punto en el que aparece la identidad europea es el matrimonio y la familia. El matrimonio monógamo, como estructura fundamental de la relación entre un hombre y una mujer, y al mismo tiempo como célula en la formación de la comunidad estatal, se ha forjado a partir de la fe bíblica. Este matrimonio ha dado a Europa, tanto a la occidental como a la oriental, su rostro particular y su humanidad particular, también y precisamente porque la forma de fidelidad y de renuncia aquí trazada debió ser conquistada siempre de nuevo, con muchos esfuerzos y sufrimientos. Europa no sería ya Europa si esta célula fundamental de su edificio social desapareciera o se modificara esencialmente".
En la Caritas in veritate esta advertencia se extiende hasta alcanzar una dimensión universal, podríamos decir global, y se dirige a todos los responsables de la vida pública. En ella leemos: "Se convierte (...) en una necesidad social, e incluso económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. En esta perspectiva, los Estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional" (ib., 44).
Ciertamente la Caritas in veritate, como afirma en su título oficial, se dirige a todos los miembros de la Iglesia católica y "a todos los hombres de buena voluntad". Con todo, me parece que, por los principios que ilumina, por los problemas que afronta y por las directrices que ofrece, este documento pontificio, que suscitó tanta expectativa antes, y después tanta atención y tanto aprecio, de modo particular en el ámbito social, político y económico, puede encontrar un eco singular en esta sede institucional que es el Senado de la República.
Estoy convencido de que, más allá de las diferencias de formación y de convicciones personales, quienes tienen la delicada y honrosa responsabilidad de representar al pueblo italiano y de ejercer por mandato suyo el poder legislativo, pueden hallar en las palabras del Papa una elevada y profunda inspiración en el cumplimiento de su misión, a fin de responder adecuadamente a los desafíos éticos, culturales y sociales que hoy nos interpelan y que con gran lucidez y plenitud nos presenta la encíclicaCaritas in veritate.
Mi deseo es que este documento del Magisterio eclesial, que hoy he tratado de ilustraros, al menos en parte, encuentre en esta sede la atención que merece y así dé frutos positivos y abundantes por el bien de cada persona y de toda la familia humana, comenzando por la querida nación italiana.
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Benedicto XVI quiere recordar a todos que sólo anclándose en este doble criterio de la "veritas" y de la "caritas", inseparablemente unidas, se puede construir el auténtico bien del hombre, hecho para la verdad y el amor. Según el Santo Padre, "sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador" (ib., 9).
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 31 de julio de 2009
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Vacaciones del 2 al 17 de agosto
En un comunicado del organismo, se afirma que "la paz y la armonía se rompieron por el horrible homicidio del swami, tras el cual estalló la violencia contra hombres, mujeres y niños en el distrito de Kandhamal y en todo Orissa. Los criminales mancharon la imagen de Orissa y de India a los ojos de la comunidad internacional".
El comunicado subraya además que "los cristianos esperan con paciencia que los verdaderos culpables sean castigados según la ley" pero que es también importante que "semejantes eventos no se repitan" y, por esto, añade "es necesario declarar el 23 de agosto como día de paz y armonía, para que los planes diabólicos de los criminales de dividir la sociedad por motivos religiosos sean detenidos".
El fórum, al que se han adherido incluso los líderes de las minorías de Orissa, Swarupananda Patra y el portavoz del Consejo Cristianos Utkal, Bibhudata Das, ha propuesto además un plan con varios puntos para "desarraigar la campaña de odio y violencia de la pacífica Orissa".
En este sentido, convoca a la sociedad civil a la unidad, para combatir los planes que promueven discordia y divisiones. Además solicita al Gobierno que garantice la necesaria seguridad a las minorías y extender la protección también a los swamis, a sus seguidores y a los asrhams (lugares religiosos), porque la violencia contra los líderes hindúes es utilizada como pretexto por los criminales para atacar a las minorías.
El fórum subrayar la dramática situación de los numerosos refugiados que viven todavía en los campos de socorro montados por el Gobierno, sobre todo en la zona de Kandhamal.
El arzobispo Cheenath exhorta a las autoridades estatales a tomar las necesarias medidas para asistir de manera adecuada a los refugiados que tienen miedo de volver a sus aldeas a causa de la persistencia de amenazas por parte de los extremistas hindúes.
"Queremos dar a todos los hombres de buena voluntad --afirma el arzobispo-- un mensaje positivo, de perdón y reconciliación, para construir juntos una sociedad pacífica, justa y fraterna".
En Orissa, como en otros estados de la India, aún no habiéndose repetido las oleadas de violencia contra los cristianos, se registran todavía episodios aislados pero repetidos de agresiones y amenazas.
El reciente informe provisional de la comisión investigadora del Gobierno de Orissa sobre la violencia fue acogido con desilusión por la comunidad cristiana.
El arzobispo Cheenath a este propósito declaró que "no hace falta una investigación para conocer mejor la verdad, sino que hace falta la intención política de poner en práctica lo que dice la Constitución india y la ley".
El prelado recordó que "la Iglesia es víctima de la violencia" y que ni él ni la comunidad cristiana fueron consultados para la publicación del informe provisional.
Para el arzobispo "las investigaciones realizadas de este modo corren el riesgo de convertirse en una pérdida de tiempo y de justificar la penosa tendencia a evitar dar los nombres de los culpables y arrestarles enseguida".
Mientras tanto, otras dos personas, un joven y su mujer, del partido comunista-maoísta, se entregaron a la policía admitiendo su implicación en el asesinato del swami Laxamananda Saraswati, de cuya muerte son todavía falsamente acusados los cristianos.
Por Nieves San Martín
En un comunicado enviado a ZENIT, los obispos de Costa Rica señalan que, como pastores, se unen "a quienes han optado por Cristo como fuente inagotable de vida y a todas las personas de buena voluntad, que de manera valiente se enfrentan a la cultura de muerte que el mundo secularizado pretende imponer".
La radicalidad de los valores del Reino, según los pastores costarricenses, no admite ambigüedades: "La vida de todo ser humano ha de ser respetada de modo absoluto desde el momento mismo de la concepción".
"Dado que el matrimonio natural --añaden--, es el ambiente querido por Dios desde el principio para que se engendren nuevas vida, vemos con mucha esperanza que todavía son muchas las mujeres y hombres que han preparado y se preparan adecuadamente para la vida matrimonial, mediante un noviazgo serio, honesto y virtuoso. Garantizando así a la sociedad un futuro mejor, pues al prepararse para la unión indisoluble se mantendrá firme la estructura social fundamental de la sociedad y el desarrollo integral de los ciudadanos".
Así mismos felicitan "a las mujeres y hombres que son generosos, y ofrecen su vida por sus hijos, tesoro que han recibido como don gratuito de Dios".
Afirman que estas personas "trabajan sin cesar por la construcción de la Civilización del Amor y la Cultura de la Vida, porque son discípulos de Cristo y misioneros en la iglesia doméstica, en la familia".
"Los cónyuges que son conscientes de que los hijos son más importantes que muchos
lujos y comodidades --añaden--, pero que al mismo tiempo son responsables en la educación y atención de sus hijos, cumplen con la vocación a la que han sido llamados y hacen un bien invaluable a la sociedad".
"Cada niño y niña es una esperanza para la humanidad", afirman los prelados.
En ésta ocasión, felicitan a las mujeres, "que según el plan de Dios, admiran y respetan el maravilloso proceso del embarazo".
"Indudablemente --subrayan--, cada ser humano inicia su vida en el momento de la concepción (unión del óvulo con el espermatozoide), y desde ese instante experimenta biológicamente los cambios más admirables e importantes de toda su vida".
No obstante, señalan los obispos, "en no pocas ocasiones, los futuros padres de frente a un embarazo inesperado pueden ver agravada su situación de vida por la pobreza, la agresión, la carencia de empleo, reducidas oportunidades de estudio, la soledad y el vacío afectivo, la falta de apoyo familiar y social".
Pero, según los prelados "el origen de la crisis no es el embarazo en sí, sino las circunstancias adversas. Por lo que el Estado, la sociedad civil y la Iglesia misma se deben esforzar por ofrecer la ayuda necesaria, para que el mismo signifique siempre motivo de alegría y de esperanza, desechando todo intento de eliminar aquella vida inocente".
Afirman que "desde el embarazo se inicia una relación entre la madre y el padre con su hija o hijo".
asumirán todos los miembros de la familia".
Los obispos de Costa Rica expresan su deseo de manifestar su "compromiso con los padres y madres, que se esfuerzan por vivir el Evangelio de la Vida".
"La Iglesia en nuestro país --concluyen--, a través de las Parroquias y su acción pastoral, les extiende la mano para apoyarlos durante el embarazo, en la educación de la niñez y juventud, la preparación para el matrimonio y el acompañamiento, para que la su unión conyugal sea imagen y semejanza de Dios uno y trino".
"En Aparecida, los obispos reiteramos la opción por los jóvenes. Aun nos quedamos limitados por ustedes, ayúdennos a sus pastores a optar por los jóvenes como en Aparecida, para ayudarles a ustedes a ser discípulos de Jesús, para que lo escuchen y se enamoren".
El texto está dividido en varios capítulos titulados "Vivir en la comunidad", "Vivir en la fe", "Vivir en la esperanza", "Vivir en el amor"y "Vivir en la misión".
En las sesiones, se recogerán los aportes de las numerosas naciones y de las distintas zonas geográfico-culturales del continente asiático.
ZENIT
El mundo visto desde Roma
Servicio diario - 26 de julio de 2009
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Con esta frase el Santo Padre Benedicto XVI comienza su Encíclica CARITAS IN VERITATE, que hoy presentamos junto a la Iglesia en Chile a los constructores de la sociedad chilena, como una ofrenda a nuestro Bicentenario. Para quienes nos declaramos discípulos misioneros de Jesucristo, "defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad" (2).
El amor es todo... Dios es amor
Las páginas de esta Carta Encíclica nos ayudan a descubrir que la "caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia" (3). Para nosotros la caridad es todo porque Dios es amor y de él todo proviene, en especial nuestra propia capacidad de amar, de vivir no sólo para nosotros, sino también para los demás.
Uno podría preguntarse, a la luz de la realidad de contradicciones que vivimos en nuestra patria: si la caridad, el amor, es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, si es su promesa y nuestra esperanza, ¿por qué en una sociedad mayoritariamente cristiana como la chilena persisten situaciones de marginalidad y miseria, de indignidad y de abandono, de violencia y desconcierto?
Son palabras fuertes, duras, como golpeadora es la realidad de las personas que sufren estos flagelos. No es lo mismo verlas convertidas en cifras en los cuadros estadísticos que conversar con ellas en los lugares donde viven. Es cierto que el esfuerzo mancomunado de todos los sectores de nuestra sociedad ha hecho posible que hoy se haya avanzado de un modo sustantivo para reducir la miseria y la pobreza. Pero en tiempos de cambios también "nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas" (4) y el aumento de las desigualdades que el Papa denuncia no puede dejar de conmovernos.
Esta realidad es un clamor que nos mira a los ojos, y el Papa nos invita a "entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad" (5). Sin verdad, es decir sin mirar la realidad con los ojos del proyecto que Dios tiene para nosotros, el amor se convierte en un envoltorio vacío, agotado en un sentimentalismo que termina distorsionando esa realidad. Así, terminamos cosechando lágrimas donde queremos decisiones y acciones; o resignándonos a mezquinas soluciones "parche" para cubrir la sensibilidad de una coyuntura.
Es cierto, la verdad, así entendida, crea comunicación y comunión (6), sobre la base de un diálogo en virtud del cual, por amor, ofrecemos lo mejor de cada quien a disposición de una sociedad mejor y de un verdadero desarrollo humano integral. Los que creemos en Cristo tenemos el derecho y el deber de poner en común nuestra mirada-país a partir de aquellos valores que, por fidelidad al Señor, consideramos un bien para Chile. Cuando la palabra de los pastores incomoda y cuando se nos exhorta a no inmiscuirnos en ciertos ámbitos, estas reflexiones del Papa Benedicto XVI nos animan: somos sujetos de caridad, instrumentos de la gracia para difundir el amor de Dios tejiendo redes de caridad, redes de amor.
Justicia, inseparable de la caridad
Hace exactamente dos años, nos pareció de justicia tener una palabra sobre la dignidad con que puede llevar su vida una familia que subsiste con un ingreso llamado "mínimo". Porque con el mismo empeño con que celebramos la santa Eucaristía y conferimos los sacramentos a nuestros fieles, sentimos nuestro deber ofrecer una mirada, desde los criterios del Evangelio, acerca de la realidad política, económica y social. En esa perspectiva, esta encíclica nos recuerda, citando el Magisterio de la Iglesia universal, que la justicia es inseparable de la caridad e intrínseca a ella.
A Cristo, el Señor, lo reconocemos en nuestros hermanos que sufren la postergación y el abandono. En su camino de cruz que encuentra sentido en la Resurrección miramos el calvario de personas, familias y comunidades. La palabra de la Iglesia es una respuesta profética que no se queda en la denuncia ni en el clamor, pues siempre concluye en la esperanza de la Resurrección.
Porque, a pesar de las tendencias pesimistas y de los ánimos negativos, queremos ser sembradores de esperanza. Cómo no abrir nuestros oídos y nuestro corazón de pastores a clamores como los de nuestros pueblos originarios, incomprendidos y estigmatizados, una preocupación que el Santo Padre destaca en Caritas in Veritate. Permítanme recordar hoy un episodio muy hermoso que vivimos cuatro obispos en abril pasado, cuando en medio de nuestra última Asamblea Plenaria, en Padre Las Casas, hicimos un alto para conocer una experiencia educativa en Cholchol. Más de 400 alumnos, en su inmensa mayoría de origen mapuche, son formados en el Liceo Técnico Guacolda, una hermosa iniciativa de la Iglesia. ¿Qué descubrimos en este Liceo? Ante todo, el rostro alegre y la esperanza contagiosa con que nos recibieron los jóvenes, con unas ganas inmensas de surgir y ampliar sus horizontes. Conocimos la enfermería y la cocina donde aprenden sus carreras técnicas; también sus modernos laboratorios de idioma, donde cultivan el Mapudungun y aprenden Inglés. Orgullosos de sus pueblos originarios, los rostros de estos 427 muchachos y muchachas del Liceo Guacolda en Cholchol son una esperanza cierta.
Tras esa inolvidable experiencia en Cholchol, no puedo permanecer indiferente cada vez que se nos muestra la realidad mapuche como un problema, como un conflicto. Meses antes tuve la oportunidad de prestar el servicio de puente facilitador entre las demandas de la Sra. Patricia Troncoso y las autoridades de Gobierno, en medio de una situación límite muy ideologizada y de un verdadero diálogo de sordos. Chile necesita conocer esas sonrisas del Liceo Guacolda. Por eso la Iglesia siente la obligación de aportar, en esta y otras tantas temáticas, porque la caridad se "ocupa de la construcción de la «ciudad del hombre» según el derecho y la justicia" (7) .
¿Cuál es el bien que queremos?
Además de la justicia, el Santo Padre nos invita a tener también en gran consideración el bien común, porque "amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él" (8).
Yo me pregunto, cuando como un ciudadano espectador del acontecer de un país a pocos meses de un proceso electoral, ¿qué aman los protagonistas del debate público?, ¿qué bien buscan los que gobiernan las agendas públicas y ciudadanas, los que originan y alimentan las polémicas y conflictos? ¿En qué momento el bien de Chile deja de ser una meta noble y se convierte en eslogan, en lugar común? Me lo pregunto muy en serio, apelando a la sabiduría de nuestros padres y abuelos que nos enseñaban y aun nos reprendían "por y para nuestro bien".
Es una pregunta abierta a todas las personas que, a menudo con gran sacrificio y generosidad, han querido optar por el servicio público, tan denostado por muchos en estos tiempos, y dedicarse a la vida política. En especial, a quienes aspiran a recibir los votos del electorado y representar la voluntad ciudadana en los poderes del Estado. Pero es una pregunta igualmente válida para otros sectores de nuestra vida social, para esas personas que con gran cariño llamamos "constructores de la sociedad". ¿Qué se ama cuando se ejerce presión a través de una acción mediática donde se pone en riesgo la vida de personas? ¿Qué bien se busca cuando se engaña a los consumidores, cuando no se hace el trabajo con responsabilidad, cuando nos tratamos mal en la convivencia familiar, ciudadana, cotidiana? ¿Es egoísmo puro el que nos anima? ¿Es tedio, desencanto, es que de verdad el bien de los otros no nos importa?
El Papa nos recuerda: "Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común (...) No es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social (...) Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad" (9).
Libertad, ¿para qué?
El cambio de época al que asistimos, con las maravillosas y desafiante posibilidades que nos ofrece el conocimiento humano y la comunicación global, constituyen un escenario en el que el amor en la verdad -caritas in veritate- se convierte en un gran desafío, y no sólo para la Iglesia. Las consecuencias éticas de los procesos de globalización nos interpelan en la necesidad de promover un desarrollo realmente humano. El progreso técnico puede convertirse en una vergüenza social si los bienes y recursos no se comparten, en relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad. El dilema es, entonces, si estamos o no trabajando por "una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación" (10).
Para renovar humanizadamente las estructuras necesitamos una conversión del corazón. En el humilde gesto de aceptar nuestra posibilidad de ser mejores descansa nuestra verdadera libertad. Somos libres para el amor. "Sólo si es libre, el desarrollo puede ser integralmente humano" (11), nos recuerda el Papa.
En distintos planos de la vida personal y familiar, muchos discursos "libertarios" de este tiempo parecen reducirse a publicidad engañosa que nos encamina a esclavitudes. Ocurre a veces en la vida política y también en la actividad económica y en las comunicaciones sociales. El mundo ha contemplado la fragilidad de los mercados y las expectativas de millones de familias del mundo se han visto afectadas por la avaricia incontenible de algunos, por su inagotable sed de dinero o de poder, que corrompen hasta la iniciativa más noble. "La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido" (12), sostiene el Papa. Porque el beneficio, "cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza" (13).
Uno se alegra cuando las autoridades y los actores privados del mundo económico hacen bien su trabajo y una crisis tan grande como la que hemos vivido a nivel internacional, afortunadamente encuentra a nuestro país unido con una cierta solidez y madurez cívica para enfrentarlo. Nos corresponde, como cristianos, reconocer esos éxitos. Pero ante todo nos toca acompañar a cada familia donde esta crisis ha llegado con la peor de sus consecuencias: la pérdida del empleo o el cierre de actividades económicas. Detrás de cada trabajador despedido y de cada ejecutivo que decide ya sea un despido o un término de actividades productivas, hay personas y familias, hay rostros, historias de vida, humanidad sufriente.
El Santo Padre, luego de poner en relevancia los efectos que supone para la persona estar sin trabajo durante mucho tiempo, señala: "Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad" (14).
Por eso, no dejan de sorprender e incluso conmover algunas contradicciones que asoman desde la realidad de la crisis (o con el pretexto de ella). No es justo que la estrechez de cinturones valga sólo para algunos. El consumismo excesivo, las filas interminables para adquirir productos, las fiestas familiares y religiosas reducidas a regalos y bienes materiales, son un síntoma peligroso de una sociedad centrada más en el tener que en el compartir, más en el disfrute que en el crecimiento. Cuando en pocas horas se agotan las entradas para un espectáculo cuyo precio es superior a un sueldo mínimo, es tiempo de pensar dónde está nuestro centro.
Mirada humanizadora al "dilema global"
Entre otras realidades que Benedicto XVI pone de relieve y que cobran gran importancia en nuestra realidad chilena, quiero mencionar la situación de los migrantes, que plantea "dramáticos desafíos" (15) por los graves problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscitan los flujos migratorios, "frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente" (16). Las numerosas colectividades de países vecinos y hermanos que han llegado a nuestro país pueden dar testimonio de cómo queremos "en Chile al amigo cuando es forastero". Urge educar insistentemente para favorecer la acogida, la integración y, ante todo, el respeto a estos hermanos y hermanas.
Otra realidad que nos preocupa es "la explotación sin reglas de los recursos de la tierra" (17). En Chile, los obispos hemos dedicado gran parte de nuestra última Asamblea Plenaria del Episcopado a abordar pastoralmente la preocupación por el cuidado del medio ambiente, la casa común de todos. En algunas diócesis la situación de los recursos naturales se está viendo muy amenazada. El Papa profundiza sobre esta problemática, nos alerta sobre el grave deber de "dejar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola" (18) y nos recuerda que la forma en que el ser humano trata a la naturaleza se relaciona directamente con el modo en que trata a los demás.
Las amenazas al planeta son responsabilidad de todos y la educación comienza en el hogar, el jardín infantil y el colegio. Pero el buen trato a nuestra tierra se funda en la fraternidad humana y social. ¿Qué planeta amable podrían promover personas que resuelven sus conflictos por medios violentos, en el hogar, sobre todo la agresión contra mujeres, en el trabajo y la convivencia cotidiana? La ciencia podrá generar sofisticada tecnología no contaminante, pero si sus usuarios conviven en una lógica de competencia destructora del otro y a la defensiva frente al otro, difícilmente se logrará una ciudad más amable.
La persona humana en el centro
Caritas in veritate nos invita a poner en el desarrollo integral de la persona humana el centro de la vida social. Y desde el origen de la vida misma, porque "si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social" (19). Los hombres y mujeres de nuestro tiempo tenemos que ser los protagonistas de la globalización. Una globalización no puede ser puro intercambio económico, pura tecnología, pura información: la aldea global puede ser instrumento de encuentro y cercanía, de conocimiento, de solidaridad (20). En esa medida tendrá sentido para las personas.
Con una claridad magistral, nuestro Pastor universal va repasando en esta Encíclica, a la luz de los acontecimientos actuales y el devenir de la humanidad, la enseñanza Social de la Iglesia en todas sus dimensiones. Éste es un documento que toda persona dedicada al servicio público, a la política y a la economía, a la vida cívica y a la acción social, debería conocer y reflexionar en profundidad. Invito de un modo especial a los centros de pensamiento, en especial a las universidades, a analizar este texto en sus facultades, y profundizarlo a partir de la realidad propia de Chile y de cada uno de los ámbitos que aborda. También, por supuesto, a las más diversas organizaciones de la sociedad civil.
A mis hermanos obispos y sacerdotes, a las congregaciones religiosas, institutos seculares y movimientos, a las comunidades y colegios de Iglesia, les pido encarecidamente que este texto se conozca y se divulgue, se reflexione en la catequesis y en la vida comunitaria, se comente y dialogue con la sociedad civil. Necesitamos tener cada día una mejor formación en cuanto a la enseñanza social de la Iglesia, y esta Encíclica, junto al Compendio de la Doctrina Social, son instrumentos de gran valor para profundizar en ello.
Queridas hermanas y queridos hermanos:
La próxima semana iniciamos un mes muy importante para la Iglesia y para Chile. El mes de agosto, un mes para nosotros tradicionalmente frío y gris, lo llenamos de calor y de color en torno a la figura de san Alberto Hurtado, un sacerdote que entregó lo mejor de sí por Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
San Alberto nos recordaba que "el prójimo, el pobre en especial, es Cristo en persona" (21) y que "sin justicia social no puede existir democracia integral" (22). Un 18 de agosto Alberto Hurtado fue recibido en la casa del Padre. Por eso el mes de Agosto es el Mes de la Solidaridad. Porque el "ser solidario" está en el ADN del ser chileno. En estos tiempos de dificultad es necesario valorar con esperanza estas maravillas con que el Señor nos bendice. Por eso decimos, AL MAL TIEMPO... BUEN COMPROMISO, porque COMPROMETERSE HACE BIEN a la dignidad de las personas y HACE BIEN en la perspectiva de un país que necesita dar un nuevo paso significativo, en la celebración del Bicentenario, para que Chile sea, de verdad, UNA MESA PARA TODOS.
Concluye el Santo Padre: "El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don" (23).
Esta noche, en esta aula académica que nos congrega, damos gracias al Señor por este don. Y al Santo Padre por este texto iluminador que nos regala para hacer de nuestra vida personal y social, y de esta patria que tanto amamos, lugares más llenos de amor y de verdad, más llenos de Dios.
Muchas gracias, y que el Señor les bendiga.
NOTAS A PIE
(1) S.S, Benedicto XVI, CARITAS IN VERITATE (en adelante CiV) n.º 1
(2) Íbid.
(3) CiV n.º 2
(4) CiV nº. 22
(5) CiV n.º 2
(6) Cfr. CiV n.º 4
(7) CiV n.º 6.
(8) CiV n.º 7.
(9) Íbid.
(10) CiV nº. 9.
(11) CiV n.º 17.
(12) CiV n.º 21.
(13) Íbid.
(14) CiV n.º 25.
(15) CiV n.º 62.
(16) CiV n.º 21.
(17) Íbid.
(18) CiV n.º 50.
(19) CiV n.º 28.
(20) Cfr. Benedicto XVI, MENSAJE PARA LA 43ª JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES, 2009.
(21) San Alberto Hurtado, ¿CÓMO LLENAR MI VIDA?, CONFERENCIA PARA SEÑORAS EN VIÑA DEL MAR, 1946.
(22) San Alberto Hurtado, MORAL SOCIAL ACCIÓN SOCIAL, Manuscrito de 1952.
(23) CiV n.º 79
Señor Presidente de la Conferencia Episcopal,
Señores Obispos,
Señoras y señores:
Agradezco al Comité Permanente la invitación a comentar, desde la perspectiva de un laico, la encíclica Caritas in veritate del Santo Padre Benedicto XVI. Se trata de un documento en el cual el Papa se refiere al desarrollo humano integral y a los diversos aspectos sociales, culturales, económicos y políticos relacionados con esta materia.
Es una encíclica notable por su actualidad y originalidad, que nos ayuda a comprender mejor el mundo en que vivimos y nos invita a reflexionar, desde la fe, sobre nuestra propia actitud hacia la vida y hacia todo lo que afecta a la familia humana. Además, nos ofrece el deleite adicional de ser escrita con la prosa clara, fluida, e incluso poética, propia del Santo Padre.
Los temas tratados son tantos que una simple mención de cada uno de ellos demandaría un tiempo muy superior al que disponemos. Por otra parte, varios son técnicamente complejos y, por lo mismo, especializados, lo que me ha impedido abordarlos con algún grado de profundidad. Ante estas dificultades objetivas, me ha parecido más prudente optar por una presentación enfocada en un análisis general de la nueva encíclica, intentando expresar su esencia y sus alcances pastorales.
En primer término, quisiera dirigirme a los laicos presentes para decirles que Caritas in veritate es una lectura imprescindible. No sólo porque se trata de un documento que enriquece significativamente el corpus de la doctrina social de la Iglesia, sino porque las reseñas de la misma publicadas por los medios de comunicación están muy lejos de reflejar lo que realmente es.
Lo anterior se explica por los elementos de complejidad y variedad temática a los que aludí anteriormente. Pocos medios escritos han intentado abarcar la encíclica en su totalidad, limitándose, la gran mayoría de ellos, a destacar uno o dos aspectos que consideran relevantes y de mayor interés para un público amplio. Como resultado, a través de ellos es muy difícil captar el fondo del mensaje que Benedicto XVI nos entrega en su nueva encíclica.
Por mi parte, cuando supe que el Santo Padre estaba preparando una "encíclica social" quedé algo sorprendido, porque pensaba que habiendo dedicado su primera encíclica a la caridad y la segunda a la esperanza, en su tercera hablaría de la fe, completando así un ciclo de enseñanzas dedicado a las virtudes teologales.
Efectivamente, Caritas in veritate es una encíclica social, pero considero que su mensaje rebasa ampliamente ese ámbito, por cuanto interpela en forma directa a los cristianos respecto a cómo estamos viviendo nuestra fe. El Papa logra este propósito enfrentándonos con el problema del desarrollo y preguntándonos sutilmente ¿qué has hecho por tu hermano? Al mismo tiempo, con convicción y esperanza nos señala que la construcción de un mundo mejor es una tarea que sólo podremos realizar si somos capaces de transmitir el amor y la verdad de Cristo.
La estructura de la encíclica consiste en una introducción, donde Benedicto XVI describe su visión del desarrollo humano, a la que siguen seis capítulos y una conclusión. En el primero de estos capítulos, el Santo Padre evoca la encíclica Populorum progressio del Papa Pablo VI, cuya clave es la reafirmación del Evangelio para la construcción de una sociedad más humana, fundada en la libertad y en la justicia.
A ese respecto, Benedicto XVI enfatiza que: "la fe cristiana se ocupa del desarrollo no apoyándose en privilegios o posiciones de poder, sino sólo desde Jesucristo". Nos dice el Papa que las principales causas del subdesarrollo no son de índole material. Ellas surgen como una consecuencia de la falta de fraternidad entre las personas y entre los pueblos. El Evangelio de Cristo, en cambio, aporta la dimensión esencial de la fraternidad humana y cristiana, que sí propicia el verdadero desarrollo de todos, sin hacer distingos. Más aún, citando a Gaudium et spes, el Pontífice nos enseña que: "El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo porque, en él, Cristo, «en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre»".
El capítulo siguiente se refiere al desarrollo humano en el tiempo actual. Una de sus ideas centrales es que el beneficio material, como objetivo exclusivo, es la mayor fuerza antagónica al auténtico desarrollo humano. Al respecto, Benedicto XVI afirma que si el bien común no es el fin último buscado por la sociedad, cualquier otro beneficio corre el riesgo incluso de destruir riqueza y de generar pobreza. Enumera, entonces, algunas de las que denomina desviaciones y problemas dramáticos que esto ha causado, incluyendo la actividad financiera preferentemente especulativa, los flujos migratorios provocados y después mal gestionados y la explotación ilimitada de los recursos naturales. Frente a estos problemas el Santo Padre propone una nueva síntesis humanista, inspirada por los valores cristianos.
Con esa finalidad es necesario aprovechar las posibilidades de interacción cultural y social que abren oportunidades de diálogo y encuentro, nos dice el Pontífice, evitando el doble riesgo del eclecticismo cultural o, aún peor, de rebajar la propia cultura y homologar estilos de vida.
El Papa analiza también el escándalo que implica la situación de hambre que afecta a millones de seres humanos y afirma que el respeto por la vida humana -por toda vida humana y por toda la vida- no puede desligarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos. Al respecto declara que: "Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre".
Finalmente, aborda la negación del derecho a la libertad religiosa. En este punto se refiere a las luchas y persecuciones provocadas por el fanatismo religioso y a la promoción de la indiferencia religiosa y del ateísmo práctico que ocurre en muchos países, especialmente aquellos más industrializados, donde el "superdesarrollo" material coexiste con el "subdesarrollo moral".
El tercer capítulo de la encíclica, dedicado a la fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil, comienza enfatizando la experiencia del don frente a una visión de la existencia que antepone la productividad y la utilidad a toda otra consideración. Nos dice Benedicto XVI que: "El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano, necesita, en cambio, dar espacio a la gratuidad". Y, en lo que se refiere al mercado y a la lógica mercantil, nos recuerda que debe estar ordenada "a la consecución del bien común", y añade que: "es la responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política".
El sistema económico y financiero, afirma el Papa, debe basarse en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Para "civilizar la economía" es preciso arbitrar formas de economía solidaria y tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco.
El Pontífice concluye este análisis con una apreciación positiva del fenómeno de la globalización, aclarando que no puede entenderse sólo como un proceso socioeconómico y que requiere una reorientación cultural, personalista, comunitaria, abierta a la trascendencia y capaz de corregir sus disfunciones. Concretamente, afirmando que la globalización no es a priori ni buena ni mala, nos invita a asumirla como una realidad en la que debemos ser protagonistas y no víctimas, para lo cual es necesario proceder razonablemente, guiándonos por la caridad y la verdad.
En el cuarto capítulo, la encíclica aborda el desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, y el medio ambiente. El Papa inicia su reflexión sobre estos temas tratando la objetividad y fundamentación de los derechos, la correlatividad de los deberes y el crecimiento demográfico.
También se refiere a la sexualidad, reafirmando que no se puede reducir a un mero hecho hedonístico y lúdico, y llama a los Estados a establecer políticas que promuevan la centralidad de la familia, constituida por un hombre y una mujer, como célula básica de la sociedad.
Más adelante, el Santo Padre aborda el tema de la economía, destacando que ella necesita de una base ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona. En este sentido, agrega que: "la misma centralidad de la persona debe ser el principio guía en las intervenciones para el desarrollo de la cooperación internacional".
Benedicto XVI también se refiere a los problemas energéticos, denunciando que el acaparamiento de los recursos por parte de los Estados y grupos de poder constituye un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres. Añade que: "Las sociedades técnicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre energías alternativas".
En el capítulo que sigue, titulado "La colaboración de la familia humana" como aspecto básico destaca el concepto que: "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo de ser una sola familia". El Papa se refiere también a la necesidad de que las religiones tengan un espacio en la esfera pública. Advierte, al respecto que, tarde o temprano, la negación de Dios se convertirá en la negación del hombre, en la negación del desarrollo.
Desde estas premisas, Benedicto XVI se adentra en la conocida doctrina del magisterio social de la Iglesia relativa a la subsidiariedad, que define como: "el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista y la más adecuada para humanizar la globalización".
EL Santo Padre considera urgente que las naciones más prósperas destinen mayores cuotas de su producto interno bruto al desarrollo. Igualmente, solicita garantizar el acceso a la educación y a la formación más completa e integral de la persona como vía insoslayable para el desarrollo y la justicia.
La encíclica también analiza el fenómeno de las migraciones, recordando que: "todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben ser respetados por todos y en toda situación".
Este capítulo contiene una propuesta para reformar tanto la Organización de las Naciones Unidas como la arquitectura económica y financiera internacional. En este sentido, el Santo Padre declara, sin ambigüedades: "Urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, que goce de poder efectivo".
El sexto y último capítulo, versa sobre "El desarrollo de los pueblos y la técnica" y se inicia con una advertencia de Benedicto XVI sobre la pretensión prometeica que la técnica contiene las llaves del futuro de la humanidad. La ciencia y la técnica han aportado muchos beneficios, afirma el Santo Padre, pero no pueden ser un fin en sí mismas.
El Papa analiza luego el ámbito de la bioética y lo hace afirmando que el campo primario "de la lucha cultural entre el absolutismo de la tecnicidad y la responsabilidad moral del hombre es hoy el de la bioética". Y agrega al respecto que: "La razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de la propia omnipotencia". También alude a la investigación con embriones y la clonación, manifestando temor por "una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos". Todas estas realidades, advierte el Papa, son tentaciones idolátricas, que, lejos de garantizar el desarrollo, lo hacen un espejismo y lo pervierten.
Concluye con una reflexión sobre el hecho que: "el absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con la pura materia". Para ser auténtico -nos dice Benedicto XVI- el desarrollo del hombre y de los pueblos necesita una dimensión espiritual. Para ello, agrega el Papa, se necesitan "unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese «algo más» que la técnica no puede ofrecer".
Todos los contenidos que he descrito, revelan la variedad y vastedad de los temas relativos al desarrollo humano que preocupan al Santo Padre. Sus análisis son sabios y ponderados. Muchas de sus propuestas son nuevas y provocativas. A veces su voz adquiere la fuerza incisiva de una denuncia profética. Pero, tomadas en su conjunto, manifiestan la preocupación y también el dolor de un Padre, del Vicario de Cristo, que tal como lo hizo nuestro Señor, mira al mundo con misericordia. Y lo que observa son personas que caminan como "ovejas sin pastor" (Mc 6, 30-34), por sendas equivocadas, siguiendo falsos profetas. Algunos aplastados por el hambre y la miseria, otros boyantes y alegres, en apariencia, pero en el fondo cansados y agobiados.
Es esta la imagen de Benedicto XVI que veo emerger desde las páginas de esta trascendental encíclica y con él la figura de todos nuestros pastores y de nuestra Iglesia. Un cuerpo místico que busca el bien integral de las personas, de todas ellas, sin distinción de razas y religiones.
Caritas in veritate es el testimonio del Pastor sereno, que anima a la familia humana a sumarse a un proyecto centrado en el bien, la verdad y la justicia y proclama con fuerza la necesidad de una comunión fraterna, basada en la libertad y en la mutua responsabilidad. El Pastor que "se puso a enseñarles con calma" (Mc 6, 30-34), ofreciéndoles el pan y el agua de la Palabra. Reconfortándolos con su esperanza.
Esperanza que está expresada en la idea central que articula y sustenta toda la encíclica. ¿Cuál es esta idea central? El mismo Benedicto XVI, en la audiencia general del día 8 de julio pasado, respondió personalmente esa pregunta diciendo: "La caridad en la verdad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad".
Es decir, el Papa nos enseña que para hacer de la humanidad una verdadera familia, cuyas relaciones sean dictadas por la fraternidad, debemos reconsiderar el amor en la verdad como una fuerza social fundamental. Esta afirmación nos conduce a dos contenidos de Caritas in veritate que, por su importancia, he preferido analizar después de aquellos temas más directamente relacionados con la doctrina social. Me refiero a la Introducción y a la Conclusión.
La Introducción se inicia, precisamente, con la frase aludida por Benedicto XVI en la audiencia general. Es la frase que ilumina y otorga su pleno sentido a toda la encíclica: "La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad".
Ella contiene la respuesta de la Iglesia a los problemas del desarrollo: amor en la verdad de Cristo. Una respuesta que depende de cada persona y de su forma de concebir la libertad y vivir su fe. Y, a la vez, una visión del desarrollo y de la globalización que pone en el centro a las personas, como únicas protagonistas del proceso.
De esta manera el Santo Padre nos invita, a cada uno de nosotros, a ser los constructores de un mundo mejor a partir de nuestra propia vida, dejando que, mediante la gracia, podamos ser testigos del amor, el amor en la verdad de Cristo: un "amor recibido y ofrecido...que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo...que desde el Hijo desciende sobre nosotros" (CV nº 5).
El Papa nos enseña que vivir en la plenitud de ese amor implica asumir el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros. Es decir, negarse a sí mismo, para hacer únicamente la voluntad del Padre. Amar, no según nuestras categorías y egoísmos, sino con la gratuidad, entrega e incondicionalidad de Cristo. Sólo en ese proyecto cada cual encontrará su verdad y podrá ser un apóstol de la Verdad. Esa es la base del nuevo humanismo que permitirá al hombre contemporáneo abrir el camino del auténtico desarrollo.
"El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don", nos dice, nos grita, Benedicto XVI.
La tarea que nos propone es radical e inmensa, imposible de realizar sin el auxilio de la gracia. Por eso, en la conclusión de Caritas in veritate, el Santo Padre nos anima a iniciar ese camino, personal y comunitario, recordándonos que: "La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas...Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande".
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